Los pasos del hombre dejan huella en la tierra y el agua.
Pero el individuo se siente solo y busca amparo en sí mismo.
El amor nos acompaña en un mundo en el que empequeñecemos
ante los avatares del destino.
Muerte y vida se dan la mano en una sociedad dormida. El
tiempo pasa y el arte evoluciona pero queda la esencia, el
alma. De repente, sale por el centro del escenario un Rafael
Amargo que huye de la soledad de sus días. Rodeado por un
cuadro flamenco de excepción. El lobo solitario busca la
compañía de los guitarristas Flavio Rodríguez y Camarón
Pitita, el violinista David Moreira y el cajonero Antonio
Maya.
Las voces de Maite Maya y María Carmona elevan los brazos
del bailaor, empujan sus pies, tiran de su chaqueta e
insuflan su mirada. La pureza del flamenco deja paso a la
contemporaneidad de un escenario que busca el encuentro, el
hermanamiento en la gran ciudad.
‘De María a María con sus dolores’ presenta a una de las
jóvenes promesas de la compañía de Amargo. La desesperación
más íntima del ser humano sale a escena. La música en
directo ensimismó al millar de ceutíes que se concentraron
en torno a un espectáculo cosmopolita pero arraigado en la
más profunda tradición.
Las Murallas Reales se ‘enramblaron’ cuando los ‘breaker’
Fran Fernández y Alberto Prado despegaron del suelo con
demostraciones de fuerza que despertaron la admiración de
los asistentes. Los gemelos Lombard, bailarines de ‘tap
dance’ adaptaron un estilo que bebe del claqué a la
percusión mística de Antonio Maya. Acaba la escena con un
número de flamenco que desprende elegancia y frescura. En un
mundo donde la individualidad está en alza, Amargo apuesta
por la diversidad de estilos, culturas y artes. Las formas
de entender la música se hermanan con un abrazo y un baile
conjunto entre los seis artistas. El público lo saborea.
La figura femenina rodea al Rafael Amargo más señor y
caballero. Un cuadro de baile que mitifica la sensación de
volatilidad porque el espectáculo entra en su fase final.
María ‘La coneja’ y el cuadro flamenco tocan ‘María de la O’
con una historia de pasiones en la plaza de las Ventas,
cuando el torero de excepción de1922 es abatido por el toro
de la muerte.
Alrededor del fuego de la tradición improvisaron ritmos
populares. Un popurrí de bulerías, en el que Amargo se
atrevió a entrar al cante. Sones potentes que pusieron sobre
la mesa a bailaoras, sudor y arte.
Una mañana lluviosa de abril, tu ventana, olor a jazmín,
poemas y susurros que el cuadro de baile desmenuzó
sutilmente con un taconeo fino pero intenso.
Las texturas de los audiovisuales dirigidos por Juan
Estelrich ayudaron al baile. El agua relajó al público
mientras los componentes del espectáculo se despidieron de
una noche deliciosa en un recinto entusiasmado.
La vida nocturna de las calles ya nunca será lo mismo. El
amanecer en las Ramblas hace recordar al artista su soledad.
La vive de una manera especial, como un rincón donde deja
volar su imaginación, donde la compañía de otros mundos está
más cerca, donde comparte con otras gentes sus inquietudes.
Y Ceuta miró atentamente.
|