Vacacionar y hacer uso y abuso de
la llamada “cultura del ocio” que es la forma elegante de
designar el refocilarse y divertirse de toda la vida, tiene
también sus riesgos. Y no hablo de la tragedia de Bisecas
donde llegó la riada (en mi barrio de pescadores se dice “la
puta riá de tos los años”) y arrasó un camping donde los
vacacionantes practicaban la cultura del ocio consistente en
baños, senderismo y actividades lúdico deportivas. Llegó la
riá, arrasó y fue tema de telediario.
Como tema de telediario es este año la plaga de medusas que
está comenzando a chingar el Mare Nostrum, es decir el
Mediterráneo que empieza a asemejar en las contaminadas
costas españolas una inmensa charca de aguas residuales,
bolsas de plástico y orines de guiri. Las depuradoras son
escasas y funcionan mal, en el litoral malagueño han tenido
hasta que poner un barco cochambroso para retirar “nata” y
residuos sólidos y aquellas playas paradisíacas de los años
sesenta donde te sentabas en la orilla y comenzabas a rascar
en la arena y a sacar coquinas, o donde los peces hacían
travesuras con los bañistas y flotaban los caballitos de
mar, aquel sueño de los jardines del Edén ha desaparecido
víctima de un desarrollo urbanístico insostenible que ha
destruido prácticamente todo el litoral, ocultando la
belleza natural del paisaje bajo toneladas de ladrillos y
cemento. Eso si, los tiburones inmobiliarios felices y los
especuladores particularmente dichosos. Se ve, se nota, se
siente, que la nula conciencia ecológica de los
ayuntamientos está presente.
¿Qué si las medusas vienen a comprar apartamentos a las
promotoras? Bueno, no exactamente, pero la basura, la
suciedad y la desaparición de las especies marinas que se
alimentaban de esos picajosos bicharracos, han contribuido a
su proliferación y a su reproducción exagerada, hasta el
punto de que invaden las playas e impiden a los bañistas
remojarse el mondongo bajo amenaza de salir picados, con una
dolorosa urticaria y corriendo al puesto de socorro más
próximo para recibir remedios. ¿Qué cuales son los remedios?
Pues como soy muy marisabidilla y me gusta espiar la
farmacopea en busca de antidepresivos de nueva factura y de
ansiolíticos fashion, me he enterado de que, lo primero es
jamás lavarse con agua dulce porque el agua expande el
veneno. Hay que enjuagarse con agua salada y luego aplicarse
un antihistamínico, para mi el mejor es el clásico
polaramine que sirve hasta cuando te ataca un mosquito.
También hay picoteados por medusas que apuestan por el
vinagre, pero yo prefiero el polaramine de toda la vida,
aunque desde pequeña no me ha picado ninguna meduas por el
sencillo motivo de que me niego a remojarme en la charca de
meados de extranjeros de sandalia con calcetín blanco que
son las playas malagueñas. ¿Qué si tienen que ver algo los
calcetines blancos con el orín? Bueno, algo tiene que ver,
porque los veraneantes ponen una especie de gesto culpable
cuando el agua fresquita les llega a la cintura, ponen cara
de apretar con disimulo y después una inconmensurable
expresión de alivio, a mi no me engañan: están meando y por
lo tanto contaminando. A mi nuestras playas me dan mucho
asco y temo contraer en la sucia tierra que sustituye a la
tradicional arena una pitiriasis versicolor, es decir,
hongos en la piel. ¿Qué las playas de ustedes son más
bravías y están más limpias? Pues se bañen y disfruten, yo
por mi parte prefiero el agua clorada de una piscina con
depuradora y todo tipo de filtros químicos y además en las
piscinas puede acecharte la celulitis o la adiposidad de la
señora o el caballero que se remojan, pero nunca una medusa
traidora.
De pequeña y no tan pequeña, en el Rif, los fines de semana
los españoles hacíamos excursiones a las playas de Karia, a
la callada maravilla de Cazaza o a la Restinga y a las
medusas se las llamaba “aguasmalas” todo seguido y atacaban,
al igual que alguna que otra morena asesina. Pero recuerdo
aquellos mares y aquellas arenas como una especie de
maravilla mucho más auténticas y genuinas que las playas
caribeñas, esas que parecen de foto de usuario de Halcón
Viajes. La hermosura de las playas de Marruecos es puramente
africana, con esos cielos que se asalmonan al atardecer y
esa calidad evanescente, lo recuerdo y contengo el aliento
sintiéndome muy afortunada por retener en el laboratorio de
ideas que es mi cerebro el recuerdo de la magnificencia de
cielos y mares del Rif.
¿Qué si mis playitas del Palo y de Pedregalejo tienen
magnificencia? No. Tienen chiringuitos como el Tintero,
donde los platos de pescado se subastan y todos valen lo
mismo, aluego (se dice así aquí) el muchacho cuenta los
platos y esa es la manera de hacer las cuentas. Está
Miguelito el Cariñoso y está el Cabra y el Maricuchi, los
espetos y los chanquetitos camuflados porque están
prohibidos y ponen multas, la ensalada de pimiento, la
multiplicación de vasos de tinto de verano que es la bebida
con la que, los estudiantes extranjeros sustituyen al agua y
la primera palabra que aprenden a decir en español pa
entenderse en el area que les interesa “tintó de veggganó” y
las libaciones desmadradas vienen a ser otro peligro
playero, casi similar a las solaneras de los adoradores del
astro rey que no entienden de melanomas ni de capital solar.
Los maricaplayas con sus tangas ponen el culo bajo los rayos
y se alzan cuando lo tienen achicharrado y las muchachas,
también entangadas, pasan de protectores adecuados en busca
de un moreno brasileño, porque para eso está de moda en toda
la Costa del Sol ir a las peluqueras de coños (con perdón de
la palabra y mejorando la presente) para depilarse las
ingles “a la brasileña” con cera e incluso con láser y
hacerse monerías y caprichos tipo trencitas con extensiones,
purpurinas y abalorios en sus partes pudendas, mientras que
los tíos de gimnasio compiten con las féminas en ir
totalmente depilados ¡un pastón! Además las medusas tienen
predicción por los metrosexuales depilados y por las niñas
de ingle brasileña y les atacan con mayor ferocidad y es
que, las medusas, aparte de ser un peligro playero son muy
conservadoras y muy guardianas de las buenas costumbres
¡faltaría más!.
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