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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 05 DE JULIO DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Dicen y debe ser verdad que, al final, cada quisqui no puede disimular más y se muestra tal como es en sus gustos y en sus amores. A pesar de que, en muchas ocasiones, hayan sidos deshechado por aquellos que ellos tanto amaban, no permitiéndole entrar a formar parte de ese círculo que tanto deseaban porque no se fiaban de sus intenciones.

Cuando esto ocurría, aquellos que se sentían despechados por los amores de su vida, juraban venganza eterna cual joven enamorado abandonado por el amor de su vida e igual que el joven enamorado, con el corazón destrozado por el abandono de que había sido objeto por parte de su media naranja, buscaba cobijo en otro amor, sin sentir amor por este nuevo amor, cuya compañía sólo le servía para iniciar su venganza.

Al principio se entregaban en dar, toda clase de atenciones hacia ese nuevo amor al que, por cierto, volvemos a repetir no amaban, pero que todas esas atenciones que tenían hacia él les servían para demostrar, al amor de su vida, todo cuanto hubiése hecho por él si no le hubiése deshechado.

Por contra el amor de su vida, ese que le deshechó, seguía su camino sin acordarse para nada de aquel a quien, un día, le había dado “puertas” por no considerarle digno de su amor.

La venganza preparada por aquel despechado, por mucho que intentaba mostrarle cual hubiése sido su destino de haberle hecho caso, no suponía nada en absoluto para el amor de su vida que, cada día, lo miraba con mayor indiferencia, sin importarle, lo más mínimo, los pequeños triunfos que había conseguido con su nuevo amor que, sólo le servía para esa venganza absurda que juro llevar a cabo el día que le dijo no.

Al final, cuando el tiempo va cicatrizando aquella herida producida por el desengaño del amor, los que juraron venganza eterna sienten nostalgia del primer amor de su vida, y no tienen inconveniente en prestarle toda la ayuda que necesite incluso trayendo a su lado, buscándole un puestecito ganando una pasta gansa a alguno de los familiares de su gran amor. Cosas veredes amigo Sancho.

La política y los políticos, me da la sensación de que son muy parecidas al amor y al desamor de los enamorados incluida la venganza.

Cuando un político se ve despechado por el gran amor de su vida, ese partido al que siempre quiso pertenecer pero que no le aceptaron y tiene que buscar acomodo en otro partido de diferente idea al suyo, inicia su particular venganza contra aquellos que impidieron su entrada en el partido que él tanto amaba.

A igual que el enamorado despechado se vuelca con el nuevo amor al que, por cierto, no quiere, el político se vuelca en trabajar para ese nuevo partido en el que ha encontrado cobijo pero que, naturalmente, no es el suyo, no le ama y sólo le sirve, a igual que al enamorado despechado, para su venganza personal.

Aquel partido que él tanto amaba y que le dijo que naranja de la china, mira con indiferencia todo cuanto hace, sin darle la más mínima importancia sabiendo que, cualquier día, a igual que el enamorado, con el paso del tiempo, sentirá nostalgia e incluso será capaz de darle un puesto de trabajo bien renmerado a uno de los suyos, aunque haya que traerlo, por un suponer, de tierra donde los olivares florecen y dan uno de los mejores aceites de España. Ya lo cantaba el poeta “olivareros de Jaén...”

Decía mí abuela, que todo el mundo sabe que era sabia, que “la cabra tira al monte”,. Y, aquí, como aquellos enamorados, algunos no pueden olvidar que el gran amor de su vida, fue pertenecer a ese partido al que no le dejaron de pertenecer porque no se fiaban ni un pelo de ellos y nos les faltaba la razón.

Creer en personas que son capaces de cambiarse de chaqueta con toda la facilidad del mundo es uno de los más graves errores que se pueden cometer en política porque, por pura lógica, si se traicionan a unas siglas, con la misma facilidad se pueden traicionar a otras.

La nostalgia, los recuerdos, el gran amor de su vida, no se pueden olvidar jamás, siempre se tiene un sentimiento hacia ellos. Y más, si en algunas ocasiones, algunos de estos políticos se han sentado a formar parte de un acto del partido de sus amores aunque, ahora, militen en otro.

Aquellos recuerdos felices, de esos momentos, le vuelven a la memoria con gran facilidad y los recuerdan con nostalgia e a igual que los enamorados no pueden olvidar su primer amor y están dispuestos a ayudarle en toda cuanto puedan buscándole, incluso, un puestecito bien renmerado a algún familiar de su primer amor.

Algunos políticos, se quiera a no, añoran a aquel partido, el gran amor de su vida, que no pudo ser e a igual que el enamorado están dispuestos a ayudarle a cualquiera que pertenezca a él, dándole un buen puestecito ganando una pasta gansa, aunque haya que traer, al gran beneficiado, por un suponer, de Jaén .

“Olivareros de Jaén...”
 

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