Me dice una señora, que me habían
hecho caso y que ya estában poniendo los palos de la feria.
La verdad, me llevo una alegría de aquí te quiero ver porque
a servidor, todo sea dicho con el debido respeto, no hay
quien le haga caso. Con lo bien que les hubiése venido, a
algunos, el haberme hecho un poco de caso, no dejándose
llevar por el cuento de la buena pipita narrado por un
embustero compulsivo y timador profesional.
Claro que en el pecado llevas la penitencia y lo que pudo
ser, como dicen en la película Casablanca, ”el principio de
una buena amistad”, se quedó sólo “en si te vi no me
acuerdo”.Y es que cuando dos embusteros compulsivos se
reúnen, no dicen una verdad ni a su padre.
La soberbia y el creerse el cuento de la buena pipita,
porque así le interesaba le hicieron pensar, al pobre
diablo, que ya tenía cogido por los cataplinez a alguien
importante que por ese motivo, por el del cuento, no tendría
más remedio que bailar al son que le ordenase.
Después de inútil, analfabeto y tonto con balcón a la calle
que diría mi amigo, Manolo de la Torre. Servidor diría que
no es más tonto porque no entrena un par de horas a la
semana.
Tratar de conseguir, para beneficio propio, alguna cosa que
pueda perjudicar a quien nada tiene que ocultar, además de
ser una giglipollez en grado sumo, es la cobardía usada por
todos los chantagistas.
No es bueno para la salud querer hacer chantaje, queriendo
ver la paja en el ojo ajeno, sin querer ver la viga que
tiene en el suyo. Sobre todo porque se le remueven todas las
bilis del odio que atesoran todos los chantagistas.Y eso de
que se remuevan las bilis del odio, al no encontrar nada,
porque nada pueden encontrar, es muy perjudicial para la
salud.
Nada, colega, a cuidarse y a disfrutar de la vida porque son
simplemente, como decía aquel, tres días los que se han de
vivir.
El odio, no es más que una de las grandes virtudes que
atesoran todos los ineptos, dictatorcillos del tres al
cuarto que no ven más allá de sus narices.
Odio y envidia, dos palabras que, siempre, aparté de mi
particular diccionario, por considerarlas de demasiada
bajeza para ser utilizadas, por todos aquellos que cuando se
acuesta, duermen como unos benditos y hasta sueñan con los
angelitos, sin necesidad de ir, cada día, a misa a pegarse
golpes de pecho. Pena grade de todos esos sepulcros
blanqueados.
La partida de ajedrez aún no ha terminado. Te podría dar
jaque mate en un par de jugadas. Me niego a hacerlo, porque
le iba a quitar emoción a la cosa y, eso, el personal no me
lo iba a perdonar nunca.
Como no me va a perdonar que empiece hablando de los palos
de la feria, y cambie de tercio para contar otras cosas.
Así que criaturita de mis entretelas, me largo con viento
fresco a hablar de la feria, no sin antes desearte que te
pases una felices fiestas patronales y, de vez en cuando, no
es por nada, te metas la mano en el bolsillo y pagues alguna
ronda para, de esa forma, quitartela fama de “gorrón” que
tienes.
Oye, que conste en acta, que eso de “gorrón” no lo digo yo,
sino algunos de esos que te suelen acompañar. ¡Ditan sean
las cazuelas de papas en amarillo con fideos gordos y
jureles fritos del día anterior!..
Bueno, pues ya están colocados, o casi colocados, los palos
del recinto ferial que soportarán, un año más, el alumbrado
extraordinario de nuestras fiestas patronales.
En nada empezarán a levantarse las casetas tipo sevillanas y
no aquellas blancas, más propia de un campo de refugiados,
que de un recinto ferial. Para rematar aquella genialidad de
las casetas blancas, sólo le hubiésen faltado, ponerle en el
techo la cruz roja.
Por cierto, hablando de Cruz Roja, que unas chicas muy
amables me colocaron dos cositas con la cruz roja. A ver si
tienen mano y nos toca algo de ese oro que rifan. Como está
la cosa, por culpa del euro de nuestras culpas, le
quedaríamos eternamente agradecidos.
Nada que no hay forma de que hable de la feria. Me voy por
los cerros de Ubeda y,. al final, no cuento nada de las
fiestas patronales con tanto como me gustan.
Dicen, no me hagan mucho caso, que se quiere cambiar la
portada del recinto ferial. Servidor cree que la portada
actual es magnifica y si me apuran hasta emblemática. El que
la lleva la entiende y donde hay patrón no manda marinero.
Vamos, esto que le cuento son sólo rumores, y los rumores no
son la antesala de la noticia, son sólo rumores y, por culpa
de esos rumores, un diario tuvo que cerrar sus puertas.
Nada, que no hay forma, otra vez me he desviado del asunto
que quiero tratar, que no es otro que hablarles de nuestras
fiestas patronales.
Pues, bien, a falta de pocos días las peticiones de casetas
superan, en mucho, las que se pueden conceder. Así que no
será de extrañar quienes, antela imposibilidad de montar una
caseta, larguen del viceconsejero.
El negocio, es el negocio y la pela es la pela. El asunto de
las casetas va a traer cola.
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