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OPINIÓN - MARTES, 04 DE JULIO DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

La vía dolorosa
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿Han estado ustedes alguna vez visitando en la cárcel a un familiar? ¿Qué no ha sido el caso? Pues les aconsejo que no canten victoria porque, vistos los fallos endémicos del sistema y la decadencia fatal de la que son víctimas determinados estamentos, hoy “cualquiera” puede acabar entre rejas. Con razón o sin razón, con montaje o sin montaje, inocente o culpable. Si el tipo en cuestión en encarcelado con razón, sin ser víctima de un montaje y siendo culpable, por mi le pueden ir dando mucho por el culo, con perdón de la palabra y me importa un bledo, porque, todo delincuente debe estar pertrechado psicológicamente para tener vacaciones eventuales en el hotel la Reja y tomárselo con deportividad y profesionalidad, en plan “gajes del oficio”.

Ahora bien, para la ciberderecha neocon, es decir, la derecha moderna y neoconservadora defensora ardiente de los valores occidentales, el que pueda acabar en prisión alguien que no lo merece o, tras una largo via crucis penal, una sentencia absolutoria, es algo inadmisible y que exige responsabilidades mucho más feroces y contundentes que, tras mendigar años, obtener una rácana indemnización del Sistema por el tiempo en privación de libertad. ¿Qué si los de nuestra tendencia política, filosófica y espiritual somos muchos? Ustedes sabrán. Ustedes tienen la respuesta en su interior y tan solo se han de parar unos segundos en buscarla y que salga a relucir, más bonita que un San Luis y absolutamente arrolladora. Porque, desengáñense los vividores de la política, en Occidente arrasaremos o si no al tiempo.

Pero hoy no voy a hablar del juez del gran autor Bertold Brecha, si, aquel juez que era incorruptible porque nadie podía inducirle a hacer justicia, la postura de mi movimiento filosófico ante la Justicia y su sistema, tal y como está planteado en la actualidad es de profunda desconfianza y amarga decepción teñida por una especie de rechazo visceral que surge de la boca del estómago, es una sensación física y tiene mucho que ver con el vómito. Dejémoslo a un lado. Hoy quiero hablar de la Vía Dolorosa, algo que sonará tremendamente familiar a quienes, por desgracia o por méritos propios de sus allegados, se han visto impelidos a hacer largas colas ante una ventanilla, con el carnet de identidad, el libro de familia o el certificado de convivencia en la mano. El funcionario que atiende suele ser adusto y dar la impresión de estar agotado, como si le pesaran cada una de las horas que ha de pasar atendiendo al público a cambio de un miserable estipendio que en nada corresponde a las largas jornadas laborales ni a la dureza de su profesión. Los funcionarios de prisiones, para mí, son seres cansados pero admirables y que están equipados psicológicamente para vivir de por vida en una especie de tercer grado penitenciario, en situación de semilibertad y eso quema, el contacto cotidiano con seres humanos enjaulados, cada cual con el peso de su historia y de sus vivencias a cuestas, achicharra, de hecho, para mi, no hay dinero que lo pague, ni reconocimiento social que lo compense.

Colas en las ventanillas y registros. Otro absurdo. En todas las cárceles de España, los familiares comunican en sucios locutorios a través de un cristal doblemente blindado y sin posibilidad material ni física para tener el menor contacto con el interno.¿A que tanta mierda de registros? La esposa no le puede pasar al marido ni una lima ni una pistola, porque el cristal se lo impide, el hermano no puede pasar medio kilo de sustancias prohibidas, como no sea por transmutación, el contacto es imposible ¿Por qué la humillación del registro y del cacheo? Pagan hasta los abogados, que también comunicamos a través de locutorios de cristales blindados donde no podemos pasar ni un folio por una ranura para recoger la firma en un escrito, pero nos miran la cartera con gesto de sospecha como si lleváramos en su interior la nueve milímetros parabellum. Les aseguro que lo que llevamos los abogados españoles en nuestras carteras es infinitamente menos peligroso que lo que llevan en sus podridos cerebros los abogados batasunos cuando visitan y dan instrucciones a los criminales terroristas, pero por ahora no han inventado el tac cerebral que identifique los malos pensares y sentires y esos entran con las manos libres y la mierda en el coco. Y por cierto ¿Por qué casi nunca funcionan en las cárceles los teléfonos de los locutorios? Vamos, en las que existen teléfonos, en las otras la confidencialidad de las comunicaciones garantizada en las leyes se fractura a grito pelado, hablando a voces a través del cristal asqueroso y sudando, porque hace calor y no hay aire acondicionado, o tiritando, porque hace frío y sigue sin haber climatización. Media hora amarga en la vía dolorosa de las comunicaciones con los presos, pero media hora que esperan ansiosos e ilusionados los encarcelados, porque para ellos es la vida, como las comunicaciones familiares , raro privilegio mensual.

¿Quieren ustedes palpar y observar la amargura en su estado más puro? Vayan, vayan a la prisión un día en el que toquen visitas, un fin de semana y contemplen los rostros de las madres y de las esposas, de los padres y de los hijos. Hay cárceles de postín donde, los comunicantes gozan hasta de una humilde cafetería, como en Botafuegos, Córdoba o Granada, cuando no de un mostradorcillo en el que se dispensan cafés, como en Alhaurin, pero en otras no hay tan raros lujos y es un esperar sudando o tiritando, esperar horas para emprender la vía dolorosa que acaba ante un cristal empercudido y hablando en un chillerío. ¿Qué dicen? ¿Qué si cuando detuvieron a Nuestro Señor Jesucristo dejaron a su Madre visitarle? No lo se, no lo pone en la Biblia, pero Jesús, para aquella gente, era un delincuente y su Santa Madre familiar de preso. Si ustedes van por necesidad a vivir su vía dolorosa, no se averguencen, antes que ustedes le tocó penar a una mujer judía a la que le detuvieron a su Hijo de treinta y tres años y en memoria de aquella Madre, mi corazón está con todas las madres de los presos, hayan hecho o no hayan hecho, no lo puedo evitar.
 

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