Cuando se acerca el buen tiempo, y en Ceuta esto ocurre ya
en el mes de abril, los españoles viven en la calle. Las
reuniones al aire libre alrededor de una buena paella o unos
pinchitos, con buena cerveza o sangría fresca, son una
estampa más que habitual en la costa española, llegando al
punto de haber pueblos que sobreviven el resto del año
gracias a las cajas que hacen en los meses de verano. San
Fernando, Puerto de Santamaría, Benalmádena o Estepona son
buenos ejemplos de ordenamientos urbanos diseñados en torno
a la hostelería, siendo una práctica común en estos
municipios el cierre de algunas calles al tráfico para
favorecer la implantación de terrazas, con su doble función
de animar las calles y crear riqueza.
Esto no ocurre, por el momento, en Ceuta. La viceconsejería
de Turismo creó una formula que favorece la implantación de
terrazas al financiar el cien por cien de las tasas
municipales siempre y cuando el mobiliario empleado (sillas,
mesas y sombrillas) no muestre ningún tipo de publicidad
comercial. La medida parece ser reflejo de una política
turística dirigida a la implantación de terrazas y
veladores, sin embargo los hosteleros solicitan un mayor
empuje. La viceconsejería de Turismo financia las tasas pero
es competencia de Fomento conceder las licencias y es aquí
donde los hosteleros reclaman una mayor agilidad y menos
trabas.
Bares céntricos como Las Palmeras, La Esquina Ibérica, el
Vicentino o el Cómic han tenido algún que otro problema para
montar una terraza a su gusto, o simplemente para colocar
una. En Ceuta se pagan 249,15 euros por metro cuadrado de
terraza, una cantidad que puede ser financiada si el
mobiliario cumple las condiciones necesarias. Sin embargo
esto no ha desembocado en una auténtica proliferación,
principalmente por un problema de espacio. Muchos
empresarios quieren abrir terrazas pero los permisos les son
denegados por incumplir alguna pequeña ordenanza municipal.
Los empresarios solicitan una mayor intervención de la
Ciudad Autónoma, buscando fórmulas que sirvan de alternativa
para ellos.
“En muchos pueblos de las costas gaditana y malagueña se
cierran calles a partir de ciertas horas para que las
terrazas puedan trabajar con libertad. En Ceuta debería
estudiarse cada caso concreto y propiciar una alternativa de
apertura siempre que sea posible”, comenta Rafael Báez,
propietario de Las Palmeras.
El argumento que esgrimen los hosteleros no es el que
redunda sólo en su propio beneficio. La apuesta decidida por
propiciar una ciudad orientada al turismo, dando facilidades
a quienes monten locales con fines turísticos, ya sea un bar
o un hostal (una de las grandes carencias de la ciudad),
permitiría crear una infraestructura que pudiese ‘captar’ y
absorber a un porcentaje de todos esos turistas, procedentes
de toda Europa, que cruzan Ceuta con rumbo a Marruecos. Si
la ciudad ofreciese una cara dinámica y animada, una variada
oferta de bares, pubs y restaurantes, sin duda la opción de
Ceuta se contemplaría como escala obligada, en oposición a
una incursión en Marruecos más relajada. El complejo
turístico de Kabila, que será ocupado prioritariamente por
europeos, es un buen aviso para ponerse a trabajar.
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Las Cruces de Mayo, otro problema para los empresarios
Además de demandar un mayor empuje
en la política dirigida a fomentar el turismo, el colectivo
de hosteleros se siente muy disgustado por la celebración en
Ceuta de las Cruces de Mayo, un evento que se alarga durante
todo ese mes. Para los hosteleros, que las asociaciones de
vecinos, o entidades culturales o religiosas puedan ejercer
durante un mes entero la misma actividad que ellos, pero sin
el pago de impuestos o Seguridad Social es abusivo. “En
otras ciudades la festividad de las Cruces dura sólo una
semana, pero en Ceuta se prolonga un mes entero, lo que
repercute negativamente en nuestros negocios”, dice un
hostelero de la zona centro. Además, los hosteleros
sostienen que esta celebración se ha convertido en un
negocio, ya que lo precios son además altos.
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