Aunar las voluntades de los
ceutíes para obtener u documento que nos represente a todos,
que se haga eco de la diversidad y de los hechos
diferenciales de Ceuta parece tarea complicada a tenor de lo
ya comprobado como consecuencia de los intentos de acuerdo
para establecer o diseñar un texto de reforma estatutaria
que sea abrazado por todos.
Voces extra-parlamentarias, nacidas de organismos o
instituciones no políticas apuntan a la idea de que sean los
dos grandes partidos nacionales los que establezcan las
reglas del juego -de todos modos así fue como se otorgó el
actual estatuto de Autonomía-. Sin embargo no parece esta la
idea para el caso en el que se trabaja -no sabemos si sobre
barbecho- y que ha motivado no pocas disputas entre la
representación del gobierno autonómico y los que representan
a un electorado latente y potencialmente fuerte.
La cercanía para unos -no para todos afortunadamente que la
ven aún lejanas- de las elecciones locales-municipales (con
disfraz de autonómicas) del próximo mayo de 2007 provoca no
pocas intranquilidades y causa, de hecho, un intento de
aprovechamiento probablemente no exento de demagogia sobre
una circunstancia, la de nuestro futuro autonómico, que no
debiera ser motivo de disputas electorales y sí puesta en
común de razonamientos para la obtención de frutos positivos
para los ceutíes que somos, en definitiva, los que
padecemos, sufrimos o disfrutamos de los errores o aciertos
de quienes en su mano disponen de la posibilidad de marcar
la pauta en el camino o avance de nuestra sociedad.
Ceuta ya es una ciudad en la que la unidad parece una
quimera; posiblemente por su diversidad, pero no debe ser
ello óbice para que no haya lugar a la razón o a la
actividad -puesta al servicio de los ciudadanos- de la tan
común masa gris ubicada en la testa. Palabra esta última
asimilada a cabeza (cráneo), no a testiculina cuyo fácil uso
por su habitual confusión sólo conducen al disenso y no al
consenso. Ceuta necesita más testa y menos testiculina.
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