Transfronterizo, el que opera por encima de las fronteras.
Trabajadores transfronterizos: durante el día en Ceuta y de
noche en Marruecos. No existen cifras concretas sobre el
número de personas que trajina con este permiso en la Ciudad
Autónoma, aunque pasan de las dos mil; la Oficina de
Extranjería sí determina que alrededor de 300 personas
alcanzaron este estatus en el último proceso de
regularización, que emprendió el Gobierno el pasado año
2005.
Son trabajadores de ida y vuelta: ciudadanos marroquíes (de
la zona periférica de Ceuta) que pueden desempeñar una tarea
en la ciudad pero no residir en ella (ni siquiera
pernoctar). Cruzan a diario la frontera para trabajar en la
construcción, como mecánicos y, en el caso de las mujeres,
para ejercer como empleadas del hogar. Para ello han de
seguir un proceso burocrático y de verificación bastante
extenso, a pesar de que los técnicos de la Oficina de
Extranjería se empeñan en facilitar los trámites cuanto
pueden.
La obtención del permiso implica la existencia de un
contratante ceutí que deberá acreditar a qué se dedica y por
qué necesita a un trabajador extranjero. Porque si cualquier
nacional o residente apuntado en las listas del INEM puede
desempeñar esa tarea tiene preferencia sobre el
transfronterizo; proceso que sólo se rompe si la actividad
está dentro del Catálogo de Difícil Cobertura. El
contratado, tiene obligación de justificar su cualificación
profesional, sus antecedentes, su estado de salud, y su
empadronamiento en la zona fronteriza: la provincia de
Tetuán, y zonas de Tangrán y tangerinas. Si todo es
correcto, el ciudadano marroquí recibe su tarjeta de
trabajador transfronterizo de manos de la Policía.
Tarjeta: pasaporte a la Península
Algunos de los trabajadores que han obtenido este permiso de
empleo no han dudado en utilizarlo para cruzar hacia la
Península en barco, aprovechando su similitud con la tarjeta
de residencia en España que sí permitiría salir de la Ciudad
Autónoma. Ambos documentos son muy parecidos y sólo en la
parte superior se indica su carácter. La Policía, por otro
lado, es muy meticulosa en la comprobación de los datos
personales, en compararlos con los del pasaporte y en
verificar la autenticidad de la fotografía. Así, alrededor
de 2.000 personas fueron detenidas, a lo largo de 2005, en
el puerto de Ceuta cuando se disponían a embarcar hacia
Algeciras. Falsificación de los documentos o manipulación de
la imagen. Hechos detectados por los agentes de Policía que
trabajan en la misma puerta de embarque.
En el caso de los trabajadores transfronterizos que han
intentado cruzar el Estrecho (y que lo han conseguido) la
cuestión es simple: sus datos coinciden en todo momento,
porque la tarjeta está en regla; la ilegalidad: el permiso
transfronterizo no permite salir de Ceuta y sólo sirve para
trabajar, no para residir. Mientras están en Ceuta, se
manejan por sí solos; una vez en la Península cuentan con
familiares u otro tipo de contactos que les ayudan a
establecerse de manera ilegal. Está claro que su destino no
es el puerto gaditano de Algeciras, sino ciudades como
Madrid, Barcelona o Valencia, por citar algunas. El objetivo
vuelve a ser el trabajo, aunque está vez, incrementando las
cifras de la ya amplia economía sumergida española.
Trabajo al fin y al cabo
Pero la mayoría ejerce para lo que se le habilita
administrativamente, es decir, para ganar un sueldo. El caso
más llamativo y numeroso: las asistentas del hogar que
inundan los domicilios ceutíes. Para ellas, el reglamento de
Extranjería permite una salvedad: no necesitan una oferta de
trabajo. La directora de la Oficina, Salvadora Mateos,
explica que así se agilizan los trámites y que se juega con
la “confianza” que se establece entre contratantes y
contratadas. Muchas de ellas permanecen en un hogar concreto
durante muchos años; el vínculo se convierte, a veces, en un
lazo familiar.
El resto de trabajadores transfronterizos se dedican a
ocupaciones diversas con mayor o menor grado de
cualificación. Desde profesores hasta reponedores en
supermercados, pasando por camareros o técnicos del servicio
de reparación de los calefactores. Juan Jesús Vivas,
presidente de la Ciudad Autónoma, pedía recientemente la
contratación de ceutíes en para ejecutar las obras que se
llevan a cabo en la ciudad. Pero es una realidad, ni buena
ni mala, que en muchas de las subcontratas locales se emplea
a trabajadores transfronterizos, que pasan a formar parte de
la marcha de la economía de la Ciudad Autónoma como afiliado
a la Seguridad Social. Las autoridades previenen el fraude
en este sentido obligando a que el contrato sea a tiempo
completo y con una duración mínima de un año; y siempre
atendiendo a la cualificación del trabajador. Como cualquier
ciudadano de derecho y como no podía ser de otra forma.
Finalmente, hay que destacar la cantidad de personas que,
con permiso transfronterizo, hacen de porteadores entre
Ceuta y Marruecos a través del paso comercial del Biutz (en
pleno polígono del Tarajal). Según las estadísticas, se
‘pierden’ de 1.000 a 1.500 millones con las mercancía
alegales que circulan por la frontera.
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