Cinco son las veces que he ido al Alfonso Murube esta
temporada. Y nunca me dio por opinar del juego del equipo en
sitio donde tengo absoluta libertad para hacerlo. Aunque es
cierto que existen dos razones que me hacen desechar
cualquier deseo de escribir sobre la Asociación Deportiva
Ceuta. Una es que la Casa cuenta con los servicios de un
estupendo periodista deportivo: Juanma Navas. A quien
corresponde la tarea de enjuiciar cuanto sucede en el
césped. Otra, mi deseo de no causar molestias al entrenador
de turno. Por cuestiones obvias y más que conocidas. De ahí
que lleve muchos años desdeñando un menester que bien podría
desempeñar, si quisiera. Ahora bien, el que yo me haya
descartado de emitir pareceres de cómo juega el equipo, no
quiere decir que esté invalidado para escribir acerca de los
comportamientos de la directiva del club, de sus errores, de
sus salidas de tono, de sus insultos o aciertos y, mucho
menos, para denunciar que su entrenador se está metiendo en
camisa de once varas. Que es lo que ha venido haciendo Ramón
María Calderé.
Creo haber explicado, en la columna del sábado pasado, que
no es la televisión algo que a mí me chifle. Y, por tal
motivo, suelo seleccionar los programas que me apetecen. Y
entre ellos, desgraciadamente, no cabe de momento ninguno de
los que emite Radio Ceuta Televisión. Así, yo jamás he
podido ver El Silbato; un programa que presenta y dirige
Javier Navas. Y que el lunes 20 tuvo como invitado al
entrenador de la ADC. Para verlo he tenido que recurrir a
una grabación; al igual que hice cuando las críticas
acerbas, pero sin fundamentar, que le hicieron desde ese
espacio a Carlos Terrazas, cuando el equipo iba el primero.
Y si entonces dije que era necesario decir las causas por
las cuales el juego no era bueno, aunque entienda que es
labor complicada para quienes son narradores y no glosadores
de un deporte complejo, ahora no me explico los motivos que
ha tenido Calderé para volver a meter la pata una vez más.
Por más que él manifieste que lo hace por agradecimiento a
una junta directiva que ha tenido motivos suficientes para
despedirle. Y que, sin embargo, lo sigue manteniendo en el
cargo.
El que un locutor, en todo momento narcisista, le tienda a
Calderé la trampa precisa para que se explaye a gusto contra
el ex presidente y su hijo, no me parece tan grave como la
ingenuidad demostrada por el entrenador. Lo cual viene a
demostrar que ser catalán no concede derecho a estar en
posesión de ese sentido común del cual sus paisanos alardean
tanto. Porque hay que ser muy torpe para no percatarse de
que estaba siendo usado, a fin de que diera rienda suelta a
toda la fobia que contra José Antonio Muñoz almacena el
muchacho que se mira en el espejo de la cámara pensando que
pertenece al mundo de las estrellas televisivas. Un locutor
que, metido en su papel de convertir al entrenador en
víctima de unos mal nacidos de El Pueblo, no tuvo el menor
reparo en calificar de paniaguado a su propio hermano. Y
aunque bien podría ser que el vocablo le saliera de la boca
sin conocimiento de su significado, ello no le eximiría de
culpa alguna.
Vayamos, pues, tras lo dicho, analizando ciertas respuestas
del entrenador de la ADC.
“Hay gente interesada en cundir rumores los domingos para
condicionarme”.
¿Acaso se le viene diciendo que es usted un entrenador que
no tiene ni idea de cómo resolver los problemas que se le
presentan durante el transcurso del juego? Por ejemplo.
“El día del Águilas manipularon mis declaraciones”.
¿Quién dijo entonces que el hijo del ex presidente había
pagado cien euros a una persona para que ésta pusiera una
pancarta contra usted y la directiva el día en que se jugó
contra el Extremadura?
Cuando se le inquiere por qué se ha dedicado a responderle
al ex presidente en los medios, responde así:
“Porque me ha dolido a nivel deportivo que el ex presidente
y su hijo, por interés y egoísmo, en momentos determinados,
hayan querido aprovecharse de la situación”.
Ve usted, Calderé, cómo es fácil meterse en lo que no le
importa lo más mínimo. Procure dedicar su tiempo a pensar de
qué manera puede enmendar la trayectoria de un equipo que
llevaba muchos años sin ir dando tumbos en el Campeonato, y
déjese de hacer de portavoz de una causa cuyas
ramificaciones podrían sorprenderle y hasta sentirse
burlado. Créame. Se nota que es usted nuevo en la plaza.
“Me siento agredido por el periódico del presidente”.
¿Cómo es posible que se manifieste así, si cuenta con las
simpatías del redactor jefe deportivo, Juanma Navas, y en
sus crónicas jamás ha salido usted malparado? ¿No será que
viendo que las expectativas victoriosas, resaltadas a
principios de temporada, no se cumplían, decidió convertirse
en el escudo protector de todos los desatinos cometidos por
la directiva? Lo cual, sin duda, le ha servido para que le
digamos que no se meta en camisa de once varas.
“El ex presidente siempre está al acecho”.
Pues claro. Como debe ser. Primero, porque él creó el equipo
y vive, al igual que su hijo, intensamente el fútbol de su
tierra. Segundo, porque están en juego los 80 millones que
se le adeudan. Y que, por si no lo sabe, puede embargar el
club en cuanto le sigan ustedes tocando las partes nobles.
“Yo sabía, a mitad de semana, que Orúe iba a estar en el
campo del Cartagena”.
¿Y qué…? ¿Cuál es el problema?... Entrenadores hay acudiendo
todos los domingos y fiestas de guardar, a los campos donde
se celebran partidos. Es decir, que usted se pone nervioso
porque en las gradas haya compañeros que puedan sustituirle.
Pero lo disimula dejando entrever que Orúe iba dirigido. O
sea, que el ex presidente –y su hijo- mandan poner pancartas
contra usted, pagan a entrenadores en el paro para que
acudan allá donde juega el Ceuta y encima sitúan detrás del
banquillo a individuos dispuestos a que usted pierda los
estribos.
Se atreve, una vez más, a decir que el Ceuta habrá jugado
muchas liguillas de ascenso pero que sigue estando en
Segunda División B. Desde luego que sí. Y ahora, con 200
millones de pesetas gastadas, usted sueña con clasificar al
equipo en lugar que le permita jugar la Copa del Rey la
próxima temporada. Todo ello sin poder dejar de mirar hacia
atrás. No vaya a ser que un desliz sea funesto para una ADC
acostumbrada a ganar casi todos los domingos.
En cuanto a los fichajes: ¿Me puede decir quién dio el visto
bueno para fichar a Boloú? Y quién fue el intermediario del
futbolista. Reconoce usted que hay jugadores que no se
pueden contratar porque no quieren venir a Ceuta, debido a
que la vida es cara y bla, bla, bla. Cierto. Pues bien, el
ex presidente y su hijo, personas tan denostadas por usted,
han vivido esos problemas durante muchas temporadas y no han
dicho ni pío al respecto. No obstante, cuando se le recuerda
que Diego Herrera ha costado una pasta gansa, trata de irse
por los cerros de Úbeda.
Finalizo, diciéndole lo siguiente: que si tanta preocupación
tenía y tiene por proteger la falta de experiencia de sus
directivos, bien pudo asesorarles en su momento para que no
pusieran a circular un vehículo con altavoz incorporado,
para proclamar a los cuatro vientos que ya era de volver a
recuperar el prestigio del Ceuta. Que no hubieran sacado
pecho alardeando de que iban a hacer un equipo para
ascender. Y, sobre todo, que es una canallada no impedir que
la página Web del club haya estado sirviendo para calumniar
al ex presidente. Pues bien, a pesar de todo, es decir, a
pesar de que usted permanecía entonces en silencio, nadie en
El Pueblo criticó su trabajo ni osó plantearse la necesidad
de ir denunciando errores suyos en el banquillo. Ha sido
usted, Calderé, quien se ha pasado de listo y se ha
encontrado con que en Ceuta no llegamos a ser tan
inteligentes como ustedes, los catalanes, pero tampoco nos
gusta que nos tomen por tontos. Aplíquese a su trabajo y
guarde el más respetuoso silencio en otros menesteres.
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