Pocas veces suelo yo usar este
espacio para escribir de cuestiones futbolísticas y, mucho
menos, si éstas corresponden a la Asociación Deportiva
Ceuta. En este caso, cuando he creído conveniente opinar
sobre el primer equipo de la ciudad, lo he hecho en la
sección que hay a mi izquierda. Y que me reservo para
futuras ediciones. Es decir, para cuando crea apropiado
recordar nuevamente, lo que dije el verano pasado de sus
directivos y que se ha ido cumpliendo inexorablemente.
Por si alguien no leyó lo que escribí, entonces, o bien se
le ha olvidado, no tengo el menor inconveniente en
repetirlo: “los directivos de la Asociación Deportiva Ceuta
son unos indocumentados”. Indocumentado es un vocablo que en
su segunda acepción del diccionario de Manuel Seco es
tajante: Falto de documentación o información. Lo cual es
requisito indispensable para salir al mercado a fichar
jugadores y no dejarse llevar por los consejos de quienes
suelen mirar por sus intereses y les importa un bledo el
caminar del equipo.
Vuelvo a insistir, una vez más, que reunir una plantilla de
jugadores eficaces y cuyo rendimiento sea el apropiado para
defender las aspiraciones del equipo ceutí, no es tarea
fácil. Lo dice alguien que asumió ese reto en los años
ochenta, cuando faltaban veintitantos días para comenzar la
Liga y en el empeño partió un coche y no recibió ningún tipo
de compensación económica.
Y aquella plantilla, hecha de prisa y corriendo, mandó mucho
tiempo en la clasificación y sólo al final, o sea, cuando
faltaba menos de un tercio para acabar la competición, se
vino abajo físicamente y no pudo aguantar el despegue del
Alcira: equipo que consiguió el ascenso directo a superior
categoría. Pues bien, actualmente a mí no se me ocurriría
meterme en semejante berenjenal. Por una razón muy clara:
saber de fútbol no concede el derecho a conocer los
entresijos de un mercado donde fallar es sinónimo de ruina
económica y de desastre deportivo.
Por consiguiente, bien harían los directivos ceutíes en
asumir sus culpas y afrontarlas con el mejor de los estilos
que han de tener las personas que, acuciadas por la
ambición, se hicieron cargo de un club que sí estaba regido
por una persona que lo mejor que poseía y posee, aparte de
adelantar su dinero en ocasiones, es un conocimiento muy
amplio de cómo se hace un equipo para estar entre los cuatro
primeros del grupo. No obstante, y como ya he dicho antes
que tiempo habrá de escribir a mi izquierda en relación con
algunos directivos, ahora lo que sí quiero es terminar
hablando de Calderé. Lo cual no me gusta. Pues hasta ahora
jamás lo he mencionado, debido a que yo nunca he criticado
la labor de los entrenadores del equipo ceutí. Así, nunca
tuvieron éstos razones para alegar que un hombre de fútbol,
que escribe en periódicos, los maltrataba con sus criticas.
Mas Calderé, con esa fogosa actitud que tan bien le iba para
luchar denodadamente en los terrenos de juego y ganarse un
respeto como futbolista, ha equivocado su papel como
entrenador del Ceuta. Y lo que es más grave: no tiene la
menor idea de cómo es esta ciudad. Si lo supiera -cierto que
ya han tenido tiempo de informarle al respecto-, seguro que
no haría declaraciones tan absurdas como las que ha venido
haciendo. Y que han necesitado de la respuesta rápida de
este medio. Un periódico, por cierto, que si por algo se ha
distinguido es por respetar su trabajo. Al que yo tampoco he
aludido ni siquiera cuando he estado yendo al Murube. Lo que
si le voy a recordar es lo siguiente: de aquí se han
despedido entrenadores cuando el equipo encabezaba la tabla.
Y en otra época, no muy lejana, usted habría tenido que
salir escoltado del campo. Medite.
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