Que se plantee con cierta
persistencia el hecho de que Ceuta y Melilla sea tratada más
íntimamente en el reformado del Estatuto de Andalucía, nos
parece aceptable siempre y cuando se evite la mendicidad al
respecto porque algún grupo político no considere oportuno
ese trato “preferencial”. Tampoco es eso.
El Partido Popular ha anunciado con creces su propuesta de
incluir en el reformado estatutario de Andalucía a las
ciudades de Ceuta y Melilla estipulando unas relaciones más
profundas y estrechas. Por su parte, el PSOE ya ha comentado
que las actuales relaciones contempladas en el Estatuto en
una de sus Disposiciones ya es suficiente, añadiendo que los
ceutíes y melillenses ya se benefician de los servicios que
se presta en Andalucía... y no les falta razón (Sanidad,
Universidad, permutas entre funcionarios locales, porcentaje
para Ceuta y Melilla en oposiciones de la Junta, poste
repetidor de RTVA...). Es una realidad el que numerosos
ceutíes acuden a hospitales de la red sanitaria andaluza
merced a los convenios con el Ingesa o que Ceuta y los
ceutíes se incluyan en el ámbito competencial de los órganos
judiciales de Granada o Sevilla, o de la Facultad de Granada
en el caso de la Universidad. Todo ello es correcto pero del
mismo modo debemos considerar que esto, simplemente entra a
formar parte de la solidaridad territorial entre las
regiones y pueblos de España. Además podríamos añadir la
deuda moral e histórica que Andalucía pudiera tener con
Ceuta y Melilla cuando no las quiso en su territorio a
finales de los 70 -como así había sucedido hasta entonces-
en la reestructuración territorial de España hacia el modelo
autonómico actual.
Sea como fuere, las circunstancias históricas, las
relaciones personales, las vinculaciones sentimentales son
lo suficientemente fuertes como para haber esperado que la
petición realizada fuera recibida con el cariño que
merecería y el apoyo sin más, por ser de justicia. Hoy
veremos qué es lo que sucede.
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