Uno es muy poco dado a ver la
televisión. Confieso, eso sí, que acostumbro a comprar los
partidos del Madrid y también a dormirme en los encuentros
que empiezan a las diez de la noche, si acaso no juega el
equipo merengue. Con la selección me está pasando ídem.
Porque a mí me sucede lo que un día contó Schuster:
que a partir de las once de la noche se le empiezan a cerrar
las cortinillas, y principia a dar cabezazos. Y llegado a
ese extremo todos sabemos que aparece el malhumor y ya nada
de cuanto acontece en la pantalla despierta el menor
interés.
De manera que no sé si ponerme a enjuiciar al equipo de
España, tras haber hecho público que las pasé canutas para
no perderme detalle del juego de los nuestros frente a rusos
y egipcios. Dos partidos soporíferos y que han sembrado de
dudas a Luis Aragonés. Quien está convencido de que
sus seleccionados son muy buenos técnicamente. Y que, debido
a ello, ha de primar en su juego mucha posesión de balón y
tocar y tocar... Alega Aragonés que en el cuerpo a cuerpo
sus futbolistas llevan las de perder, incluso enfrentándose
a selecciones de mucho menor rango que la nuestra.
En vista de que tengo al seleccionador a mucha distancia de
mí, y existen millones y millones de probabilidades de que
no lea esta columna, me atreveré a llevarle la contraria al
“Sabio de Hortaleza”: España no es tan buena técnicamente
como él proclama y la posesión del balón no es sinónimo de
victoria. Pues a buenas horas mangas verdes se ha dado
cuenta Luis de que sus hombres se pasan la pelota sin
avanzar y apenas hacen mella en los rivales. Los rusos
jugaron con gran comodidad y no pasaron el menor apuro a la
hora de defenderse. Hacían un repliegue intensivo y ello les
bastaba y les sobraba para que ni Villa, ni Luis
García, ni Torres, les pusieran en aprietos.
Menos mal que los rusos en ataque sólo contaban con una
jugada que repetían hasta la saciedad: los defensas pasaban
en largo y al espacio libre a un delantero que se escoraba a
la izquierda, pero que nunca llegaba a tiempo de hacerse con
el balón. Contra Egipto se volvieron a repetir los mismos
defectos y la victoria se debió más a la ineficacia de los
del Nilo y, desde luego, a que su portero falló
estrepitosamente en el primer gol.
Se queja Luis de la cantidad de balones que pierde su equipo
en el medio terreno y de la falta de llegada al marco
contrario con más rapidez y mayor precisión. Pero él insiste
en situar a Albelda como escudo de la defensa. Un
error que no quiere reconocer. Cuando Senna ha venido
demostrando en el Villarreal que está capacitado para hacer
labores de recuperación y su manejo de balón es superior al
del valenciano. Sin Albelda el equipo no se resiente
defensivamente, tiene más movilidad y el balón es mejor
jugado desde atrás.
Otro problema está en la defensa. No se cansa Luis de decir
que los laterales han de subir por sus pasillos y centrar.
Una tarea que a Sergio Ramos le cuesta lo
indecible y que Antonio López tampoco practica
con éxito. Y qué decir cuando se les presenta la oportunidad
de driblar a su oponente y abrirse camino hacia la portería
rival. Se les ve a la legua que carecen de recursos. En
cambio, no tiene ningún reparo el seleccionador en airear
que le gusta más Ramos de lateral. Y a mí me sorprende que
un hombre tan experimentado en los banquillos no piense lo
siguiente: la selección está jugando con dos centrales que
sólo manejan la pierna derecha. Ramos y Puyol, por
necesidades del guión, pueden intercambiar posiciones. Pero
Pablo es hombre muerto en la izquierda. Algo que no
se le debe escapar al seleccionador, porque puede cambiar el
rumbo de un partido. Este detalle es merecedor de más
explicación.
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