La palabra “cárcel” es
semánticamente dura, difícil de pronunciar, con
connotaciones metálicas y sonido de puertas de acero o de
hierro que se abren y se cierran con un “clac” rotundo y
desagradable. La aborrezco. Prefiero ceñirme al término
“talego” que tanto utilizan los andaluces y que es más suave
de pronunciar. Centro Penitenciario resulta más correcto,
pero llamarle a la cochambrosa cárcel de Ceuta “Centro
Penitenciario” es contemplar su dura realidad con demasiado
optimismo o incluso bajo el influjo de bebidas espiritosas.
Yo llamo a un talego “Centro Penitenciario” cuando, en su
interior, existen las infraestructuras bastantes para
cumplir a rajatabla el Reglamento Penitenciario y en nuestro
mísero penal ceutí que parece sacado de una película turca,
ni hay condiciones, ni hay espacio, ni hay tan siquiera
oxígeno para respirar.
Y con esa falta absoluta de todo tienen que bregar sus
responsables y hacerlo lo mejor que pueden en un lugar con
superpoblación reclusa, sin duchas ni aseos suficientes,
donde lo de la celda por individuo es una pura entelequia.
Pero, con todo y con eso, Ceuta no tiene fama de lugar
horroroso como ese espanto almeriense del Acebuche u Ocaña,
amable por el material humano pero durísima por el clima
extremo. Aquí, sencillamente, no se cabe y se lucha día a
día con las leyes de la física, la solución es demoler el
edificio hispanomoruno y levantar en su lugar un centro en
condiciones, aunque este derrumbamiento del actual presidio
supondría para los presos un incomodísimo ir y venir a la
cárcel de Botafuegos, mientras se construye la propia de la
Autonomía. Puesta a hacer política ficción y siempre mirando
a los gibraltareños y en como se han extendido
geográficamente a lo largo y a lo ancho rescatando terreno
al mar y el futuro de la ciudad, créanme, está en recuperar
kilómetros cuadrados a las aguas, como nuestros vecinos
llanitos que son unos expertos en ampliar sus fronteras, eso
y conseguir la transferencia autonómica en tema de política
penitenciaria, como los catalanes, donde las cárceles
dependen del gobierno autónomo y su construcción también.
Que se libre presupuesto para un centro es un trabajo de
enanos, tardan años, todo es largo y desmesurado a la hora
de construir un presidio para meter dentro a las criaturas,
puesta a opinar, yo opino que el Delegado debería darle un
apretón a Madrid y que libren presupuesto, buscar o
expropiar terrenos y construir un nuevo talego, si dicen que
puede estar inconvenientemente situado en un lugar muy
poblado o en medio de barriadas, la actual lo está y sin ir
más lejos la Modelo de Barcelona está en el centro de la
ciudad condal, las cáreceles antiguas, de cuando la
dictadura de Primo de Rivera, construídas siguiendo los
planos de un arquitecto de cárceles de nacionalidad belga
que era un mamoncete, están siempre ubicadas en lugares
populosos. De hecho, la actual porquería ceutí se podría
quedar para cumplimiento y terceros grados y construir otra
para preventivos. Con las competencias transferidas todos
los autóctonos tendrían automáticamente el derecho de
cumplir en su ciudad, trabajar en ella y poder acceder a
permisos y a tercer grado. En Málaga la antigua cárcel
provincial, un vetusto edificio de piedra de cuando
entonces, está destinada a los terceros grados, la gente
sale por la mañana a trabajar y duermen en ella. Muchas
veces se ha pensado en expropiarla para darle otro uso. Pero
es de mal gusto. No se puede dar un uso lúdico ni frívolo a
unas paredes que guardan en sus corazones de ladrillo tanto
dolor, tanta desesperación y tantas lágrimas. Hay que ser
muy hijoputa y muy descerebrado para reconvertir una cárcel
en centro cultural con sala de conciertos, no se oirían los
instrumentos, sino las voces de los condenados. Mal vagío al
máximo y mal fario patatero.
Pero Jenaro, el Delegado ha de atender mi ripio en verso
“Jenaro, Jenaro, con el talego ceutí lo tienes claro” Y
ganarse a la población echándole un cable a esa humanidad
que sufre que son los presos. Y escuchen, con las putas
nuevas normas de tráfico, cualquiera que se pase puede
acabar entalegado y chupando rejas, así que, el problema no
es de unos pocos, sino que nos concierne a todos. El
conseguir, no mejoras imposibles por la falta de espacio,
sino dineros para construir un nuevo talego, depende del
Delegado, la solución no es llevarse a los presos ceutíes a
cumplir y a joderse a Botafuegos, el desarraigo es duro y la
distancia por mar demasiada, la solución es que, nuestros
currantes jueces, den un poco de vidilla a los preventivos y
sean menos carceleros, que den votos de confianza a los no
reincidentes y se aligere el peso de los que están en
prisión preventiva, porque, realmente, en Ceuta parece que
no existe esa coletilla jurídica de obligada referencia de
“la prisión es la excepción”, aquí parece que no sale ni el
gato Micifuz. La justicia ceutí tiene una fama de dureza que
no la favorece, ser duro no es ningún mérito, el mérito es
ser antes que nada, justo, magnánimo y humanitario, buena
gente en una palabra. Y para solventar la trágica situación
de los presos ceutíes tienen que colaborar todas las
instituciones. En la cárcel de Ceuta la dirección y el
funcionariado son impecables, lo que faltan son metros y
echarle al tema cojones e imaginación.
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