La Guardia Civil de Ceuta logró la
detención de otros cuatro jóvenes ceutíes en el marco de la
‘Operación Pulpo’ con el decomiso de un alijo de más de 17
kilogramos de hachís.
El análisis, tras lo de la ‘Operación Zodiac’ en la que se
desarticuló parte de un entramado de narcos y en la que
‘cayeron’ catorce jóvenes ceutíes se basa fundamentalmente
en el mayoritario perfil del nuevo joven narcotraficante de
Ceuta. Que nadie se equivoque; la gran mayoría de éstos
cuentan con nombres cristianos, lo cual indica que el perfil
ha cambiado. De los dieciocho ceutíes detenidos en los
últimos días, tres son soldados profesionales y uno es o era
guardamuelles. Otro dato claro que indica que el nuevo
‘narco’ de nombre cristiano cuenta con un nivel académico
bajo, con poca preparación académica por tanto y que
intentan vivir en el límite de la legalidad -pasando
asiduamente al otro lado- merced, entre otras cuestiones, a
su poca capacidad de incorporarse en la sociedad del
trabajo, de la familia...
Es una evidencia que la Policía Nacional y la Guardia Civil
llevan muchos meses desentramando los nuevos movimientos de
estos nuevos ‘narcos’ cuyas estrategias no difieren mucho de
los habitualmente conocidos por las Fuerzas y Cuerpos de la
Seguridad del Estado.
El análisis entraña, sin duda, el fracaso de un sistema que
no es capaz ni de incidir en la educación del individuo, ni
de elevar su grado académico. Entre otros asuntos porque el
fracaso del sistema viene precedido de otro fracaso en su
génesis, el del entorno familiar.
Cristianos y musulmanes, musulmanes y cristianos de entre 20
y 35 años forman un gran porcentaje de las estadísticas de
desempleados del INEM. Se trata de una generación casi
perdida y que debe ser devuelta a este sistema en el cual la
sociedad se desarrolla y convive.
El trabajo bien hecho de la Policía y de la Guardia Civil
debe hacer entender a los que aún no han sido ‘pillados’ que
se lo piensen y abandonen desde ya este mundo delictivo tan
dañino para todos y que no conduce realmente a ningún sitio.
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