El helicóptero que trajo a Llamazares desde la península
aterrizó en la Ciudad Autónoma a eso de las diez y media de
la mañana. Le esperaban, ilusionados, algunos miembros de su
partido, representantes de Coalición por Melilla y la
vicepresidenta de la asamblea de Melilla. Es la segunda vez,
desde octubre de 2004, que el líder izquierdista visita la
ciudad de Ceuta.
Un coche, un vehículo azul, que había cedido la Delegación
del Gobierno lo trajo hasta el Hotel Tryp donde lo aguardaba
un vestíbulo no demasiado concurrido. Algunos simpatizantes
de IU, cuyo líder, Mohamed Hadu Musa, le dio una calurosa
bienvenida, y el presidente de UDCE junto al de Federación
Ceutí (FC).
Sin apenas haber visto una calle de la Ciudad, el
representante nacional subió hasta la primera planta del
Meliá para sentarse a charlar con los suyos. Algo informal,
sin focos ni letreritos indicando quién es quién. Sólo unos
cuantos sillones colocados en un bonito reservado del
corredor donde los políticos hablaron sobre el acuerdo
alcanzado hace apenas una semana entre IU-Ceuta, UDCE y FC.
La nombrada ‘Coalición por Ceuta’ que, con mucha
probabilidad, llevará a los tres partidos de la mano a la
presentación de las próximas elecciones de 2007.
Tal y como estaba previsto en la hoja de ruta del líder de
León, Llamazares entró en la sala de prensa al mediodía.
Mientras los periodistas ultimaban el rebobinado de cintas y
colocaban los micrófonos con el volumen perfecto, Llamazares
echaba un vistazo a la sala al tiempo que recolocaba el nudo
de su corbata. Una breve presentación del secretario general
de IU-Ceuta, inaudible y escueta, introdujo el tema
principal que se había tratado previamente en privado.
Llamazares había venido a Ceuta para ratificar el acuerdo de
unión entre los tres partidos de la izquierda ceutí.
Apenas un par de minutos más tarde, llegó el turno del
protagonista. Aunque médico de formación, Llamazares volvió
a demostrar sus dotes de orador y populista. Un ejercicio
que remató con su pregunta “retórica”. A propósito del
aniversario del golpe de Estado de Franco, el Parlamento
Europeo condenó, el pasado lunes, la dictadura franquista en
una España dividida. Un acto en el que el eurodiputado del
PP, Jaime Mayor Oreja, junto a un partido de la extrema
derecha polaca, expresó su desacuerdo al discurso de condena
transmitido por el resto de la cámara. Así, el líder de
izquierda Unida lanzó su pregunta sin respuesta: “¿Es
ilegalizable el PP?”. “Por supuesto que no”, añadió más
tarde. Gaspar Llamazares intentó de este modo hacer el símil
entre el diálogo con la ilegalizada Batasuna y la legalidad
de un partido –el PP- que no condenó el régimen franquista.
“Todos nos estamos reuniendo con todos”, reiteró Llamazares
para expresar su apoyo a las anunciadas conversaciones entre
el Partido Socialista de Euskadi y el entorno de ETA.
A lo largo de la media hora que dedicó a los medios, Gaspar
–como todos los de su entorno le llamaban- habló además de
inmigración, Estatuto y, especialmente, cohesión. Para el
líder de Izquierda Unida, el reconocimiento, la promoción y
la preservación de las diferentes culturas y lenguas que
coexisten en las Ciudades Autónomas es clave en el
desarrollo de Ceuta y Melilla.
Una vez terminada la comparecencia, unos diez afiliados o
simpatizantes de su partido, colocados en las últimas filas,
aplaudieron al secretario general de IU.
De nuevo en la avenida Gran Vía, el sol arremetía sin piedad
contra políticos, periodistas y algún que otro curioso que
paseaba por los alrededores del Tryp.
Y después, a la Asamblea. Allí lo recibió un representante
de la Delegación, la secretaria general del PSOE, Antonia
Palomo y la portavoz del Gobierno de la Ciudad, Yolanda Bel.
En las puertas de la Ciudad, consejeros del Ejecutivo ceutí,
diputados, importantes cargos del Ejército y el presidente
de la Ciudad guardaron un minuto de silencio en honor a la
memoria de las 41 víctimas del accidente de metro en
Valencia.
Tras el minuto de respeto Llamazares partió hacia el
Príncipe.
El último acto del día estuvo dedicado a los miembros de su
partido. A los simpatizantes. A las nueve de la noche se
dieron cita en un acto político que sirvió para ratificar la
unión, bendecida por la mañana, de la recién formada
‘Coalición por Ceuta’.
Llamazares mostró sus impresiones sobre la ciudad, al
asegurar que Ceuta podría ser un laboratorio de la
convivencia, debido a la confluencia de cuatro culturas que
conviven en sus calles.
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El líder de IU visitó el barrio del Príncipe, “la otra cara
de Ceuta”
Los coches no pudieron escalar el
camino pedregoso hacia la barriada y el líder de IU, junto a
los miembros de su partido, subieron a pie por una de las
laderas. Tal vez porque eran casi las dos de la tarde, tal
vez por el desconocimiento, tal vez por la discreción, no
había casi nadie en las calles. Una señora, apoyada a la
ventana de su casa, miraba pasar al representante rodeado de
cámaras.
“Esto es la otra cara de Ceuta”, decían algunos acompañantes
de Llamazares. “Esto es lo que no se quiere ver”, repetía,
casi obstinado, otro de ellos. Desde las estrechísimas
calles de la barriada podía sentirse el olor a comida recién
hecha que salía por las ventanas de las casas. Algunos
hombres, tomando el sol apoyados en la pared de la mezquita,
observaban con indiferencia la fila de desconocidos que se
acercaba a la casa del fallecido Mustafa. La familia del
militante de IU, Mustafa Ahmed Mohamed, que falleció
asesinado por un joven, aguardaba en el interior de su
humilde casa. Su padre, sin poder contener la emoción, salió
a abrazar al líder de la izquierda que le devolvió su
afecto. Con infinita atención, Gaspar Llamazares escuchó al
padre sobrecogido que le explicó cómo, desde la pobreza,
había conseguido criar a un hijo y compañero. Alguien con
quién salía a tomar café y que, aseguró, lo mantenía en el
alma como el primer día. Y tal vez Llamazares, bajo el
insistente sol de Ceuta que calienta pero no quema, recordó
aquella frase que el cartagenero Pérez-Reverte escribió en
uno de sus artículos, “la dignidad de cada uno son sus
recuerdos”.
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