“No en mi nombre” aullaba el
millón de personas reunidas el pasado sábado en la
manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
Porque era un millón de personas las que rabiaban contra los
presuntos y presumibles pactos de Zetapé con los puercos de
ETA, empezando por tragar a unos batasunos ilegalizados e
ilegales según la Ley de Partidos y el anterior Pacto
Antiterrorista suscrito por todos los partidos, con
excepción de los tres hijoputas marginales de siempre.
El Otegui se sigue chuleando y echando pulsos al Ejecutivo y
los españoles tenemos que aguantar su altivez y su poca
vergüenza al tiempo que nos preguntamos de qué y como viven
esos batasunos, huérfanos de escaño y sueldo parlamentario
pero que parecen siempre tener dinero para ir, venir,
comparecer y convocar. Apuestes cualquier cosa a que, lo
mismo, les está financiando oscuramente y por lo bajini ese
criadero de traidores y cobardes que es el PNV, especialista
en subvenciones misteriosas y en opacidad financiera ¡A ver
esa Udyco y esos Picoletos! Que no toda la mierda se mueve
en Marbella y no todo el blanqueo es del narcotráfico, a ver
las subvenciones al entorno de ETA, o que confiesen y
manifiesten públicamente, que los terroristas están por
encima de la legalidad y tienen privilegios de los que no
gozamos el resto de los mortales.
“No en mi nombre” rezaban las pancartas teñidas de rojo y de
gualda, del color de mi bandera, porque, aunque servidora es
de tendencias republicanas no soy uno de esos
zarrapastrosos, basura de la marginalidad que apuestan por
nuestra bandera con la franja morada de luto, aunque supongo
que el luto de la bandera tricolor es por los cien mil
católicos asesinados en la II República por mor de sus
creencias religiosas, por la quema de iglesias y conventos y
por el genocidio de Paracuellos del Jarama, ese por el que
deberían juzgar al mimado y agasajado asesino Carrillo en el
Tribunal Penal Internacional.
Cuando juzguen a Carrillo me reconciliaré con el sistema,
mientras tanto no, mientras tanto estaré con los instintos
de un mihura como todos los paganinis del sistema, como
todos los curritos y las marujas que suspiramos y soñamos
que, nuestros hijos, salgan al “inteligentísimo” Iñaki
Urdangarín, que, aunque tardó catorce años en hacer una
carrera de tres años como Empresariales, se debió aprender
muy bien las asignaturas, porque es presidente de multitud
de sociedades y ahora le han nombrado consejero de
telefónica, precisamente por lo listo que es y por su alto
rendimiento académico universitario.
¿Qué dicen ustedes? ¿Qué sus hijos sacaron la carrera años
por año. Curso por curso y malamente encuentran un trabajo?
Pues se joden y hagan el favor de no ser envidiosos, porque
Iñaki Urdangarín sea infinitamente más listo, capaz e
inteligente que sus retoños y encima viva en un palacio de
millones de euros por eso, por su brillantísimo expediente
académico arrastrado, suspenso tras suspenso, durante
catorce años.
“No en mi nombre” se privilegia a los más que privilegiados,
pero menos en mi nombre todavía se pacta con ETA y se bajan
los calzones, sabemos todos que habrá que darles dinero para
que coman, normal, los asesinos reciclados no apetecen
ponerse de peones en una obra, o meterse a hacer unas
oposiciones a agente judicial, les gusta vivir muy bien y no
trabajar. Vale, que les paguen. Pero nada de interlocutores
batasunos, nada de acercamiento de presos y nada de indultos
encubiertos, porque, como abogada les juro por Dios, que no
les prometo por mi honor, porque soy católica, que como
indulten por lo bajini a un etarra a mi me indultan, a todos
los abogados, nos indultan a nuestros presos, por dos cosas:
por el prinicipio de igualdad del art.14 y por nuestros
cojones ibéricos y esto lo saben dos: España y el
extranjero.
No pude asistir a la manifestación de la dignidad y el
orgullo, pero mo corazón estuvo con las víctimas y contra
los criminales. Si hay una oportunidad para comprar la paz
con dinero, que la compren y paguen a los hijoputas. Pero
ningún privilegio, ni acercamientos, ni excarcelaciones, ni
escaños, ni cargos políticos, ni pollas a la vinagreta, en
mi nombre, por supuesto que no.
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