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                     En los años 40, en un pueblo 
					gaditano donde la industria bodeguera es muy principal, 
					había un propietario de vinos muy conocido. Hacía gala de 
					una educación esmerada y de una cultura adquirida en la 
					mejor universidad de Inglaterra. Estaba felizmente casado, 
					tenía descendencia y era de misa diaria y pocos días se 
					quedaba sin comulgar. Su ejemplar catolicismo era reconocido 
					por las autoridades eclesiásticas y siempre andaba metido en 
					acontecimientos religiosos.  
					 
					Aquel bodeguero se distinguía también por ser dadivoso y, 
					desde luego, todo el pueblo conocía que le gustaban los 
					hombres más que las mujeres. Vamos, que su bisexualidad no 
					admitía dudas y que él tampoco se preocupaba mucho por 
					ocultarla. De ahí que raro era el día en el cual no 
					recibiera varias visitas de jóvenes que entraban por una 
					puerta disimulada que daba a su despacho, a fin de 
					prostituirse. 
					 
					Esa segunda vida del rico bodeguero, tan vivida sin tapujos, 
					no escandalizaba a nadie ni, mucho menos, al clero. Entre 
					otras razones, porque, como bien decía Oscar Wilde, 
					“la moralidad no es más que la actitud que adoptamos con 
					aquellos que nos disgustan personalmente”.  
					 
					Y el señor X, me refiero al bodeguero, contaba con algo 
					fundamental y al margen de sus riquezas: sabía embaucar a la 
					gente y a los religiosos se les caía la baba por el mero 
					hecho de frecuentarlo. ¿¡Qué importaba, pues, que el hombre 
					fuera un maricón, un pervertido en toda regla?! Ya que en 
					aquellos tiempos a nadie se le hubiera ocurrido hablar de 
					que allá cada cual con sus orientaciones sexuales. Y lo de 
					gay era otra mariconada que aún ni se conocía por estos 
					lares. Y, por supuesto, quién iba a pensar que con el paso 
					de los años hasta habría una ley que haría posible que los 
					homosexuales pudieran casarse entre ellos.  
					 
					Que ha sido, a fin de cuentas, la causa por la que la 
					Iglesia y el PP se han enfrentado al PSOE. Sean ustedes 
					maricones, pero, por favor, no violenten las leyes 
					naturales.  
					 
					Pero como maricones hay en todos los sitios, por la gracia 
					de Dios, que diría Oscar Wilde, ahora resulta que los gays 
					afiliados al PP no quieren perder la oportunidad de pasar 
					por un trance que los homosexuales inteligentes no ven aún 
					con buenos ojos. Atarse hasta que la muerte los separe. Así, 
					una pareja, militantes del PP, y muy conocidos por la labor 
					de proselitismo que hacen de las siglas de la gaviota, no 
					sólo quieren matrimoniar sino que sea Ruiz-Gallardón 
					quien los case. Y éste, como debe ser, no ha desaprovechado 
					la oportunidad y ha dado su sí. De manera que se ha armado 
					ya un cirio entre la vieja guardia y los que están 
					convencidos de que profesando el misoneísmo no se va a 
					ninguna parte.  
					 
					José y Manuel son los nombres de los novios 
					que han hecho unas declaraciones donde dicen estar muy 
					dolidos porque en el PP hay todavía mucha gente reacia a 
					normalizar las relaciones entre parejas del mismo sexo. Y se 
					han atrevido, incluso, a dar nombres de quienes los apoyan y 
					dejan entrever que entre esos no están ni Rajoy ni 
					Acebes ni Zaplana.  
					 
					En cambio, destacan el comportamiento favorable de 
					Rodrigo Rato y el de Alberto Ruiz-Gallardón. Los únicos, 
					miren ustedes, que podrían más pronto que tarde hacer de 
					ZP un ex presidente. José y Manuel han dado un paso 
					adelante, correspondido muy bien por el alcalde de Madrid, 
					que animará a otros compañeros del partido a decidirse por 
					el casamiento. Por lo tanto, siguiendo ese ejemplo, no me 
					extrañaría que en Ceuta las parejas homosexuales que militan 
					en el PP y que disfrutan de cargos, decidan soltarse la 
					melena y corran a decirle a Vivas que lo quieren de 
					oficiante. Que sea pronto. Y si es posible que las bodas 
					coincidan con la elecciones. 
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