Dijo Maquiavelo parafraseando a los clásicos que la suerte,
que es mujer, favorece a los corazones valientes. De una
forma más mundana, la sociedad contemporánea prefiere opinar
que la suerte ‘hay que buscarla’, una aserción bastante
menos épica pero que también implica cierto arrojo y
competitividad, como demuestra el hecho de que hoy en día,
su uso haya quedado relegado al deporte. En algunas otras
circunstancias, la suerte no es más que azar, juego,
lotería; una secuencia de probabilidades en las que el
beneficiario no es más que un mero sujeto pasivo, ceñido a
una aleatoria ley que puede encumbrarlo o despreciarlo sin
más motivación que su propio capricho, dejando a cambio el
placer de la incertidumbre.
Y ese placer nervioso se vivió ayer en el pabellón Campoamor,
cuyas gradas se llenaron para asisitir al sorteo de las 41
viviendas de Villajovita, un modelo de adjudicación que
además de asegurar su “transparencia” garantiza las mismas
oportunidades para todos los ciudadanos, aunque lógicamente
la suerte sólo benefició a algunos.
El sorteo empezó puntual, a las 10,30 horas, como estaba
previsto. En la mesa, dando fe de la legalidad de lo que
allí pasaba: la notario, Pilar Ortega Rincón; la asesora
jurídica de Emvicesa, María José Cariñanas; el consejero de
Fomento, Juan Antonio Rodríguez Ferrón; y Mercedes Sánchez
Vallejo representando al consejo de Administración de
Emvicesa. Al micrófono, dirigiendo el espectáculo, Francisco
Márquez de la Rubia, gerente de Emvicesa.
Frente a las autoridades, la gente, deseosa de una vivienda
en buena zona y a buen precio, acalorada por la opacidad del
pavellón y disfrutando del placer del juego. Algunos de los
más afortunados explotaron en rabiosas muestras de
efusividad, aunque la tónica fue de contención. Un militar
en lo alto jaleaba a un conocido al que le había sonreído el
azar, un niño de apenas dos años insistía en llegar al
centro del recinto, donde se encontraba Márquez con su
micrófono y cantar, tal vez, el número de su madre. Pocas
sorpresas para una mañana que amenació sobria y correcta,
como se debe dar en estos casos, porque a todo el mundo le
gusta el juego pero son pocos los que confían realmente en
el azar.
Varios centenares
De los 1.025 candidatos admitidos, fueron varios centenares
los que asisiteron al sorteo en directo. Pero sólo había 41
viviendas en juego. Doce se jugaban en la categoría general,
con un adjudicatario de más, esperando en la reserva; 26
viviendas se reservaban al cupo de los menores de 35 años,
el más amplio de los tres existentes, debido a las demandas
recibidas y al interés de la Ciudad por favorecer a un
segmento poblacional tan importante para elcrecimiento
económico; por último, tres de las viviendas fueron
otorgadas a discapacitados motóricos. El orden de elección
de las viviendas, de uno, dos o tres dormitorios, será el
mismo con el que fueron saliendo las bolas, con un número
máximo de habitaciones a exigir, en función de los miembros
familiares. “Lo único que hemos hecho es aplicar las bases
del sorteo, porque todo estaba ya escrito en las bases del
sorteo”, dijo Márquez de la Rubia.
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