El día nueve, jueves, quedé citado
con Antonia María Palomo en el edificio del Ayuntamiento
para entrevistarla. Pues creí conveniente que me contara
cuestiones relativas a la visita del presidente del Gobierno
y que respondiera también sobre otros asuntos referentes al
momento que se vive en el Partido Socialista de Ceuta.
Llegué a la cita, como es mi costumbre, con antelación
suficiente al horario que había acordado con la secretaria
general. De manera que decidí esperarla en el pasillo que
hay entre el despacho de la Presidencia y el salón dedicado
a la celebración de los plenos. Y allí me encontré con José
Luis Morales que charlaba con la viceconsejera Cristina
Bernal. Me invitaron a sentarme con ellos y allá que nos
dedicamos a pegar la hebra. A mí me dio por contarles
detalles del petardo que había dado el Madrid en Zaragoza y
salió a relucir el mal momento que atraviesa la Asociación
Deportiva Ceuta.
En vista de que el tiempo pasaba y que la señora Palomo no
daba señales de vida, nos pusimos a hablar de ella en
términos agradables y hasta nos dio tiempo a destacar su
labor cuando la sede de la calle Daoíz parecía estar a punto
de ser cerrada por falta de personal. De pronto, en el
silencio del edificio sonó una voz parecida a la suya y el
consejero de la Presidencia exclamó: “¡Ya la tenemos
aquí!...”. Fue una falsa alarma y mi espera siguió
prolongándose, mientras que Morales no dejaba de mirar su
reloj y principiaba a dar muestras evidentes de impaciencia
propensa a estallar en cabreo impresionante.
Dándome cuenta de que los nervios del ex senador iban en
aumento, por más que tratara de disimularlos, opté por
hablar de la visita de Zapatero a Ceuta y ello propició que
acabáramos opinando del Estatuto de Cataluña, de la posible
tregua de ETA y, cómo no, de la oposición que está haciendo
el PP y también de la baraca que se le atribuye a ZP. Sin
embargo, agotamos la conversación, nuevamente, y en el
pasillo de espera seguíamos estando las mismas personas.
Entonces, Morales me dijo que estaba harto de aguantar los
desaires y la informalidad de los políticos comprometidos
con asistir a las reuniones destinadas a consensuar la
reforma del Estatuto de Autonomía.
“Primero, me dijeron que les era imposible venir si la
reunión se celebraba por la mañana; luego, como puedes
comprobar, Manolo, llevamos mucho tiempo de retraso sobre el
horario previsto y lo que te rondaré, morena. Puesto que
esto viene sucediendo siempre”. Dicho ello, decidió
levantarse de la butaca y empezó a pasear para evitar que la
malaúva no comenzara a salirle por la boca en forma de
espumarajos innombrables.
La llegada de Antonia María Palomo, pasada ya y con creces
las cinco y media de la tarde, hizo posible que yo la
entrevistara, durante media hora, en el interior de la sala
de Plenos; es decir, sitio también destinado para que los
comisionados por cada partido debatan los artículos de la
reforma estatuaria que han de ser aprobados por todos. Lo
que demostraba que la informalidad de la cual se quejaba
Morales, como presidente de la citada comisión, era tan
cierta como entendible su malhumor.
Ahora, pasado ya varios días, y leyendo la noticia firmada
por Rocío Abad, en la que José Luis Morales acusa a UDCE y
PDSC de “dinamitar” el futuro Estatuto, lo entiendo y
apruebo su denuncia. No por las diferencias que puedan
existir entre partidos a la hora de estar de acuerdo con la
aprobación de los artículos, sino por la falta de
puntualidad. Un signo evidente de mala educación. Que no me
extraña que ponga de los nervios al Consejero de la
Presidencia. Por lo tanto, hace muy bien en gritarlo a los
cuatro vientos y anunciar que está dispuesto a romper la
baraja.
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