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					Son muchos los estudiosos sobre temas educativos que están 
					totalmente de acuerdo en el análisis de nuestro sistema 
					educativo. Y llegan a la siguiente conclusión: pasa por una 
					etapa muy delicada. “Está enfermo”. Se halla en fase 
					terminal. 
					 
					La causa de esta alarmante “enfermedad” está en la 
					paralización de la LOCE, Ley de Calidad de la Enseñanza, por 
					el actual gobierno, una ley orientada a corregir los daños 
					causados por la LOGSE de 1990, que lo único que ha 
					conseguido ha sido una seria apuesta por la prolongación del 
					deterioro del sistema. 
					 
					La comparación de España con sus socios europeos es una 
					prueba concluyente de que estamos cada vez más alejados de 
					las posiciones de los que formamos la Europa de los quince; 
					pero, con casi toda seguridad, más alejados de los nuevos 
					socios, lo que significa que el retraso de medidas 
					correctoras por la paralización de la LOCE, hace, a estas 
					alturas, matemáticamente imposible alcanzar las metas de 
					referencia acordadas en el seno de la Unión para 2010; y 
					lejos de converger, desde principios de 2000 estamos 
					divergiendo de los valores medios de la Unión Europea. 
					 
					Entre los principales problemas de nuestro sistema, se 
					encuentran el elevado índice de abandono educativo temprano 
					y la baja tasa de graduación en Educación secundaria 
					superior (Bachillerato). Parece lógico que los Gobiernos 
					sientan la tentación de combatirlos con incrementos 
					presupuestarios, pero el dinero no es la solución, ya que se 
					piensa que “el gasto educativo difícilmente puede compensar 
					los efectos generalizados de políticas inadecuadas para la 
					mejora de los resultados escolares”. La rebaja de los 
					estándares académicos para lograr “una educación que 
					alcanzase a todos” ha dado como resultado los “valores 
					mediocres del rendimiento escolar en materias básicas”. Pero 
					todo no se puede cargar al Gobierno, sobre la deficiente 
					educación que imparte en España, de lo que son también 
					responsables las Comunidades Autónomas. (1) 
					 
					Ahora aparece un nuevo problemas con la nueva asignatura de 
					Educación para la Ciudadanía, donde los contenidos pactados 
					entre el partido del Gobierno y otros, están “claramente 
					apartados del consenso social”. En particular, uno de los 
					partidos, a través de su portavoz, avisó que “si ese es el 
					camino” su grupo se verá forzado a denunciar “el fraude 
					político que pueda implicar el desarrollo de la ley, 
					respecto al espíritu y contenido del pacto”. Una situación 
					que hace tambalear el respaldo que la federación 
					nacionalista dio a la Ley Orgánica de Educación (LOE), sobre 
					todo después de haber consensuado con el PSOE que el 
					desarrollo de la norma se haría conjuntamente con la citada 
					federación. 
					 
					Más allá de aspectos ideológicos, el gobierno socialista 
					debe tener en cuenta también las nuevas competencias 
					estatutarias para que el desarrollo competencial de la Ley 
					pueda ser aceptada. El portavoz de la ya citada federación 
					quiso dejar claro al Ejecutivo que “en función de cuál sea 
					el despliegue que el Gobierno socialista haga de la LOE, no 
					lo compartirá, y la Ley, en este caso, perdería uno de los 
					apoyos parlamentarios más importantes que tuvo”. 
					 
					Por parte del Ministerio se asegura que “se ha apostado por 
					la renovación, la modernización, por ser un pilar de 
					progreso, que coincide con el resto de países europeos, y 
					aboga por una educación no discriminatoria en un contexto de 
					globalización. Asimismo dejó claro que “el Ministerio no va 
					a regatear en esfuerzos para lograr un mejor sistema 
					educativo”, aunque reconoció que es algo que también 
					requiere de “la ayuda y el apoyo de todos”. Y se acusa a los 
					grupos anti-LOE de adoctrinamiento. A veces, algunos de sus 
					mensajes dan la idea de que haya más voluntad de 
					adoctrinamiento por parte de esos grupos que mediante 
					nuestras propuestas, que son abiertas y sujetas a discusión. 
					 
					No hay ningún afán de adoctrinamiento escolar por parte del 
					Gobierno, “ni de imposición” de ningún tipo de moral, y 
					pidió a quienes “quieran entrar en polémicas” que no 
					“caricaturicen” las propuestas del Ministerio. Asimismo 
					insistió en la necesidad de tratar en los centros escolares 
					la realidad cambiante de la familia. 
					 
					Precisamente los contenidos de Educación para la Ciudadanía 
					no convencen a los padres católicos, quienes recurrirán “a 
					la objeción de conciencia” para defender a sus hijos de un 
					“adoctrinamiento que recuerda peligrosamente a los intentos 
					de las dictaduras por formar la conciencia colectiva de sus 
					pueblos”. Sostienen que seguirán enseñando a sus hijos que 
					“desde el respeto a todas las personas y a sus opciones 
					sexuales, no hay más que una única familia: la que forman el 
					padre y la madre con sus hijos”.  
					 
					La polémica salta a raíz del tema “La familia y sus 
					distintos tipos”, que apunta que, dentro de los mismos, hay 
					lugar para las uniones de parejas homosexuales. 
					 
					Conviene no olvidar que la nueva asignatura responde a una 
					recomendación de la U.E. para paliar el “déficit 
					democrático”. En principio la idea no era mala para 
					construir una Europa más consciente, más solidaria, más 
					participativa, más responsable y libre. Pero, el nuevo 
					“borrador” da la impresión que las buenas intenciones han 
					quedado parcialmente olvidadas. ¿Qué tendrán que ver el 
					“pluralismo moral” o la “sexualidad” con la recomendación de 
					la U.E.? ¿Qué derecho tiene el Estado a intervenir en las 
					conciencias de los ciudadanos? ¿Qué consistencia puede tener 
					esa falsa moral? Si algo está claro es que hay unos 
					profundos valores, una conciencia de compromiso para los 
					demás que sólo en la familia se aprende. 
					 
					Una lucha, que se presenta antes de comenzar el curso, y que 
					da la impresión que la va a suspender el Gobierno. Y que 
					cuentan –los padres- con la “sintonía total de la 
					Conferencia Episcopal”, que afirma que la asignatura se 
					sitúa al borde de la constitucionalidad. 
					 
					(1) “El legado de la LOGSE” de Francisco López Rupérez, 
					consejero de Educación de la OCDE. 
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