Hoy, 17 de julio, día del
Alzamiento Nacional hace setenta años en Melilla, en cuyo
escudo campea la frase “Adelantada en el Alzamiento
Nacional” y aniversario de mi boda con un hombre de Dios
“Señor, es tan santo que no lo merezco, así que
¡llévatelo!”. Hoy, fecha significativa para los unos y los
otros a alto nivel, porque, tristemente, aunque al pueblo
llano nos la refanfinfla, en las alturas gubernamentales,
los que llegaron al poder sobre la sangre de los inocentes
del 11M, parecen empeñados en volver a las dos Españas, a
que se nos hiele el corazón y a desempolvar los fantasmas de
la revancha y la confrontación.
Y van a conseguir una puta mierda. Por mucho que, los
socialistas del Zetapé, fabriquen, falseando la Historia,
sus documentales de la 2 dirigidos por esos a los que Ussía
llama “comisarios políticos” y servidora llama sanguijuelas
de la historia y hemofílicos políticos porque, cuando nadie
recuerda el 36 ellos siguen con las heridas abiertas y con
los instintos de un gato rabiando por haber sido vencidos y
jodidos. ¿Qué quieren? ¿Reescribir la Historia y
presentarnos la quema de conventos consentida por la
República en 1931 y el asesinato de cien mil católicos por
su religión como “pelillos a la mar” y travesuras de las
hordas socialistas y comunistas que eran unos “perlillas”?.
Hoy 17 de julio hago mía la frase de aquel soldado
republicano que iba hacia la derrota “Estoy hasta los
cojones de vivir momentos históricos”. Y la ciberderecha
neocon sigue esperando que, socialistas y comunistas,
descendientes políticos de aquellos que asesinaron al
conservador Calvo Sotelo y se cargaron impunemente, los muy
analfabetos, la mitad del patrimonio histórico artístico de
la dolorida España, nos pidan públicamente perdón. ¡Si serán
sandios y si harán sandeces! En lugar de relegar al olvido
la barbarie y los rencores, vienen a hurgar y a provocar,
queriendo desunir y politizar, por lo malo, a un pueblo
español que está preocupado por la delincuencia, por la
inmigración descontrolada y por la usura bancaria que
empobrece terriblemente a las familias. No nos ocupa ni
preocupa el 36, hasta hace poco relegado a historias de
abueletes. Pero si los del Gobierno quieren escarbar, hurgar
y reabrir heridas les anuncio que aquí vamos a hablar y a
reivindicar todos, no solo los de la bandera tricolor con su
franja morada que parece un brazalete de luto en nuestra
roja y gualda, bandera, que, para los cristianos, significa
mucho malo ya que, bajo su fúnebre morado asesinaron y
torturaron indistintamente a curas, monjas, miembros de
acción católica y al vecino de enfrente al que, el miliciano
de turno le tenía gato desde que le reclamó una deuda de
diez reales.
Zetapé ¿Quieres desenterrar a los muertos? Pues vale. Todos
a una. Yo, Nuria Van den Berghe, acuso al comisario político
Santiago Carrillo por los crímenes de Paracuellos del Jarama
y exijo que sea juzgado como criminal de guerra, condenado y
encarcelado. Mi aspiración es legítima, ya que asesinó a mi
tío Lorenzo Iniesta de veinte años, joven estudiante de
Derecho y falangista. Y exijo la condena de los
descendientes políticos del Frente Popular de Almería ya
que, a un primo de mi abuelo, el tío José, llamado Juan,
párroco de Santa Cruz, le cortaron las manos suponiendo que,
con los muñones, no podría oficiar la Santa Misa. ¿Quieren
remover mierda? Pues todos a la par empezando por los
cristianos que, con excepción del siniestro bloque
soviético, nunca antes desde Nerón habían soportado una
persecución igual.
¡Que torpeza la de la izquierda! Se nota, se siente, la
ausencia de hombres sensatos y de buenos consejeros, se
añora más que nunca la ponderación de ese Felipe González o
de ese Alfonso Guerra, ellos gobernaron, pero jamás
envenenaron, los hicieron bien o mal, pero sin permitir
remover viejos cadáveres. ¿Qué en las cunetas hay muchos
republicanos? Si y curas y monjas y cristianos. Todos
perdimos en aquella guerra fraticida que empezó siendo un
terrible problema de orden público y que Azaña trató de
evitar con un gobierno de coalición formado por todos,
incluidos los militares, pero que no logró por la
intransigencia socialista y comunista que querían armar al
proletariado y lo armaron. Y se lió. Por más que estuvieran
enloquecidos reclutando a las masas a quienes pagaban el
rumboso salario de diez pesetas diarias por luchar, el
triple justo de lo que ganaban los militares. Y ni por esas.
Los españoles no queremos ni estamos dispuestos a llevar
cicuta en vena. Ni a que, removiendo el pasado intenten
burdamente que no pensemos en los auténticos problemas del
presente y en lo que, en realidad nos ocupa y nos preocupa,
como es el gasto millonario de los concurridísimos gobiernos
autonómicos, la centuplicación del número de funcionarios,
allegados y cargos de confianza, palmeros y trepaollas, la
escasez de los míseros sueldos de los esforzados y
magníficos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, la
falta de garantías de preparación humana, espiritual e
intelectual en el nombramiento de jovencísimos e inexpertos
jueces y fiscales, la desintegración de España y el arresto
y sanción inmediata al español que se atreva a expresar su
preocupación ante el fenómeno.
Muchas cosas nos amargan que no son precisamente un
conflicto de hace setenta años, nos preocupa el hoy de
España, la falta total de libertad de expresión, información
y opinión sobre determinados temas, la existencia de
“intocables”, la hambruna de los pensionistas, el millón de
“sin techo” ,las mafias extranjeras y la generación de
estupendos jóvenes “mileuristas” preparados pero rácanamente
pagados que no gritan ¡Viva la revolución del proletariado!
Porque el proletariado de hoy paga sus hipotecas y tiene
como principal enemigo a la banca, sino que clama eso de
“Queremos un pisito, como el del principito”.
Hoy 17 de julio recuerdo con simpatía la frase del
republicano y no es que yo esté hasta los cojones de vivir
momentos históricos, sino de contemplar el panorama de unos
cantamañas irresponsables que tratan de hacer resurgir los
rencores y los agravios de hace setenta años. Señores:
váyanse ustedes a tomar directamente y mucho por el culo.
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