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                     Ceuta y los ceutíes tenemos el 
					derecho y el deber de alcanzar la felicidad social derivada 
					de una coexistencia racional y respetuosa en su 
					multiconfesionalidad religiosa, característica -por otra 
					parte- propia de la ciudad.  
					 
					Ceuta es Ceuta, enclavada en el norte de África; española 
					por sus casi últimos cinco siglos de historia abrazada a 
					Castilla, portuguesa en sus precedentes y perteneciente a la 
					célebre civilización Omeya entre otras (almohade, Mariní...) 
					entre los siglos X y XIII; que fue Bizantina, romana, 
					cartaginesa, visigoda, griega, fenicia. 
					 
					Ceuta, Hepta Adelphoi, Septem Fratres, Septa, Ceuta. Una 
					ciudad cuya riqueza cultural está fuera de toda duda, cuya 
					legendaria historia le reporta el caracter acogedor, 
					receptor y benefactor a sus residentes, en cuya capacidad 
					responsable o no recae una mejor o peor convivencia entre 
					sus gentes. 
					 
					Hoy por hoy la ciudad navega en las aguas de la llamada 
					sociedad capitalista (también conocida como occidente) y 
					evoluciona a ritmo del también llamado primer mundo con su 
					política de sostenibilidad. Lugar desde donde aportar, con 
					decisiones claras y bien definidas, la mejor calidad de vida 
					a sus ciudadanos. 
					 
					Es la coexistencia, la convivencia y la mezcla de sus 
					costumbres la que enriquece ejemplarmente a nuestra tierra. 
					El trabajo basado en la responsabilidad de los llamados sus 
					representantes, la virtud bien entendida en la mejora del 
					nivel cultural, económico y social es el verdadero norte en 
					el que fijar el rumbo de nuestro futuro. 
					 
					Aquellos que en aras a un reconocimiento breve, y de unas 
					pretendidas ventajas adquiridas a base de jugar con el fuego 
					de la crispación sólo merecen el peor de los calificativos.
					 
					 
					La ciudad no merece esa crispación, porque no la tiene, 
					porque no la necesita y porque Ceuta, como hemos apuntado al 
					inicio, está donde está; cuenta con la gran ventaja de la 
					convivencia como ejemplo mundial de pacífica coexistencia, y 
					porque está enclavada en el norte de África a sólo 19 
					kilómetros de Europa, no en Oriente Próximo. 
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