Siete de junio: escribo sobre la
selección y su rendimiento frente a rusos y croatas, en
partidos de preparación. Opino que el equipo español toca y
toca el balón, pero que apenas si finaliza las jugadas con
llegadas a la portería rival. Juego que se resume en dos
palabras: actuando así los futbolistas no son técnicamente
tan buenos como airea Luis Aragonés y, desde luego,
de esa manera denuncio que poseer el balón no es sinónimo de
victoria.
A continuación, y para responder a las quejas del
seleccionador acerca de la cantidad de balones que pierde su
equipo en el medio terreno y de lo mucho que tardan sus
futbolistas en llegar a la portería adversaria con rapidez y
precisión, hago la siguiente aclaración:
“Insiste el seleccionador en situar a Albelda como
escudo de la defensa; un error que no quiere reconocer.
Cuando Senna ha venido demostrando en el Villarreal
que está capacitado para hacer labores de recuperación y su
manejo de balón es superior al del valenciano. Sin Albelda,
el equipo no se resiente defensivamente, tiene más movilidad
y el balón es mejor jugado desde atrás”.
España, pocos días después, golea a Ucrania y Senna juega de
manera espectacular, mientras Albelda ve gran parte del
encuentro desde el banquillo. Merced al juego del brasileño,
con una gran actuación de los dos Xavi, los españoles
encandilan con su fútbol y hacen feliz a una nación que
necesitaba un triunfo así, para desterrar malos humores y
olvidarse de que existen unos políticos que han perdido el
norte y andan jodiendo la convivencia.
Lo mejor del seleccionador, además de rectificar en lo
tocante a Albelda, aunque se nota que le sigue teniendo
mucho aprecio, fue dejar sin referencia de marcaje a los
centrales ucranos y fijar la posición de los laterales. Hizo
uso, tácticamente, de algo muy manido, pero que fue de mucha
rentabilidad. Torres y Villa se desplazaban a
las bandas sin abrirse total y absolutamente, mientras
Luis García actuaba como delantero centro “falso”
o “flotante”. De esa manera los ucranianos se rompieron en
dos mitades y desde los defensas a Schevchenko había
una distancia abismal.
Cierto que se marcaron tres goles a balón parado. Y que el
penalti sólo lo vio el árbitro: Massimo Bussaca;
que ojalá pudiera dirigir todos los partidos de nuestra
selección. Por cierto, Joaquín Caparrós, en la
previa del encuentro, adelantó que el arbitraje del suizo
podría venirle muy bien a España. Y acertó.
Pero los méritos del conjunto hispano fueron muchos. De
todos modos, convendría aclarar algunos puntos. No todos los
días van a salir las cosas tan a pedir de boca. Y habrá
momentos donde a nuestros laterales les exijan los rivales
más llegadas, desbordes con regates, y mayor precisión en
los centros. Sigo viendo, por tanto, a Sergio
Ramos como central. Y sería un mejor complemento para
Puyol, que lo es Pablo.
Me consta que hoy es día de celebraciones y que los
aficionados están disfrutando de lo lindo y prestarán poca o
nula atención a cualquier análisis que no sea triunfalista.
Mas es ahora cuando conviene recordar que seguimos siendo
muy vulnerables en el juego defensivo por elevación. Y que
nuestro portero, al margen de tener puestas en él todas las
miradas de Susana Guach, que nos recordaba a
cada paso que Casillas estaba sediento y mandón, no
tuvo ningún trabajo. Y a pesar de ello, pegó una cantada que
se oyó en Estados Unidos. El problema de este chico es que
cuando yerra siempre cuenta con la disculpa generalizada y
él, como sabe lo protegido que está, no duda en lucir la
mejor sonrisa para las cámaras. El fallo frente a los
ucranianos, rectificado por Puyol, puede ser mortal otro
día.
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