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OPINIÓN - VIERNES, 07 DE JULIO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Políticos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Quienes quieran hacer carrera en un partido político han de aprender toda clase de ardides para ir medrando de acuerdo con sus ambiciones.

Del navajeo entre propios salen los políticos curtidos para enfrentarse a los adversarios cuando se aproximan las elecciones o durante los años de oposición o gobierno.

Por lo tanto, jamás podrán evitarse las reyertas internas, las traiciones, los acosos y derribos... Pues son prácticas imprescindibles como formación de unas personas que han de vivir en una especie de permanente estado de belicosidad para defender su posición y la del partido.

En una palabra: los políticos que reparten el bacalao, ya sea en el PP, en el PSOE o en cualquier otra sigla, incluso en las de querer y no poder, no dejan nunca de intrigar y terminan siendo expertos en ataques verbales o maniobreros para defender la posición de poder y dinero que se han labrado pasando por encima de quienes hayan tenido que pasar.

Salvo raras excepciones, acaban siendo profesionales sin escrúpulos que, en cuanto no les gusta lo que se les dice, son dos veces más peligrosos que los boxeadores vapuleados. Son los que jamás dan su brazo a torcer en el error comprobado y andan siempre buscando la oportunidad para cobrarse la denuncia que se les hizo en su momento.

Les puede el rencor, y en vista de que han de vivir en continuo estado de alerta, no vaya a ser que detrás venga uno que les quite la silla desde la cual ordenan y mandan a su antojo, no son gente de fiar.

Con los políticos conviene tener las relaciones precisas, y cuando alguien se gana el derecho personal a ser respetado y surge la amistad, conviene hablarle con claridad meridiana. Es decir, que jamás confunda churras con merinas. En suma: es necesario darle a conocer, cuanto antes, la cita de Francisco Fernández Ordóñez: “La política no es terreno propicio para la amistad”.

Se aproxima un tiempo donde habrá una campaña electoral con participantes enfrentados a muerte. En la cual todos los mandas y sus corifeos pisarán la calle con la sonrisa presta y el ademán falso de una simpatía que se troca en bilis en cuanto vuelven a no verse amenazados sus puestos de lujo. De casi todos ellos, es decir de los primeros espadas que van a competir en esa lucha encarnizada por hacernos ver que son los merecedores de nuestro voto, sé yo ya cómo se las gastan y hasta de qué manera piensan de los votantes.

Algunos pedirán el voto democrático mientras no dejan de acordarse de aquellos años donde las ciudades contaban con espacios marcados para que cada clase social supiera por dónde debía transitarla. Sienten nostalgia del ordeno y mando y de los privilegios adquiridos por posición, ideas o bien haciendo gala de un tartufismo repelente hasta para los propios hombres de Dios.

De cualquier manera, o sea, a pesar de todo lo reseñado, sigo confiando en las palabras de Churchill: “La democracia es el regímen menos malo”. Aun conociendo, porque así se ha dicho días atrás, que el gran estadista inglés tomaba decisiones con la cabeza trastornada. Y añadiremos lo siguiente: Juan Vivas es uno de los pocos candidatos que pueden salvarse de esa acusación de que sólo las personas faltas de inteligencia se meten en la política. Una inteligencia que deberá poner a prueba de aquí a nada.

¿Cómo?...: haciendo Vivas las listas de los candidatos y pensando, solo y exclusivamente, en los mejores que deberán acompañarle en ese su gobierno que a buen seguro saldrá elegido de las urnas. Si es capaz de dar ese paso, no cabe la menor duda de que su próximo mandato será mejor en todos los aspectos.
 

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