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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 19 DE JULIO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

¿Hay impunidad en el fútbol?
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El escándalo del fútbol italiano, con los castigos ejemplares que se han dictado contra varios equipos, aunque estén recurridos, me invita a pensar que no tengo ninguna razón para desechar que algo similar pueda estar ocurriendo en nuestra Liga.

Así, me fijo en el árbitro Medina Cantalejo y me detengo en su buena suerte, durante la última temporada: sale elegido para arbitrar un Barcelona-Madrid y se equivoca clamorosamente a favor del equipo azulgrana. Indica un penalti inexistente de Roberto Carlos y, seguidamente, tras las protestas del brasileño, lo expulsa y deja a los madridistas en inferioridad manifiesta. Lo inmediato es que sea designado para dirigir la final de la Copa del Rey.

Pero ahí no para la cosa: a Mejuto González, colegiado asturiano que ha sido distinguido para representarnos en el Mundial de Alemania, le aprietan las tuercas, lo sacan de quicio, y ¡zas!: le pegan el cambiazo por el apreciado Medina Cantalejo. La actuación de éste en el Italia-Australia fue vergonzosa: volvió a indicar otro penalti inexistente con el que los italianos consiguieron pasar la eliminatoria.

Y todos dijimos a una: al trencilla sevillano lo envía el Comité Técnico de Árbitros para España, en un santiamén. Que si quiere arroz, Catalina. A nuestro hombre lo siguieron manteniendo entre los primeros espadas del arbitraje y hasta lo colaron de cuarto árbitro en la final. El resultado ha sido que la FIFA ha tenido que decir una y mil veces que el español no vio la agresión de Zidane a Materazzi por el vídeo, y bla, bla, bla...

Conclusión: Medina Cantalejo cuenta con las simpatías de los hombres que arropan a Ángel María Villar tanto aquí como en el concierto internacional. Lo cual ha quedado más que demostrado. Entonces, surge la pregunta: ¿de ostentar yo algún cargo en un equipo de Primera División, me pondría en guardia ante un arbitraje del sevillano? Sí. Sin ningún género de dudas.

Lo que no actuaría es como ha actuado Ramón Calderón, presidente del Real Madrid. Quien se ha presentado ante Villar para rendirle pleitesía y de paso rogarle que hable bien del Madrid a sus árbitros de cámara. ¡Qué horror!... ¡Qué bajada de pantalones y qué manera de reconocer un presidente, del mejor equipo del mundo, que en España hay árbitros que pitan bajo control de la Federación! Como hay campos que se cierran por un quítame allá esas pajas y otros no son penalizados aunque maten al jugador que va a sacar un córner por el sitio donde están los de siempre.

¡Claro que los italianos se han pasado de castaño oscuro amañando partidos y contando para ello con una banda arbitral que ha sido descubierta! Pero al menos han tenido el valor de airear la corrupción a los cuatro vientos y condenarla. Otra cosa es que los castigos puedan ser menores si así lo deciden los señores pertenecientes a un tribunal de superior instancia a la que los sancionados han recurrido. Algo que, todavía, me parece imposible que suceda en una España donde recuerdo lo que explico a continuación y que está escrito detalladamente en el libro Apuntes del Rincón de Ceuta.

En la temporada 75-76, directivos del Mestalla quisieron comprar un partido al Mallorca, que se jugaba en el Luis Sitjar, para que no descendiera el filial del Valencia. Descubierta la trama -ingresaron, por tanto, los autores del soborno en la cárcel, mientras el juez decidía-, una autoridad deportiva, de gran prestigio, alabó públicamente el comportamiento de quienes habíamos abortado la compra.

Luego, en conversación privada, no dudó en decirme que habría agradecido muchísimo que me hubiera callado. A fin de evitar el escándalo. ¿Hay todavía impunidad en el fútbol español?
 

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