En los momentos actuales, la diversidad de escolares es cada
día mayor, donde hay que hacer grandes esfuerzos para que la
convivencia pueda frenar la conflictividad, y, por otro
lado, la obligatoriedad de la ESO, (alumnos hasta los 15
años), hay que tener muy presente el número de alumnos por
aula –ratio- como clave a la hora de hacer frente a lo
anteriormente expuesto.
Ante esta situación, los enseñantes se sienten desbordados y
piden a las administraciones educativas refuerzos o bien
recortes en el número de estudiantes. Pues, bien, lo cierto
es que no reciben ni lo uno ni lo otro a juzgar por el
avance de los datos del año académico actual: el número de
alumnos por clase se sitúa en 20, 6 en Primaria, 24,6 en
Secundaria y 24, 3 en Bachillerato.
Pero, además, existen importantes diferencias con respecto a
las Autonomías a la hora de “abarrotar” las clases. En
Secundaria y Bachillerato, niveles educativos especialmente
conflictivos, sobre todo el primero, Cataluña y Andalucía
son las Comunidades con mayor número de estudiantes por
clase.
La importancia de este indicador radica, según los expertos
de la OCDE, que es junto con el número de horas de clase, lo
que nos permite conocer la “oportunidad de aprender”, que
tiene cada alumno, es decir, el acceso real que tiene a la
enseñanza. Desde el punto de vista de los profesores, el
tamaño de los grupos a los que imparten clase y el número de
horas lectivas son dos de los elementos que en mayor medida
influyen en su carga de trabajo. ¿Sólo ratio y número de
horas? Y, ¿qué decimos de la motivación del profesor, de su
autoridad, de sus emolumentos…?
Además, los criterios de cálculo de la ratio, a mi juicio,
no se ajustan a la realidad. Dividir el número total de
alumnos entre le número total de profesores no es correcto.
La ratio verdadera es la que se corresponde con las
tutorías, porque, por ejemplo, un grupo clase formado por
treinta alumnos, será los que tendrán que atender cada uno
de los componentes del equipo docente, profesores de cada
una de las materias que forman parte del currículo. No
estará, con este ejemplo por debajo de treinta; luego las
quejas de los profesores están más que fundadas.
En los países de nuestro entorno, Italia, Noruega y Portugal
tienen las ratios más bajas en Primaria, con menos de quince
alumnos como media por profesor, mientras que en Francia,
Irlanda y Holanda se superan los veinte alumnos por
profesor. España registra una media de algo más de
veintitrés alumnos si tienen en cuenta Primaria, Secundaria
y Bachillerato.
En este aumento de la ratio también han influido la llegada
de alumnos inmigrantes. El curso que ahora ha concluido
contó con un total de más de medio millón de alumnos
extranjeros, lo que supone un quince por ciento más que el
anterior, entre el total de casi siete millones de
estudiantes matriculados. Las comunidades autónomas en las
que se concentró este tipo de alumnado fueron Madrid,
Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía. Durante los
últimos cinco años la presencia de escolares inmigrantes se
ha triplicado en Cataluña, Aragón, Cantabria, Castilla La
Mancha, Comunidad Valenciana y Murcia. Las etapas con más
extranjeros, Primaria, seguida de Secundaria e Infantil.
Por origen, la mayoría procedían de Europa, seguidos de los
de América del Norte, Central y del Sur, de Asia y de
Oceanía. El mayor aumento se ha producido entre los
primeros, de manera que los estudiantes procedentes de
Europa se han incrementado en un treinta por ciento respecto
al año anterior y, concretamente de países no comunitarios
con una subida del veintiséis por ciento.
La Formación Profesional está en declive, lo contrario de lo
que ocurre en otros países de la U.E. Siguen estas
enseñanzas sin atraer al alumnado, donde sólo por más de un
seis por ciento la iniciaron, entre el grado medio y el
superior. Según datos aportados por Educación, de casi dos
millones de alumnos que cursaron Secundaria, sólo algo más
seiscientos mil se animaron a seguir con el Bachillerato, lo
que supone que en esta etapa educativa hubo algo más del
treinta y cuatro por ciento menos de alumnos que en la ESO.
Las Autonomías que concentraron más alumnado en las etapas
no universitarias fueron Andalucía, Cataluña y Madrid. El
treinta y cinco por ciento de los estudiantes cursaron
estudios de Primaria, el veintiséis por ciento lo hizo en
Secundaria y el 21 por ciento fueron niños de Educación
Infantil, mientras que el nueve por ciento estuvo
constituido por alumnos de Bachillerato.
Y resulta poco menos que sorprendente, que, cuando en el
Sistema Educativo actual, cada día va cobrando más fuerza la
Formación Profesional, un conjunto de enseñanzas que
capacita para el desempleo cualificado de las distintas
profesiones. La F.P. cuenta en la actualidad con un total de
ciento cuarenta y dos titulaciones con el objetivo de
atender a las demandas de cualificación del sistema
productivo y cada año la oferta de estos módulos tiende a
crecer.
Y volviendo con las ratios, sin dudas que estamos muy lejos
de cuando los grupos estaban constituidos por gran número de
alumnos –con maestros únicos-, que en los momentos actúales
nos suenan a disparates. Grupos constituidos entre treinta y
cuarenta alumnos, generalmente lejos de una deseada
homogeneidad. ¡Y había que atenderlos! Todo ha cambiado,
particularmente el alumnado, que muestran un desinterés
general y con la aparición de la llamada “violencia en las
aulas” haciendo imposible que el proceso de
enseñanza-aprendizaje se convierta en fracaso escolar
irreversible.
Aún me cuesta creer que en mis primeras experiencias por una
sola vez, tuve que atender a un grupo de setenta alumnos,
por aquello teníamos que hacer grandes esfuerzos para
conseguir una mejor escolarización de nuestros alumnos. Se
trataban de reagrupamientos de alumnos de distintos niveles
–tipo escuelas unitarias-, por lo que había que elaborar las
consiguientes “adaptaciones curriculares de aula”. Claro que
el clima social del aula era totalmente distinto, donde el
alumnado asistía a clase con el objetivo de aprender.
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