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OPINIÓN - DOMINGO, 12 DE FEBRERO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Charla política
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mantengo una conversación relajada con un político veterano en la cual sale a relucir la actual situación de España, vista por los principales dirigentes de los dos partidos más importantes. De un lado, le digo, está la España de ZP; de otro, la de Rajoy. Y son tan distintas, tan sumamente distintas, que uno tiene la impresión de que ambos terminarán por poner a los ciudadanos de los nervios y el coste de esta enfermedad será aún más cuantioso que el acarreado por las secuelas del fumar. El político, muy avezado en el asunto, se ríe y me responde que no llegará la sangre al río mientras que los ciudadanos no empiecen a notar que les falta dinero para llegar a final de mes. Piensa, Manolo, que hay una ingente cantidad de personas que viven ajenas a todos los entresijos de la política.

Inmediatamente, la figura de ZP se hace presente en nuestra charla. Yo trato de mostrarme cizañoso al recordarle que el tachado de bambi ha salido más listo de lo que se esperaba. Y que me parece que se han equivocado quienes lo tildaron de lelo redomado, de bobo de solemnidad, de imbécil, etc. Con el agravante de que esos mismos articulistas han cambiado su opinión y lo ven, ahora, como una hiena peligrosa. O bien como un tipo astuto que suele jugar con las cartas marcadas.

Es verdad, me dice la persona con quien estoy pegando la hebra de forma casual, que se le ha juzgado a la ligera. Y prueba de ello, ha sido que su jugada con Arthur Mas nos ha cogido a todos con el paso cambiado. Como político, entiendo, además, que está moviendo sus peones con gran habilidad para que éstos le hagan el trabajo sucio. Y qué decirte si es capaz de conseguir que los etarras decidan dejar las armas...

Le respondo que ello no es una empresa fácil y que su empeño en ser él quien ponga fin al terrorismo puede hundir a los socialistas en las próximas elecciones.

La cara del político que tengo frente a mí no refleja la satisfacción que debería producirle esa posibilidad. Es más: observo un visaje en su rostro muy significativo. Parece como si estuviera convencido de que la baraca de ZP puede obrar el milagro que con tanto ahínco persiguieron los anteriores presidentes del Gobierno. Lo cual me parece que es un temor que está extendido entre la cúpula del PP. Porque no hay cosa peor que luchar contra quien pareciendo fácil de abatir, logra escabullirse de las emboscadas sin perder la sonrisa y atreviéndose, nuevamente, a desafiar a quienes no entienden que se intente dar vida a una segunda transición.

De momento, me consta que en el seno del PP se sueña con ganar las elecciones generales por escaso porcentaje de votos, y para ello rezan sus dirigentes con que a ZP se le caiga encima el tinglado vasco y si es posible que Maragall continúe metiendo la pata hasta el corvejón. Si bien, en este caso, el que se está desgastando es un Bono que tiene metido entre ceja y ceja el tomarse cumplida venganza de quien le arrebató la posibilidad de ser secretario general y candidato a la presidencia. Un hecho que evidencia aún más que el bobo de solemnidad, o sea ZP, no sólo ha leído a Maquiavelo sino que lo interpreta a las mil maravillas. En cuanto a Mariano Rajoy, un parlamentario extraordinario cuando decide actuar por su cuenta y no presta atención a las proclamas de la COPE ni a los consejos de Pedro J., lo tiene crudo si no gana las elecciones. Puesto que las habrá perdido representando un papel de ogro que no le va en absoluto. Y se puede perder, mas no con las ideas de otros. Así se lo dije a mi contertulio improvisado, en una tarde de charla distendida.
 

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