Profesionales. Es la sensación que transmiten sobre el
escenario. Víctor Manuel y Ana Belén entonan canciones que
podrían haber acabado con su estabilidad mental tras pasar
más de 30 años interpretándolas. No sucede así.Temas que
salen de su boca, sin excesiva -y comprensiva- emoción, pero
que cumplen con su papel principal: embargar al oyente. Y de
sobras ocurrió en Ceuta. Su concierto, el pasado domingo, se
convirtió en el más esperado de julio y lograron abrir y
cerrar las Murallas Reales con el compromiso de todos los
espectadores. Aforo completo en asientos. Cuidada producción
y presentación sobre las tablas. Ana comenzó su carrera con
la canción ‘El enano saltarín’. Víctor recordó, en medio del
recital, que siempre trato de emular al ‘Pequeño ruiseñor’
entonando ‘La campanera’. Una continua mirada hacia atrás en
tiempo presente.
La intensa niebla que cubrió el cielo durante la prueba de
sonido, desapareció por la noche. Ana se mantuvo con traje
de chaqueta blanco. Víctor optó por cambiarse de ropa y
vestirse del color de sus palabras: tinta negra. La calidad
del sonido fue inmejorable y tanto la proyección audiovisual
como el juego de luces moldearon a los clásicos que vinieron
a interpretar clásicos. Una canción para ella, una canción
para él.La dedicatoria melódica ‘Nada sabe tan dulce como tu
boca’; la sensual ‘Contamíname’; el recuerdo reivindicativo
de ‘Cuando arreglábamos el mundo’ y ‘1953’, ‘Sueño en gris’,
‘Luna llena’...
No falló el himno ‘Asturias’ y también presentaron las tres
nuevas canciones que componen el cd-dvd que da título a su
gira ‘Una canción me trajo aquí’. Entre ellas, destacó ‘El
largo viaje’, obra de Víctor Manuel y uno de los integrantes
de su banda. Un concierto que contó con la colaboración
desinteresada de más de 5.000 coristas ceutíes que
acompañaron fielmente a los intérpretes de la banda sonora
de sus vidas.
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