¿A que les cuento una cosa y
alucinan? ¿Saben lo que dicen los cacereños de los de
Badajoz? ¿Qué lo cuente de una vez? Pues no se, para el
mísero estipendio que me tiene asignado mi editor,
consistente en enviarme de cuando en cuando y por auténtica
caridad la foto de un sabroso bocata de calamares por
internet, ya con decir “buenos días” estoy cumplida, pero,
en este caso, para evitarme una colleja del director les
contaré que dicen “Badajoz, tierra de Dios, andan los
carnudos de dos en dos”. ¿Qué si el articulejo va de
Extremadura y de las buenas artes y ardiles de Rodríguez
Ibarra?.No. Va de valores, de moral y de moralidad, algo con
lo que puedo relacionar a Rodríguez Ibarra porque es un tipo
que presenta el valor intrínseco de decir lo que piensa, sin
doblegarse ante vasallajes impuestos desde la sede central
de los sociatas en calle Ferraz. La autenticidad es un raro
lujo en los tiempos de la moral babosa, que no se llama tal,
sino que responde al más apropiado calificativo de
“moralina” y si por medio hay algún onegetista o algún
profesional de la buena conciencia se llama “moralina de la
fina”.
En eso los neoconservadores somos muy mirados y tiramos de
recanchondeíto , aunque, hasta ironizando y sacando aristas
al tema, el onegetismo es la hipocresía en plural y tiene
falsario y farisaico hasta la denominación de ONG, es decir
Organización No Gubernamental, cuando todos esos inventos
viven de chupar del Gobierno y de las Instituciones
públicas, es decir que, por sus medios de financiación se
tienen que llamar OSGs “Organizaciones Si Gubernamentales”
porque chupan con avidez de la teta de las subvenciones y
sus miembros suelen ponerse sueldecitos por hacer caridad
profesional y por ahí los neocons no pasamos. Pasamos por
organizaciones, asociaciones o como pollas en vinagre se
denominen que practiquen caridades sin cobrar un céntimo,
solo sustentándose con los dineros de sus socios o de sus
colaboradores y donde nadie en absoluto pueda trincar jornal
por ejercer de caritativo, al revés, los auténticos
onegestitas son fontaneros, maestros, parados o
profesionales de cualquier rama que arriman parte de sus
ganancias a su organización para mantenerla, pero sin
aceptar ni agua del Estado, porque si el Estado financia se
pierde la independencia, si se mama del Gobierno se es osigé
que no oenegé. Hablemos con propiedad y digamos la verdad,
porque ser auténtico es una forma superior de moral y una
demostración de poseer y funcionar en base a una auténtica
escala de valores.
¿Qué cuales son los valores de los denominados
“Profesionales de la buena conciencia”? Pues tener deben
tener alguno, pero yo solo les aprecio el llamado “buenismo”
es decir, la práctica profesional de la bondad, algo que
suele ser bastante histriónico y tener una clara raíz de
desequilibrio psíquico o alternativamente de contumaz cara
dura. ¿Qué cual es su himno? Pues he buscado por internet y
es el “Opá vi jasé una oenegé y me vi a forrá”. ¿Qué
murmuran? ¿Qué pueden haber oenegetistas “auténticamente
caritativos?.
Por supuesto, si no tienen sueldo ni se llevan un duro a
cambio de ejercer de Damas de la Caridad les alabo el mérito
y si encima no aceptan del Gobierno absolutamente nada sino
que se autofinancian con sus trabajos y los donativos de los
colaboradores demuestran altura moral que no moralina de la
fina y son dignos de halago. Para ayudar, les garantizo, no
hay que organizarse, ponerse siglas y montar un remedo de
despacho con ordenador, eso que se llama “gastos de
infraestructuras”, la logística se la monta cada cual según
sus haberes. ¿O es que no se han fijado ustedes en las
Hermanitas de los Pobres o en cualquiera de esas santas
mujeres con hábito que ayudan a los más pobres, a los más
ancianos, a los niños o a los enfermos? ¡Cuidado con esas
lenguas! No me vengan con que el Estado financia a la
Iglesia Católica, porque lo que hace el Estado es utilizar
nuestros dineros, es decir, dineros cristianos en sostener
malamente y en parte, racanamente y en mísero a “lo nuestro”
y eso “nuestro” son nuestras raíces históricas, culturales,
filosóficas, espirituales y patrimoniales, algo con cuyo
sostenimiento estamos todos los católicos de acuerdo. ¿Qué
que pasa con los ateos llamados eufemísticamente “laicos”?
Pues a los ateos les aconsejo que se den una vuelta por
Valencia, esa ciudad que palpita de felicidad ante la
llegada del Sumo Pontífice y donde acudirán millones de
criaturas para demostrar que quien nos llama “la muy
católica España” no yerra en absoluto.
¿Otra vez mascullando? ¿Qué que pasa con los islámicos? Pues
no pasa nada, pasa que la ciberderecha neocon exige que no
suplica, reciprocidad absoluta: por cada mezquita en
Occidente se levanta un templo cristiano en un país
islámico, subvenciones y ayudas paritarias y libertad
absoluta para ejercer apostolado y hacer conversiones, tanto
del Islam en Occidente como de Occidente en el Islam .Nos
crean, nos atiendan, para el respeto y el diálogo entre
civilizaciones, por muy dispares que sean los siglos en los
que viven y sus respectivos avances científicos y
tecnológicos, la más estricta, absoluta y total reciprocidad
es condición indispensable, si no hay trato igualitario hay
mamonéo y tocacojonismo, es decir, existir de tocar las
pelotas al contrario y ese fenómeno acaba siempre por
estallar, por reventar, por joderse, por explotar y por
acabar muy pero que muy malamente. O las relaciones son
estrictamente paritarias o no pueden llamarse “relaciones” y
eso es lo que no se atreven a entender los profesionales de
la buena conciencia ni los de la moral onegetista
subtitulada “moralina de la fina”. ¿El antídoto contra los
eventuales ataques de la moralina? La autenticidad, la
dignidad y la defensa de nuestras raíces y de nuestros
valores. Porque los tenemos, porque son nuestros y porque
son una pasada. Tíos, siendo occidentales nos ha tocado la
lotería de la Historia, se lo juro, que no se lo prometo,
para mi moral lo digno es jurar.
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