Hay un puente imaginario entre la villa brasileña de
Botafogo de Río, Jerusalén y la Toscana. Pocos lo saben,
pero el vínculo está establecido. Sólo se trata de imaginar,
de creer: “cuando quieres realmente una cosa, todo el
universo conspira para ayudarte a conseguirla”. El escritor,
Paulo Coelho, conquistó a miles de personas con su prosa
metafísica cuando público, en 1988, ‘El Alquimista’, entre
ellas, a Yolanda Bel (Ceuta, 1976). De carácter creyente,
comprometido y perseverante, la consejera de Sanidad y
Bienestar Social de la Ciudad Autónoma cita también al
Evangelio como libro de cabecera porque siempre se ha
sentido muy unida a la fé cristiana. “Soy muy activa y
reflexiva y no me averguenzo de reconocer mi espíritu
religioso; asumo todos mis errores, sé que no soy perfecta,
los perfectos no existen en este mundo”.
Yolanda Bel recorre el puente imaginario cuando recuerda su
película preferida ‘La vida es bella’, situada en una villa
de la Toscana italiana, y al ‘alquimista de la palabra’
(Botafogo de Río, 1947). Ciudades del mundo que, por ahora,
no ha visitado. “Soy partidaria de conocer primero, a fondo,
mi país; los españoles desconocemos las grandes virtudes de
nuestra tierra”.
Tiempo
‘Ni un minuto libre’. Con esta idea se podría resumir el día
a día de la consejera. A las 8,15 de la mañana, ya está en
funcionamiento; almuerzo de 16 a 18 horas y jornadas sin un
cierre definido. “Cuando hice mi juramento en 2003, no fue
un acto protocolario, soy plenamente consciente de mis
responsabilidades; no puedo pedir a los funcionarios que
trabajen, yo soy la primera que debo estar ahí”. Yolanda Bel
ha dedicado toda su vida a las acciones sociales.
“Es una labor dura pero me gusta. La política me quita horas
para el ocio con mis amigos y familia, pero es mi elección;
disfruto mucho”. Hace dos años que no puede practicar
deporte, y es que, es su constante: no tiene tiempo.
Yolanda Bel no discierne entre su vertiente política y la
personal. “No se puede mezclar, pero tampoco separar”. En su
trabajo, reconoce un punto de mal genio, pero matiza, “no me
duele pedir disculpas; pedir perdón no es síntoma de
debilidad, sino de responsabilidad”. En los momentos de
tensión y nervios, se para frente al ordenador, observa la
pantalla y lee: “Nada te turbe, nada te espante.Todo se
pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a
Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta”. Es su forma de
“no desesperarse” en situaciones complejas. “Otros se dan
una vuelta, yo tengo que continuar en mi despacho y medito
con textos de Teresa de Jesús o San Francisco de Asís”.
Tiene tres hermanos. “En mi casa, la religión es una opción
personal, mis padres siempre nos han dado mucha libertad”.
Yolanda Bel echa la vista atras y recuerda una infancia sin
excesos, plena consciencia de la situación económica.
Proviene de una familia de clase media, “todos los hermanos
fuimos a un colegio público, llegábamos a fin de mes como
cualquiera, apretando un poco el cinturón”. Lo resume como:
“una infancia tranquila; nuestros padres nos ayudaron todo
lo posible y trataron de que fuéramos lo más felices
posible”.
Nada a cambio
A los 17 años llegan las primeras decisiones importantes.
Entra en Nuevas Generaciones del Partido Popular y elige:
INEF en Granada o Magisterio en Ceuta. El camino que toma es
determinante. “Siempre he querido ser docente, eso lo tuve
claro; una vez opté por quedarme en mi ciudad, comenzó la
etapa previa a los mejores años de mi vida”, dice
refiriéndose a su labor política. Bel califica su etapa
universitaria como continuista. “Eramos los amigos de toda
la vida; desde los ocho años juntos y hasta hoy”. Uno es
médico, otro es trabajador social, otra es abogada, etc..
Cuando el grupo vuelve a la Ciudad Autónoma y quedan para
hablar; todo sigue intacto. “Siempre hablamos de las mismas
cosas, somos como los ‘abuelos cebolleta’, pero es que han
sido muchísimos años juntos”, explica.
En Nuevas Generaciones entra por algunos de sus amigos y
reconoce que, a lo largo de 13 años, no ha perdido la
capacidad de sorpresa “jamás”. Cuando empezó en el colectivo
juvenil, trabajaba “sin pedir nada a cambio”. Primero fue
secretaria de Organización, después llevó la secretaría
general hasta llegar a ser presidenta de NNGG. Y hoy en día:
consejera de su ciudad natal. “Supongo que mis padres se
sienten orgullosos, pero nunca han alardeado, lo mantienen
en su fuero interno, son gente modesta”, opina Bel. De ahora
en adelante, se manifiesta optimista y con los ojos en el
presente: “seguiré trabajando con el mismo compromiso hasta
2007.
En el suelo
Yolanda Bel reconoce que los temas sociales y los problemas
de las mujeres siempre le han tocado “especialmente” la
fibra sensible. Su visión política es una oda al
pragmatismo. “No me gusta idealizar, cada uno debe tener sus
propias convicciones porque nadie es infalible”. Aún así,
manifiesta cierta admiración por la trayectoria de Carolina
Pérez, consejera de Medio Ambiente y Adelaida Álvarez,
viceconsejera de Presidencia. “Son mujeres muy trabajadoras;
yo en la vida no aspiro a llegar al escalón más alto, ni a
estar por encima de todos, yo trabajo mucho y recibiré, con
las manos abiertas, lo que venga”.
Lo que suceda en los próximos años es, hoy, una incógnita
para Yolanda Bel. No sabe donde llegará, pero asegura que no
se ve como futura presidenta de la Ciudad Autónoma.”Quizá
costaría concebir a una mujer dirigiendo la Asamblea, pero
yo, no puedo, tendría que ser una persona más relajada, mi
forma de ser no me lo permitiría, aunque veo las mismas
posibilidades entre un hombre y una mujer para el cargo; sin
duda”. De todas formas, añade que, en la ciudad, siempre han
dirigido presidentes, “y la labor de Juan Vivas es muy
importante”.
Mujeres
Ante la cuestión de las habituales carteras que ocupan las
mujeres en política, sí reconoce un “cierto encasillamiento
en algunos áreas”. Sin embargo, a su juicio, el Gobierno
ceutí “ha roto moldes por la normalización de género. Por la
Consejería de Sanidad local han pasado más hombres que
mujeres porque, en la ciudad, no se han creado prototipos
para competencias determinadas”, afirma Bel. Disiente en el
carácter de áreas “frías” y “emocionales según la persona,
“se trata de trabajo, de ganas de hacerlo bien, no creo en
las distinciones de género, todos somos iguales”, asegura.
Yolanda Bel demuestra, a sus 30 años, un talante social por
los cuatro costados. Le queda “un largo camino que
recorrer”. Y como política, aún le queda mucho por decir.
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