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OPINIÓN - SÁBADO, 29 DE JULIO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

La maestra liendre
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

De vivir mi agüelico, el tío José, aquel que murió en el Protectorado Español profundo porque no tenía dinero para comprar penicilina en el estraperlo, apuesten cualquier cosa a que me llamaría “La maestra liendre” que es “la que de ná sabe y de tó entiende”. Y es verdad, mi sabiduría es escasa, pero tengo las entendederas despiertas y, a cambio de un mísero estipendio de escribidora, estoy dispuesta a opinar sobre cuanto acontezca. Es más, si me incentivan, puedo opinar en versos alejandrinos, componer ripios en forma de sonetos y hasta diseñar pasodobles con unas letras que sean mezcla de desgarro y sentimiento. Las monedas entran en mi caja registradora y de su candencia dependen la rapidez y el entusiasmo con el que resuenan las teclas de mi ordenador.

Y precisamente, en estos momentos de mis vivencias como maestra Liendre, aparece la Ley de la Memoria Histórica, o como carajo se llame esa inmensa y plañidera cursilada, para remover los recuerdos y hacer chirriar los huesos que permaneces escamondáos y enterrados en las cunetas. Los españoles se encrespan y se encabritan, cuando no había ninguna necesidad de raspar con la uñilla en el pasado y rescatar a vencedores y vencidos ¿Para que? Los abueletes que quedan de aquellos tiempos pretéritos ya han asumido sobradamente, en una larga Transición, los aciertos y los errores del pasado. De hecho, los descendientes políticos de aquel entonces pasan un poco de puntillas sobre los recuerdos, enalteciendo lo romántico y callando las barbaridades. Mala estrategia la de los socialistas, porque los rencores son como las buganvillas, se riegan y se multiplican, se abonan con palabrería insulsa por parte de unos payasos pontificadotes y crecen más y más frondosos, para amargarle la vida a todo el mundo. Yo pensaba, en mi ignorancia de maestra liendre, que es una ignorancia propia de quienes, como yo, fuimos niñas en los años cincuenta en un Nador donde apestábamos a ZZ e íbamos rapadas al dos por los piojos que eran endémicos, opinaba que, los del pesóe no eran en absoluto grandes estadistas, porque no lo son; ni tenían tan siquiera un programa serio de gobierno que llevar a cabo, porque carecían de el y su programa se limitaba a una serie de indefinidas generalidades redactadas sin faltas de ortografía, lo que es ya un mérito dado el nivel. Pero, se lo juro, creía que eran buenas personas. Y me equivoqué. Mea culpa.

Digiero mal mis propios errores de apreciación. Aunque mi opinión sobre el PP no ha variado un ápice y recuerdo con especial repugnancia su cruzada contra el pobre Jesús Gil por haber ganado en Ceuta y Melilla y el linchamiento mediático de los palmeros de Génova 13 ,es decir, los babosos de El Mundo.

Pero Rajoy, pese a su escaso atractivo político, nada que ver con aquel Mayor Oreja ministro del Interior que parecía, por carisma, digno sucesor de Aznar, está respondiendo a las cornadas socialistas con entereza y rectitud. No es carismático cuando “dice” pero lo que dice está bien dicho y es adecuado. Puede que, los populares parezcan pijos, distantes y relamidos, con un punto de frialdad que hace añorar unas pinceladas de populismo del bueno, pero no cometen estupideces ni institucionalizan majaderías y encima tienen en sus filas a grandes constitucionalistas.

Los socialistas, para servidora, que no se han leído la Constitución y ofende de ellos la frivolidad en el tratamiento de temas fundamentales, la ligereza de sus apreciaciones, la falta absoluta de reflexión y el ataque desordenado a los grandes principios, como el de integridad de España, que alumbran nuestra Carta Magna. Con esto quiero decir que, en las próximas elecciones, apoyaré desde mi España Cañí al candidato Vivas y me partiré el pecho por el y todo por culpa de los socialistas y de sus pifias.

¿Ven lo que es la vida? Como maestra Liendre que de ná sabe y de tó entiende, mi postura política iba a ser la abstención ilustrada y el mutismo exacerbado y crítico. Pero ya no puede serlo. Por honradez y por lealtad a mis raíces judeocristianas. Por respeto a ese gazpachuelo cultural que es mi ADN y porque no me da la gana callarme y pasar tres pueblos y una autonomía, mientras unos capullos descerebrados se cargan España y se cagan en todo lo que es como Dios manda. Será que para mi Dios manda en todo lo bueno y lo bello del Universo y como, estos cantamañanas son ateos dícese laicos o renegáos, lo de Dios no les mola y no son monoteístas, como lo es servidora, ni iconoclastas, como lo es más aún la nieta del tío José, dignísima sucesora de un esquilador y de un campesino analfabeto, embrutecidos por el hambre y las calamidades, pero que hacían la señal de la cruz sobre la hogaza de pan antes de partirla, dando gracias (Siempre que tuvieran pan para alimentar a los churumbeles, que no era siempre el caso).

Saber sé poco. Tengo como toda ágora de Sócrates el laboratorio de ideas que es mi cerebro, pero entender entiendo con la gramática parda de quien es pueblo del pueblo y troje de la mies. Contra el ateísmo que ataca mis raíces católicas contrapongo el hijoputismo dialéctico ; contra los fantasmas que, los irresponsables, tratan de desenterrar pongo sobre el hule de plástico de la mesa de mi cocinilla los sucesos de 1931 y al genocida Santiago Carrillo y comienzo a husmear buscando culpables entre sus descendientes políticos. Contra la fractura de España y el servilismo pongo el verbo darporculismo.

Y, no mi pluma, sino mi sobadísimo teclado, así como la pantalla mágica de mi ordenador, ese que tiene un alma cableada y pendenciera a imagen y semejante de los ardiles de su dueña, lo poco que poseo, lo pongo al servicio de aquellos que, día a día, luchan por el objetivo común que todos defendemos. Será que mi padre, Luisico, me desasnó haciéndome cuadrar ante dos inmensas palabras :Dios y España. Bien mamadas las tengo y las rescato, diáfanas o subliminales de cada intervención pública o privada de los peperos y de la leche racial y explícita de sus millones de votantes, muchos de ellos ciberderechas neocon como yo y también maestros liendre, que de ná saben y de tó entienden. Pero lo que entendemos lo entendemos de puta madre ¿A que sí?
 

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