¿Ustedes son de naturaleza
oliscona? Me refiero a si les gusta enterarse de chismes y
novedades, algo que los de la barriada del Palo llamamos
“oler” que aquí se dice “golé” y a los que “guelen” se les
denomina “goleóres” en el habla autóctona de este barrio
marinero. ¿Qué por que se llama el Palo? Dicen y cuentan los
más viejos que, allá por el siglo XVIII o XIX huno una
enorme tempestad y un navío naufragó, los únicos restos que
quedaron del bergantín fue el enorme palo donde iba sujeta
la vela que llegó llevado por la mar a una playa al este de
Málaga y fue un acontecimiento. La gente decía “Vamos a ver
la playa del palo” y acudían a presenciar la existencia de
la madera sobre la arena. Y así quedó el nombre, playa del
palo, que se extendió a las casitas de pescadores que vivían
a la vera de la arena con sus jábegas que son las
embarcaciones de origen fenicio en las que, todavía se
pesca.
Hecha la aclaración les diré y les contaré que, desde hace
unos veinte años comenzó en la ciudad de Málaga un fenómeno
migratorio-intelectual al que se ha dado últimamente por
llamar “turismo de idiomas” y nuestras autoridades se dan
mucho pisto con la llegada de estudiantes extranjeros. Al
principio tan solo existían para impartir clases de español
el Club Hispánico que montaron un grupo de profesores de
alemán e inglés y los cursos de la Universidad. Luego se vió
el negocio y comenzaron a proliferar pequeñas escuelas de
idiomas, traían a un par de guiris alemanes que supieran
español y a un inglés bilingüe y les ponían de maestros de
los estudiantes, requisitos los mínimos y oferta de sol,
playa, botellón y espetos de sardinas al tiempo que se
aprende a chapurrear el idioma de Cervantes.
El problema del alojamiento de los estudiantes que se
captaban mediante anuncios en universidades extranjeras se
palió con el eufemismo de “familia acogedora” es decir, que
se le paga a una familia por tener a un huésped extranjero y
proporcionarle cama, desayuno y cena o almuerzo, amén de
clases gratis de conversación en español y convivencia con
una familia española. En un principio hubo recelo porque
nadie parecía dispuesto a meter a un huésped guiri en sus
vidas, pero en Málaga y en toda España, a lo largo de los
distintos gobiernos de la Nación ha aparecido una nueva
clase media tremendamente empobrecida por las hipotecas y la
usura bancaria, una clase media que gusta de guardar las
apariencias y del “quiero y no puedo”, compuesta tanto por
familias convencionales como por divorciados y divorciadas o
jubilados y jubiladas aún más pobres si cabe. Se desaloja
una habitación y a cambio de unos quinientos euros al mes
metes a un guiri en tu vida. La escuela es la que paga y hay
muchas casas en Málagas cuyo único sustento es tener a tres
o cuatro guiris como huéspedes , que no es nada fácil, se lo
juro, porque hay veces que, el nuevo alojado se integra y se
hace amigo de la familia, pero hay otros que llegan en plan
prepotente, como a un hotel, que vistos los escasos ingresos
que perciben las familias sería más bien una fonda moruna,
comen como limas, para aprovecharse al máximo, asaltan la
nevera y son altivos y desagradables. Eso depende también de
la nacionalidad y de la educación que traiga aparejada cada
cultura. Los japoneses que vienen a aprender español y a los
que imparten clases en inglés de no tener a un japonés
hispanoparlante como maestro, son exquisitos, pero tienen el
problema de la utilización del cuarto de baño, porque se
lavan con una especie de paños calientes, hacen un ritual de
sus abluciones y tardan horas. Los americanos son
exactamente igual de simpáticos, generosos y amables que los
españoles, con los franceses no hay gran problema, pero los
que son un petardo son los alemanes. Comen fatal. Normal, en
su tierra de ellos nada más que comen comistrajos, no saben
utilizar los cubiertos y vienen, por lo general a
aprovecharse de todo al máximo, hasta “exigir” que se tengan
horas de conversación con ellos por parte de la familia
receptora para ampliar su vocabulario gratis. A eso llegan:
a todo gratis. Hasta las botellas de agua las rellenan en
casa de la familia para ahorrarse tener que comprarlas en el
supermercado. En fin, que en Málaga hay una crónica
guirilandia que nuestras autoridades llaman pomposamente
“turismo de idiomas”, que no suelen dejar ni un puto duro,
que gastan lo mínimo pero que salvan de la hambruna a muchas
familias empobrecidas y hacen ganar dinero a quienes
alquilan pisos por camas. Ya ven, yo siempre he apostado en
Ceuta por potenciar el turismo de idiomas, porque los
estudiantes, algo de dinero se dejan, aprovechan las playas
y el clima y son un medio de vida para muchas familias que
tienen que aguantar a esos coñazos y a sus pretensiones de
que se les den clases de español por la cara, por tal de
sacar una renta mensual de subsistencia.
¿Les gustaría a ustedes montar una guirilandia en Ceuta? La
infraestructura, el clima y la calidad de vida las hay,
haber si algún empresario se pone las pilas y se monta el
invento.¿Ven? Ya hemos “golío” en el tema del turismo de
guiris, a este paso vamos a hacer un hermanamiento
espiritual entre ceutíes y paleños, porque, a “goleares” no
hay quien nos gane.
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