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OPINIÓN - SÁBADO, 3 DE JUNIO DE 2006

 
OPINIÓN / EL MAESTRO

El bachillerato radiofónico

Por Andrés Gómez Fernández


En la década de los sesenta, en la mayoría de las localices existía el mismo problema: el de la Enseñanza Media, y, posiblemente, la misma solución, que, en general, era recurrir al establecimiento del llamado Bachillerato Radiofónico; aunque la solución también pasaba por la fórmula de la “modalidad libre”, para lo cual el alumnado tenía que examinarse en el Instituto de la localidad más próxima. En este caso conviene mencionar la labor desarrollada por los maestros de Enseñanza Primaria residentes en el lugar, y otros particulares que, con buena preparación, aportaron también su “granito de arena”.

En el pueblo donde ejercí por primera vez como maestro de Enseñanza Primaria –Barbate- hace cuarenta años, el problema preocupaba hondamente. La población era ligeramente superior a veinte mil habitantes, y llevaban los responsables locales muchos años luchando por resolver el problema arbitrándose muchas fórmulas para conseguir disponer de un Centro de Media. Dejando a un lado los distintos intentos, cuya enumeración resultaría una labor demasiado exhaustiva, sólo servirían de referencia que las gestiones se iniciaron, para disponer de un Instituto, sin tener en cuenta la creación de centros de Formación Profesional, en 1962 para, por fin, en 1965, acordarse la construcción de un Centro de Enseñanza Media con categoría de Colegio Libre Asociado, con capacidad para algo más de seiscientos puestos escolares. El proceso culminó en 1969, pasando a ser, una vez comenzado el curso, a Sección Delegada. Para que el hecho en sí se convirtiera en realidad, se tuvo que hacer el “recuento” previo de aquellos alumnos y alumnas que se pensaba que se matricularían en el nuevo Centro, contabilizándose, aproximadamente, en medio centenar de alumnos los que estudiaban por libre y los que habían iniciado sus estudios en el Bachillerato Radiofónico. A estos habían que añadir aquellos que se matriculaban en Centros de Media en otros Municipios, o bien, de la misma provincia, o, en otras.

Mientras todo esto se planteaba, parcialmente se resolvió el problema con el establecimiento del Bachillerato Radiofónico, que acogía a un grupo bastante importante de alumnos, con la particularidad que se matriculaban chicos jóvenes y adultos, ya que las clases empezaban después de la finalización de la jornada escolar de los alumnos de Enseñanza Primaria. Y era el eterno problema: no disponer de centros adecuados, por lo que se utilizaban las aulas de un Colegio Público.

Es obligado destacar la labor realizada por D. Antonio Plasencia Conti, director del Centro Público donde se desarrollaban las clases, que demostró su gran preocupación por colaborar en resolver el problema de la Enseñanza Media de la localidad.

Yo fui integrado en el equipo de responsables que teníamos que atender al alumnado. Me hice cargo de las asignaturas de Matemáticas y de Ciencias. Nuestra labor, en principio, consistía en facilitar a los alumnos, los materiales y actividades que favorecían su preparación, juntos a los denominados “Guiones Didácticos”, auténticos libros de textos, formaban un conjunto las emisiones radiofónicas, los cuadernos complementarios y los cuadernillos de exámenes mensuales. Peor, en realidad, nosotros actuábamos con plena libertad, como si se trataran de clases normales.

El equipo de responsables teníamos que acudir a la capital de la provincia, todos los meses. Se elegía el sábado, y allí el profesorado adscrito al sistema de Bachillerato, nos reunía por especialidades, donde cada responsable exponía sus problemas. Eran reuniones de coordinación. Como allí acudíamos grupos de distintas partes de la provincia, resultaban las sesiones muy intensas, muy largas, lo que hacía que prácticamente la jornada se agotara. Pero llegaba el momento de la compensación económica: entrega en mano de las tres mil pesetas que nos abonaban por nuestro trabajo, de las que teníamos que descontar desplazamientos y comidas. Merecía la pena este complemento al ridículo sueldo que percibíamos en aquellos tiempos, que estaba en algo más de cuatro mil pesetas.

Tuvimos muchas dificultades para desarrollar nuestra labor. Las aulas donde impartíamos las clases no estaban acondicionadas para adultos; la instalación eléctrica en nuestra localidad tenía muchos fallos, y, con frecuencia nos quedábamos a oscuras, apoyados, momentáneamente por las clásicas velas, y terminando por suspender las clases. Por lo demás, contábamos con la buena predisposición del alumnado, con lo cual la motivación del grupo responsable era muy alta.

Los exámenes finales se tenían que realizar en la propia localidad, para lo cual se desplazaban un grupo de profesores-tutores. Se elegían cada año lugares distintos. En general, se tenían en cuenta nuestras informaciones con respecto a las evaluaciones mensuales, asistencia a clase, interés demostrado, etc. Los resultados fueron muy positivos. Sólo cuando se implantó la E.G.B., en el curso 71-72, desapareció, aún quizás, con adultos las dos modalidades de Bachillerato, convivieron algún tiempo. El Bachillerato Radiofónico era totalmente gratuito. No pagaban los alumnos ni las clases ni el material recibido. Estaba organizado por el Centro Nacional de Enseñanza Media por Radio y Televisión. A nivel provincial su organización dependía de las Comisarías de extensión Cultural.

Sirva como ejemplo comparativo los contenidos de Matemáticas de 3º Curso: Matemáticas Moderna, número racional, aplicaciones, proporcionalidad, ecuaciones lineales, inecuaciones, sistemas de ecuaciones, proporcionalidad, Geometría plana y del espacio, Trigonometría…. (Este programa pertenecía a una materia del llamado Bachillerato Elemental, al ser de tercer nivel, correspondía a un alumno de trece años; en la actualidad se correspondería, por la edad, con un alumno de 1º de la ESO, ¿hemos progresado?). El Bachillerato Radiofónico fue una gran aventura. Un reto para los maestros de Enseñanza Primaria, que como siempre, supimos entregarnos para superar las carencias que en Enseñanza Media existían en localidades, algunas de gran importancia, como era el caso de Barbate.
 

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