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OPINIÓN - VIERNES 10 DE FEBRERO DE 2006

 
OPINIÓN / LA GUERRA DE LAS VIÑETAS

Arte y libertad (II)

Por José Luis Navazo


Según escribíamos ayer, el desarrollo de la caligrafía cúfica y el arabesco abrió las puertas de la imaginación artística. Se articuló toda una estética específica que representara a los seres vivos, entre ellos la especie humana, conceptualizando una forma que expresara la idea de la figura contemplada huyendo de la reproducción específica de la criatura individual, algo pues alegórico y extremadamente simbólico y que, sobre todo, no encontrara resistencias entre los guardianes del purismo, el dogma y la más rancia ortodoxia.

Como advertía recientemente el profesor francotunecino Abdelwahab Meddeb en declaraciones al diario “Liberation”, no hay de hecho en el corpus ideológico del Islam un tabú específico sobre la representación de la figura de Mahoma. La radicalidad negativa se limita, específicamente, a la representación de Alá/Dios.

Efectivamente, a lo largo de la Edad Media y tanto por influjo de la rica iconografía cristiana como de las exóticas tradiciones de la antigua Persia, nos encontramos con representaciones directas de la figura del Profeta como ocurre en el famoso manuscrito de Herat, escrito en el siglo XIV y atribuído a Rashid Eddin.

De hecho y en ello coinciden varios autores, la negativa a representar a Mahoma es una “manía” árabe mientras que, por ejemplo, en áreas de influencia persa o turcomana como en el Asia central, este rigorismo exacerbado sobre la figura humana -y en especial la de Mahoma- se encuentra mucho más atenuado. Incluso los artistas de origen turcomano emplean numerosas alegorías, sustituyendo el rostro de Mahoma en sus representaciones figuradas con una llama en forma de almendra o una playa vacía, por poner dos clásicos ejemplos.

El auténtico rigorismo, el fanatismo, la regresión dogmática y simplificadora tuvo lugar a finales del siglo XVIII con el desarrollo, dentro del sunnismo, de la corriente wahabi (surgida en la Península Arábiga en 1774 y actualmente en el poder en Arabia saudí) que basó su éxito en las persecuciones y la coerción de, incluso,sus correlegionarios musulmanes considerados más “tibios” o desviados y que, en la actualidad, amamantó la hidra del terrorismo islamista: el salafismo yihadista. (CONT).
 

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