No fue la de ayer una reunión que
cerrase grandes actuaciones y llenase de paso las portadas
de los periódicos. Entre otras cosas, la ausencia de la
Delegación del Gobierno dificultó la toma de decisiones. Sin
embargo se percibió un mayor avance en la materialización de
ese gran paquete de medidas, tan sobadas y conocidas, que
los empresarios y sindicatos han plasmado en un documento.
Para todas las partes el entendimiento fue plausible y sin
llegar a concretar nada, el encuentro sirvió para definir y
perfilar la inmediatez de cada actuación. Entre las
principales sorpresas, la mesa desestimó, con el
consentimiento de todos los presentes, la ansiada reforma
del IPSI. Una medida que hace pocos meses era de vital
importancia, hoy se aparta de las prioridades e incluso se
desaconseja su puesta en marcha. En su lugar, entra con
fuerza la integración en la Unión Aduanera, un paso que se
proponía con numerosas reservas y bajo la condición de
realizar previamente todos los estudios posibles. Este
cambio radical de prioridades, lejos de interpretarse como
una falta de coherencia u organización, se debe valorar como
una apuesta decidida por el trabajo útil, por definir las
actuaciones precisas y desechar el resto, aunque ese resto
haya sido el principal argumento de reactivación económica
durante muchos años.
Otra de las sorpresas agradables de la reunión fueron las
aportaciones de la Ciudad, que llevó cuatro nuevas
propuestas para incluir en el famoso documento, demostrando
una total implicación en el foro. Entre ellas, cabe destacar
el importante recuerdo de que el puerto, gran olvidado del
documento por la crisis, merece un papel fundamental como
eje dinamizador del nuevo panorama económico que se busca.
Contrasta con esta motivación del Gobierno local la ausencia
de representantes de la Delegación del Gobierno, disculpada
por Vivas pero muy criticada por Aróstegui. García-Arreciado
deberá demostrar en septiembre que también ellos están
subidos en el carro.
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