Un informe emitido por la
Organización Mundial de la Salud a través de la Guía de
Ruídos Urbanos ha situado a nuestra ciudad como una de las
urbes en las que sus ciudadanos padecen con más intensidad
los altos niveles de decibelios emitidos desde sus calles.
Es un hecho que Ceuta es una ciudad ruidosa. Un ejemplo de
ello sucede casi a diario para estrés de quienes lo sufren
sobre el mediodía de cada día. A la intensidad del tráfico
en pleno centro de la ciudad, se le une el permanente
barullo de la multitud próxima al mercado, a lo que se le
suele unir el fuerte silbato exhortativo del agente
municipal. Y todo ello, aderezado -muy continuamente- con el
ya tradicional y constante ulular de las ambulancias camino
del hospital. Para cumplir con el momento estrella de la
jornada, a la orquesta sinfónica de los estridentes sonidos
urbanos, se le suelen unir los ritmos duros y repetitivos
ocasionados por la llegada del helicóptero en su maniobra de
aproximación al helipuerto. Y todo ello en una ciudad cuya
urbe es casi toda ella -en función a otro informe ambiental
en el que se recoge la falta de espacios verdes- de cemento
por el cúmulo de edificaciones existentes.
Según la Organización Mundial de la Salud, el ruído provoca
además de deficiencia auditiva, hipertensión y cardiopatías.
Datos a tener en cuenta por los que, de algún modo, la
Ciudad Autónoma debe lograr que se minoren los ruídos,
sancionando los claxons innecesarios y las discotecas
ambulantes en vehículos a tope de música; controlando los
estridentes sonidos de los tubos de escapes sin silenciosos;
procurando que las ambulancias o bajen el nivel de su
sonido, o sólo lo utilicen para casos de máxima gravedad -no
siempre, y es un hecho, es necesaria tanta sirena-.
En definitiva, Ceuta es atractiva, histórica, multicultural,
patrimonial... y ruidosa.
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