Decía Raúl del Pozo: que todos los
periodistas somos unos mercenarios. Y uno pensándolo,
detenidamente, llega a la conclusión de que el maestro lleva
razón.
La misma razón que llevaba la sabia de mí abuela, cuando
decía aquello de: ”para ser puta y no ganar ná, mejor ser
mujer honrá”.
Teniendo en cuenta que mercenario, según mi pequeño
diccionario, ese con el que duermo debajo de la almohada, es
“aquel soldado que sirve a una patria que no es la suya por
ganancia o beneficio personal” o “todo aquel que sirve por
el beneficio que obtiene”. No tengo más remedio que darle la
razón, a ambos dos, al maestro Raúl del Pozo y a la sabia de
mí abuela pues, todos aquellos que trabajamos, lo hacemos
por conseguir un beneficio personal.
Sin embargo, uno cree, hay circunstancias en la vida que
muchos se convierten en mercenarios, impulsados por la falta
de trabajo y el menos precio de todos aquellos, a los que
habían dedicado todos sus esfuerzos en defensa de sus
intereses.
Y son, precisamente, los más inútiles de los componentes, a
los que dedicaron su trabajo, los que les empujan a ser
mercenarios y vender su trabajo al mejor postor, hastiados
del menosprecio al que se ven sometidos, por toda esa panda
de analfabetos e inútiles a los que, un día, le gastaron la
broma de darles un pito y una gorra con mando.
Todos esos inútiles decidieron, dentro de su inutilidad más
que constatada, que había que acabar con todos aquellos que
se mostrasen superiores, a ellos, en cultura e inteligencia.
Y por contra se debería prestar todo el apoyo, del mundo
mundial, a quienes estuviesen a su altura cultural e
intelectual.
Y así, de esa forma, menospreciando a quienes podían
demostrar su total inutilidad para los cargo que les habían
proporcionados, la broma de la gorra y el pito y apoyando al
resto de inútiles que conocían, sería muy difícil quitarles
el poder que se les había otorgado con la entrega del pito y
la gorra. Manda...la cosa.
Cuando la panda de analfabetos recibe el pito y la gorra que
le dan un puestecito con mando cuidan, muy mucho, de ir
escogiendo, para que les acompañen a todos los más inútiles
que se encuentran en su camino para, de esa forma, tener
cubiertas las espaldas en su puestecito de mando a sabienda
que, todos los elegidos a los que se les ha dado un
puestecito ganando una pasta gansa, jamás, .les causará
ningún problema al ser, por principio, unos estómagos
agradecidos a los que se le une su falta de capacidad
intelectual.
Esa panda se convierte en grupitos de pequeños dictadores,
donde el ordeno y mando es su única seña de identidad
aplicando, a rajatablas, lo del que se mueva no sale en la
foto. Y en el hipotético caso de que algunos de los
estómagos agradecidos, intenten decir lo más mínimo sobre su
persona o sobre su forma de mandar, estos dictadores de
pacotillas, aplican lo de los clinex, usar y tirar.
Ni te cuento, serrana del alma, si alguno de los de su
cuerda, no pertenecientes a los inútiles de los estómagos
agradecidos, se le ocurre poner en duda su capacidad de
mando y decide intentar quitarle el puestecito que ocupan,
ese será condenado a todas las penas del infierno, a pesar
de demostrarles, a todos, que es muy superior
intelectualmente al que le gastaron la broma de concederle
la gorra y el pito con mando. Ese pasará a engrosar la lista
de personas non gratas y caerá en desgracia “per secular,
seculorum”. O sea, para no darle muchas vueltas, será
incluido, con un buen número, en la lista negra que tenemos
el orgullo de encabezar.
Lo que me cuesta un enorme trabajo entender,si es qué se
puede entender algo, es contra a personas cultas e
inteligentes que son manejadas por algún personaje de esa
panda pertenecientes a la gorra y el pito.
Sólo tiene una explicación, su falta total y absoluta de
personalidad, que les hace ser manejados por algunos de
estos personajes, cual muñecos parlanchines pertenecientes a
algún ventrílocuo que les hacen decir, en cada momento, lo
que ellos quieren que digan aunque esa frases pronunciada,
por el muñeco parlanchín y falto de personalidad, puedan
causarle algún daño.
Por toda esta serie de razonamientos que voy acumulando,
viendo el comportamiento de unos y de otros. De los de la
gorra y el pito y de aquellos muchos más inteligentes que
ellos, pero que su falta de personalidad les hace
convertirse en un muñeco de fácil manejo para esa panda de
inútiles es por lo que, pensando en la realidad que me rodea
y lo que puedo esperar tanto de unos como de otros, no
merece la pena salir en defensa de ninguno de eso muñecos,
de enorme parecido a los que tiene en su cajón, bien
guardados mi gran amigo, José Luis Moreno.
Cada día, mi cerebro me lleva con más fuerzas a hacer
realidad lo que dice el maestro Raúl del Pozo o la frase de
mi adorada viejecita, aquella que dice: “para ser puta y no
ganar ná, mejor ser mujer honrá” .
Nada merece la pena.
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