En la década de los sesenta, en la mayoría de las localices
existía el mismo problema: el de la Enseñanza Media, y,
posiblemente, la misma solución, que, en general, era
recurrir al establecimiento del llamado Bachillerato
Radiofónico; aunque la solución también pasaba por la
fórmula de la “modalidad libre”, para lo cual el alumnado
tenía que examinarse en el Instituto de la localidad más
próxima. En este caso conviene mencionar la labor
desarrollada por los maestros de Enseñanza Primaria
residentes en el lugar, y otros particulares que, con buena
preparación, aportaron también su “granito de arena”.
En el pueblo donde ejercí por primera vez como maestro de
Enseñanza Primaria –Barbate- hace cuarenta años, el problema
preocupaba hondamente. La población era ligeramente superior
a veinte mil habitantes, y llevaban los responsables locales
muchos años luchando por resolver el problema arbitrándose
muchas fórmulas para conseguir disponer de un Centro de
Media. Dejando a un lado los distintos intentos, cuya
enumeración resultaría una labor demasiado exhaustiva, sólo
servirían de referencia que las gestiones se iniciaron, para
disponer de un Instituto, sin tener en cuenta la creación de
centros de Formación Profesional, en 1962 para, por fin, en
1965, acordarse la construcción de un Centro de Enseñanza
Media con categoría de Colegio Libre Asociado, con capacidad
para algo más de seiscientos puestos escolares. El proceso
culminó en 1969, pasando a ser, una vez comenzado el curso,
a Sección Delegada. Para que el hecho en sí se convirtiera
en realidad, se tuvo que hacer el “recuento” previo de
aquellos alumnos y alumnas que se pensaba que se
matricularían en el nuevo Centro, contabilizándose,
aproximadamente, en medio centenar de alumnos los que
estudiaban por libre y los que habían iniciado sus estudios
en el Bachillerato Radiofónico. A estos habían que añadir
aquellos que se matriculaban en Centros de Media en otros
Municipios, o bien, de la misma provincia, o, en otras.
Mientras todo esto se planteaba, parcialmente se resolvió el
problema con el establecimiento del Bachillerato
Radiofónico, que acogía a un grupo bastante importante de
alumnos, con la particularidad que se matriculaban chicos
jóvenes y adultos, ya que las clases empezaban después de la
finalización de la jornada escolar de los alumnos de
Enseñanza Primaria. Y era el eterno problema: no disponer de
centros adecuados, por lo que se utilizaban las aulas de un
Colegio Público.
Es obligado destacar la labor realizada por D. Antonio
Plasencia Conti, director del Centro Público donde se
desarrollaban las clases, que demostró su gran preocupación
por colaborar en resolver el problema de la Enseñanza Media
de la localidad.
Yo fui integrado en el equipo de responsables que teníamos
que atender al alumnado. Me hice cargo de las asignaturas de
Matemáticas y de Ciencias. Nuestra labor, en principio,
consistía en facilitar a los alumnos, los materiales y
actividades que favorecían su preparación, juntos a los
denominados “Guiones Didácticos”, auténticos libros de
textos, formaban un conjunto las emisiones radiofónicas, los
cuadernos complementarios y los cuadernillos de exámenes
mensuales. Peor, en realidad, nosotros actuábamos con plena
libertad, como si se trataran de clases normales.
El equipo de responsables teníamos que acudir a la capital
de la provincia, todos los meses. Se elegía el sábado, y
allí el profesorado adscrito al sistema de Bachillerato, nos
reunía por especialidades, donde cada responsable exponía
sus problemas. Eran reuniones de coordinación. Como allí
acudíamos grupos de distintas partes de la provincia,
resultaban las sesiones muy intensas, muy largas, lo que
hacía que prácticamente la jornada se agotara. Pero llegaba
el momento de la compensación económica: entrega en mano de
las tres mil pesetas que nos abonaban por nuestro trabajo,
de las que teníamos que descontar desplazamientos y comidas.
Merecía la pena este complemento al ridículo sueldo que
percibíamos en aquellos tiempos, que estaba en algo más de
cuatro mil pesetas.
Tuvimos muchas dificultades para desarrollar nuestra labor.
Las aulas donde impartíamos las clases no estaban
acondicionadas para adultos; la instalación eléctrica en
nuestra localidad tenía muchos fallos, y, con frecuencia nos
quedábamos a oscuras, apoyados, momentáneamente por las
clásicas velas, y terminando por suspender las clases. Por
lo demás, contábamos con la buena predisposición del
alumnado, con lo cual la motivación del grupo responsable
era muy alta.
Los exámenes finales se tenían que realizar en la propia
localidad, para lo cual se desplazaban un grupo de
profesores-tutores. Se elegían cada año lugares distintos.
En general, se tenían en cuenta nuestras informaciones con
respecto a las evaluaciones mensuales, asistencia a clase,
interés demostrado, etc. Los resultados fueron muy
positivos. Sólo cuando se implantó la E.G.B., en el curso
71-72, desapareció, aún quizás, con adultos las dos
modalidades de Bachillerato, convivieron algún tiempo. El
Bachillerato Radiofónico era totalmente gratuito. No pagaban
los alumnos ni las clases ni el material recibido. Estaba
organizado por el Centro Nacional de Enseñanza Media por
Radio y Televisión. A nivel provincial su organización
dependía de las Comisarías de extensión Cultural.
Sirva como ejemplo comparativo los contenidos de Matemáticas
de 3º Curso: Matemáticas Moderna, número racional,
aplicaciones, proporcionalidad, ecuaciones lineales,
inecuaciones, sistemas de ecuaciones, proporcionalidad,
Geometría plana y del espacio, Trigonometría…. (Este
programa pertenecía a una materia del llamado Bachillerato
Elemental, al ser de tercer nivel, correspondía a un alumno
de trece años; en la actualidad se correspondería, por la
edad, con un alumno de 1º de la ESO, ¿hemos progresado?). El
Bachillerato Radiofónico fue una gran aventura. Un reto para
los maestros de Enseñanza Primaria, que como siempre,
supimos entregarnos para superar las carencias que en
Enseñanza Media existían en localidades, algunas de gran
importancia, como era el caso de Barbate.
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