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OPINIÓN - JUEVES, 1 DE JUNIO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Cucurull contra Aróstegui
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hace días hablábamos aquí de la Manzana del Revellín y de cómo Aróstegui viene usando ese litigio para amargarle la vida a Juan Vivas y, sobre todo, a Nicolás Fernández Cucurull. El primero, es decir, el presidente, cada vez que le toca tragarse ese sapo hace gárgaras y escupe mil veces en el lavabo acordándose del hombre que un día, siendo concejal de Economía y Hacienda, quiso montar una fábrica de leche pasteurizada y se le fue el dinero invertido en tan solo comprar una vaca y unos terrenos pedregosos donde había un chamizo astroso, como prueba de la espléndida idea tenida para ir convirtiendo a Ceuta en una ciudad industriosa.

A ver esos terrenos, creo recordar que me llevó Manolo González Bolorino. El cual me fue explicando, detalladamente, el proyecto de su amigo Juan Luis, en aquel tiempo, entre risas sardónicas, marca de la casa. La verdad es que Manolo cuando está a gustito uno termina no sólo riéndose sino comiendo el mejor jamón y el mejor queso de toda la ciudad. Además de quedar enterado de cuanto él desea contar a ver si nos da por propalarlo. Una manera de actuar tan digna como cualquier otra. Muchos años he tardado en divulgar esta anécdota y ello hará que ni siquiera el manda de la televisión local se acuerde ya de aquel paseo campestre que nos dimos en una mañana de primavera, por tierras de Benzú. Y que a él le sirvió para pasárselo bien a costa de ridiculizar a un Aróstegui que ya no significaba nada para quien se había dado cuenta de que su compañero político era un perdedor y había que irse distanciando de su compañía por sistema. Máxime cuando las campañas electorales costaban una pasta gansa y el candidato, Juan Luis, no daba la talla en las urnas.

En lo tocante al segundo, o sea, a Fernández Cucurull, como no consigue aguantar contrariedades sin exteriorizarlas, ha decidido que Vivas puede hacer un ejercicio de contención por medios de las gárgaras, pero que él se va directo al juzgado de guardia para querellarse contra un “bravucón” que se ha erigido en ministro de un ministerio de la verdad con pinta de secta. A uno, cuando lee lo dicho por el senador en conferencia de prensa, no le queda más remedio que reírse por lo bajinis al comprobar que lo de secta, aunque tarde en el tiempo, ha hecho carrera y ya empieza a preocupar a la aristocracia del PP.

Por tal motivo, yo le aconsejo a Nicolás que se ponga en contacto, a la mayor brevedad, con Adolfo Espí (de quien también hablé recientemente), y trate de sonsacarle los nombres de quienes han hecho posible que Aróstegui no sólo se atreviera a denunciar lo de la manzana sino que, también han puesto los billetes encima de la mesa para que que el pleito llegue hasta el final. Reconozco que esa ha sido mi tarea durante algún tiempo, pero recibí siempre la misma respuesta por parte de Espí: “Cuando el problema de la Manzana del Revellín deje de estar en los juzgados, yo te prometo que sabrás los nombres de quienes han tratado de ir contra la gestión de Juan Vivas”.

Verdad es que no hay que ser muy listo para acertar con los nombres de algunas de las personas implicadas en el caso, mas comprenderán que sería una temeridad por mi parte lucirlas en plaza pública, sin las pruebas convenientes. Me consta, además, que algunas se han arrepentido, porque han accedido a ciertas prebendas de la Ciudad. Aunque ya no pueden dar marcha atrás. Pues bueno es Juan Luis. Aun así, Nicolás, si no consigues que Espí cante, yo que tú, antes de querellarme contra Aróstegui, miraría a mi alrededor para descubrir a quienes por un lado adulan al presidente, mientras por otro procuran sacarte de tus casillas. Y, zas, tipo amargado.
 

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