Hace ya seis meses esperaba en la cola de la Biblioteca
Municipal de Bidebarrieta hojeando un manoseado ejemplar de
‘La música del azar’, un curioso ensayo de Paul Auster sobre
la maravillosa importancia de lo azaroso en la literatura y
por ende en la vida. En aquellos días ahogaba la abulía del
desempleado entre libros y paseos. Es bien sabido que bares
y bibliotecas son el mejor refugio de los parados. En esas
estaba cuando, rompiendo la quietud reinante, sonó mi móvil.
Un extraño prefijo, 956, aparecía en la pantalla del
teléfono. Llamaban desde Ceuta. Tenían un trabajo para mí. Y
aquí estoy. El azar se esconde en casi cualquier sitio y su
melodía siempre sorprende.
Seis meses después, mi camino vuelve a cruzarse con el de
Paul Auster. El jurado del Premio Príncipe de Asturias ha
decidio otorgar el galardón de este año al escritor
neoyorquino por su exploración de los nuevos ámbitos de la
realidad en una literatura amante del detalle y las
historias. Minuciosa, estética, moderna y valiente. Y
siempre provocadora. La literatura de Auster, compleja y
fluida como la vida misma, se construye piedra a piedra por
entre las calles de Brooklyn, rebusca en las historias y se
deja llevar por los quiebros del destino detallando cada
paso, cada esquina de ese Nueva York que es ya un personaje
más de sus novelas. La literatura de Auster embriaga y
enseña a vivir con uno mismo. Desde aquel ‘Ciudad de
Cristal’, maravillosa y sorprendente primera parte de la
conocida ‘Trilogía de Nueva York’ hasta su reciente
‘Brooklyn Follies’ (su novela más luminosa, dice el propio
autor), pasando por la oscura e inquietante ‘El país de las
últimas cosas’, o la biografía de su amigo Benjamin Sachs,
‘Leviatán’, una estupenda radiografía de las obsesiones de
los estadounidenses, sin olvidar ‘El libro de las
ilusiones’, probablemente una de sus mejores y más
emocionantes obras que, precisamente, lleva al cine el mismo
Paul Auster bajo el título de ‘La vida interior de Martin
Frost’, No es la primera vez que Auster se pone tras las
cámaras. Ya lo hizo, de la mano de su amigo Wayne Wang, con
‘Smoke’, basado en un relato corto del escritor neoyorquino,
‘Blue in the face’, ejercicio de improvisación con el
metraje de película sobrante de ‘Smoke’ y la fallida ‘Lulu
on the Bridge’.
Paul Auster detalla la vida al minuto, paso a paso, en una
tradición literaria estrechamente unida a un periodismo
perdido, el que atrapa las sustancias intangibles, el que
hace visibles los hilos invisibles, el que se agarra alos
detalles de la vida. Una literatura que pasea a paso lento,
conun cuaderno bajo el brazo, anotando cada esquina de su
Brooklyn del alma, “el ombligo del mundo” literario de Paul
Auster, habitat de personajes abandonados al azar,
vapuleados por la vida. Cuatro personajes principales
habitan el mundo de Paul Auster: Nueva York, el azar, el
antihéroe que se reinventa desde las cenizas y la
literatura. Admirador y gran conocedor de Cervantes (al que
cita frecuentemente en ‘La Ciudad de Cristal’),la magia del
azar y su Nueva York natal, los personajes de Auster -el
Martin Frost del ‘Libro de las Ilusiones’ es un buen
ejemplo) salen del pozo de sus infiernos personales y
reiventan su futuro desde las cenizas del pasado. Una sabia
lección que debemos interiorizar y que el Premio Príncipe de
Asturias, sabiamente, ha querido premiar. Felicidades. Y
gracias.
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