Tal día como hoy, hace un años, se
fundó la peña de “El Ladrillo” siendo su sede “La Tasca de
Pedro”.
Sea nuestro inicial recuerdo, en éste su primer año de vida,
para nuestra presidenta de honor, Elena Sánchez.
Para todo los componentes de la peña, fue un gran honor que
una mujer de las características culturales y humanas, como
las que adornaba a Elena Sánchez, aceptase ser nuestra
presidenta de honor
Por eso, hoy, al celebrar nuestro aniversario sea nuestro
primer recuerdo para ella, envuelto en todo el efecto que
cada uno de nosotros, los componentes de la peña, sentimos
por esta mujer sin par.
Desde allá donde estés, libre de todas las presiones a que
estuvistes sometidas, sabemos que nunca olvidarás a estos
tus compañeros de la peña a quienes honraste aceptando ser
la presidenta de honor. Gracias, por todo, Elena.
Para evitar malos entendidos aunque, para todos sus
componentes, allá cada uno con lo que quiera entender porque
eso, es algo que no nos preocupa ni nos ocupa, vamos a
tratar de explicar, quiénes la fundaron, por qué lo hicieron
y cual es su fin.
Cada día, en “La Tasca de Pedro” lugar acogedor donde uno se
puede tomar una cerveza o un buen rioja con sus
correspondientes tapas, era el lugar de obligatoria parada
para que un puñado de amigos se reuniese a tomar un par de
copas y charlar de lo divino o de lo humano. Entendiendo por
divino hablar de fútbol y por humano hablar del resto de los
temas cotidianos, sin despellejar a nadie porque, a todos
nosotros, los únicos pellejos que nos gustan, son esos odres
donde se conserva el buen vino
Dejando claro que los únicos pellejos que nos ocupan, en
nuestra peña, cada quisqui es muy libre de exponer sus ideas
o realizar el comentario que le venga en ganas sobre el tema
que le parezca y, a su vez, escuchar las replicas que
reciban al mismo. Total libertad de expresión, libre de
cualquier censura que tanto gustan poner a los
dictatorcillos de turno. Sin señalar que está una jartá de
feo.
Debido a esa libertad de expresión es por lo que, en esta
peña, tienen abierta las puertas todo el que se quiera unir
a la misma previo pago, cada dia, a escote de lo que cuesten
las consumisiones.
Para que se entienda, con mayor claridad, aquí se admiten,
como dice la canción de Elsa “..arquitectos o ingenieros,
carpinteros o labrador...”
Pues, bien, un día a alguien se le le ocurrió de que ya que
nos reuníamos todos los días podríamos formar una peña.
Dicho y hecho se formó la peña.
El primer acuerdo que se tuvo, fue reunirnos todos para ver
qué nombre le poníamos a la peña.
Ante la notable mayoría, de peñistas pertenecientes a la
construcción, se decidió por unanimidad darle el nombre de
peña “El Ladrillo”.
Ladrillo, palabra que según, ese diccionario que tengo
siempre debajo de la almohada significa “Pieza de arcilla
cocida en forma de paralelepípedo rectangular, que sirve
para construir muros, habitaciones, tabiques etc.”.
O sea nosotros, construimos, edificamos, pero no demolemos
nada de lo que se ha construido, a no ser que la obra esté
mal hecha y haya peligro de que se venga abajo. Entonces,
sólo entonces, tratamos de evitar ese derrumbe, sin pensar
quién o quiénes puedan ser sus inquilinos.
Y aunque a algunos, de esos que se la cogen con un papel de
fumar, nos puedan criticar tenemos que decir que nuestra
peña es constructiva y hasta puede tener una parte de
divinidad incorporada. No olvidemos que somos “ladrillo” y
su componente principal es el barro, y de barro hizo Dios al
primer hombre.
No quiero seguir divagando, porque por el camino en el que
me he metido, voy a terminar por decir que, todos los
componentes de la peña, gracias al “ladrillo”, tenemos un
enorme don de santidad. ¡Bendito sea el barro!.
Claro que, mirando con detenimiento, uno a uno, a los que
dieron vida a la peña, Javier Arnaiz, Paco Navas, Chaves y
Chaves JR, Manolo de la Torre, Desiderio, Dominguez JR,
Pedro, José Pedro, Jesús y un servidor, no les veo como el
tener mucho don de santidad.
Ya lo decía la sabia de mí abuela: “santo que mea, maldito
seda”. En esto creo, con toda sinceridad, que la sabia de mí
abuela se pasó tres pueblos y seis barriadas.
Nuestro fin es, nada más y nada menos, reunirnos cada día a
tener nuestro rato de ocio y, aunque de santos no tenemos
nada de nada, si nuestra economía nos lo permite ayudar, de
alguna forma, a quienes lo necesiten. No, lo que te digo
que, al final, vamos a tener algo de santidad. ¡Lo que nos
faltaba!.
De momento, hoy nos vamos a dar un pequeño homenaje,
reuniéndonos a comer todos juntos y a pegarle, un rato, a la
sinhueso para deleite del personal afecto a la causa.
Esto es, ni más ni menos, la peña de “El Ladrillo” que, cada
día,ese barro, su principal componente, servirá para seguir
edificando el edificio de una gran amistad.
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