Que a Francia no hay país europeo
que le ose tocar los beneficios adquiridos por sus
territorios extraeuropeos es una realidad; que a Holanda no
hay en la UE nadie que le tosa para deshacer ventajas
logradas para sus regiones allende los tulipanes es un
hecho… Sin embargo que a España le suelen dar por donde
amargan los pepinos cada vez que algún país europeo
(Alemania u otro similar) le salga de las narices también es
una verdad evidente si nos atenemos a la realidad de la
reciente pérdida de las restituciones lácteas por una
iniciativa del gobierno alemán al querer proteger así a sus
empresas al sentir cierta competencia desde Italia porque
unos emprendedores transalpinos afincados en Ceuta (España)
resultaban beneficiarios de tales restituciones operando
industrialmente desde nuestro país y acogiéndose a la
potencialidad que ‘supuestamente’ ofrece la Ciudad Autónoma
como consecuencia de la aplicación para esta región
‘europea’ de las llamadas Reglas de Origen.
España ante la iniciativa alemana sólo ha podido protestar,
tarde eso sí y casi como siempre, en un intento de retornar
al anterior status -antes de la pérdida de estas
restituciones-. Entre tanto, la industria ubicada en Ceuta
pierde competitividad en Europa pese a que su facturación
anual signifique una simple mensualidad de la facturación
láctea total en el transcurso de una anualidad. O sea, una
‘miaja’ para la gran producción alemana. Pero, claro,
Alemania protege a la perfección sus intereses aunque a
costa de ‘pisar’ a socios europeos de menor enjundia como
España. Y si no que se lo pregunten al gobierno español con
la famosa OPA de la germana E-on sobre Endesa; la pelea del
gobierno de Zapatero por frenarla y la posición alemana
ayudada por Bruselas para adquirir los derechos de la
energética española.
Así las cosas el temor se cierne sobre la pequeña industria
ya instalada en Ceuta dado que la evidente debilidad
española -en depende de qué asuntos- en Europa, unido al
poco peso cuando no falta de experiencia de la Ciudad
Autónoma en las altas instancias comunitarias y añadido a la
mínima atención del Estado en estos asuntos sobre la Ciudad
-a diferencia de la prestada a Canarias-, provoca que esa
incertidumbre haga mella en el inversionista cuando analiza
la conveniencia o no de instalarse en Ceuta.
|