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OPINIÓN - SÁBADO, 29 DE JULIO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los homosexuales del PP
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En los años 40, en un pueblo gaditano donde la industria bodeguera es muy principal, había un propietario de vinos muy conocido. Hacía gala de una educación esmerada y de una cultura adquirida en la mejor universidad de Inglaterra. Estaba felizmente casado, tenía descendencia y era de misa diaria y pocos días se quedaba sin comulgar. Su ejemplar catolicismo era reconocido por las autoridades eclesiásticas y siempre andaba metido en acontecimientos religiosos.

Aquel bodeguero se distinguía también por ser dadivoso y, desde luego, todo el pueblo conocía que le gustaban los hombres más que las mujeres. Vamos, que su bisexualidad no admitía dudas y que él tampoco se preocupaba mucho por ocultarla. De ahí que raro era el día en el cual no recibiera varias visitas de jóvenes que entraban por una puerta disimulada que daba a su despacho, a fin de prostituirse.

Esa segunda vida del rico bodeguero, tan vivida sin tapujos, no escandalizaba a nadie ni, mucho menos, al clero. Entre otras razones, porque, como bien decía Oscar Wilde, “la moralidad no es más que la actitud que adoptamos con aquellos que nos disgustan personalmente”.

Y el señor X, me refiero al bodeguero, contaba con algo fundamental y al margen de sus riquezas: sabía embaucar a la gente y a los religiosos se les caía la baba por el mero hecho de frecuentarlo. ¿¡Qué importaba, pues, que el hombre fuera un maricón, un pervertido en toda regla?! Ya que en aquellos tiempos a nadie se le hubiera ocurrido hablar de que allá cada cual con sus orientaciones sexuales. Y lo de gay era otra mariconada que aún ni se conocía por estos lares. Y, por supuesto, quién iba a pensar que con el paso de los años hasta habría una ley que haría posible que los homosexuales pudieran casarse entre ellos.

Que ha sido, a fin de cuentas, la causa por la que la Iglesia y el PP se han enfrentado al PSOE. Sean ustedes maricones, pero, por favor, no violenten las leyes naturales.

Pero como maricones hay en todos los sitios, por la gracia de Dios, que diría Oscar Wilde, ahora resulta que los gays afiliados al PP no quieren perder la oportunidad de pasar por un trance que los homosexuales inteligentes no ven aún con buenos ojos. Atarse hasta que la muerte los separe. Así, una pareja, militantes del PP, y muy conocidos por la labor de proselitismo que hacen de las siglas de la gaviota, no sólo quieren matrimoniar sino que sea Ruiz-Gallardón quien los case. Y éste, como debe ser, no ha desaprovechado la oportunidad y ha dado su sí. De manera que se ha armado ya un cirio entre la vieja guardia y los que están convencidos de que profesando el misoneísmo no se va a ninguna parte.

José y Manuel son los nombres de los novios que han hecho unas declaraciones donde dicen estar muy dolidos porque en el PP hay todavía mucha gente reacia a normalizar las relaciones entre parejas del mismo sexo. Y se han atrevido, incluso, a dar nombres de quienes los apoyan y dejan entrever que entre esos no están ni Rajoy ni Acebes ni Zaplana.

En cambio, destacan el comportamiento favorable de Rodrigo Rato y el de Alberto Ruiz-Gallardón. Los únicos, miren ustedes, que podrían más pronto que tarde hacer de ZP un ex presidente. José y Manuel han dado un paso adelante, correspondido muy bien por el alcalde de Madrid, que animará a otros compañeros del partido a decidirse por el casamiento. Por lo tanto, siguiendo ese ejemplo, no me extrañaría que en Ceuta las parejas homosexuales que militan en el PP y que disfrutan de cargos, decidan soltarse la melena y corran a decirle a Vivas que lo quieren de oficiante. Que sea pronto. Y si es posible que las bodas coincidan con la elecciones.
 

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