El día 24 de enero, representantes de la Asociación de
estanqueros de Ceuta con su presidente, Antonio Carrillo, a
la cabeza, mantuvieron una reunión con el presidente de la
Ciudad, Juan Jesús Vivas, para analizar y tratar de
minimizar las consecuencias de la implantación de la Ley
contra el tabaco en el sector. La asociación de estanqueros
le transmitió al presidente las previsiones de una bajada en
las ventas de un 30 por ciento, una estimación que se ha
confirmado tras la presentación de los últimos datos de
recaudación del IPSI, que registran un 20 por ciento menos
que el mes anterior.
El análisis de esta disminución de ventas se explica con la
entrada en vigor de la Ley antitabaco, que además de
estimular en el consumidor la ruptura del hábito, ha
generado pérdidas importantes al impedir que quioscos, bares
(los que prohiben fumar o carecen de máquinas expendedoras)
y gasolineras, dejen de suministrar cigarrillos. Estos
establecimientos vendían cantidades muy importantes con unos
horarios de mayor amplitud y se abastecían en los estancos.
“La ley de Sanidad, en el fondo, es una iniciativa correcta
que puede tener futuro, pero no en la forma en la que se ha
desarrollado. Creo que nos la han metido con calzador para
que pudiese entrar en vigor el 1 de enero. Es una ley que
cambia sustancialmente toda la filosofía en torno a una
costumbre que tiene más de 500 años sin tiempo para su
asimilación. Creo que deberíamos haber llegado a esta
situación a través de una educación previa”, explica el
presidente de la asociación de estanqueros de Ceuta, Antonio
Carrillo.
Agravante
Esta situación, ya de por si complicada para un sector que
se ha caracterizado por la estabilidad, se ha visto agravada
por una lucha abierta llena de agresividad entre las dos
productoras más importantes que operan en Europa: la
todopoderosa Philip Morris y la sociedad franco-española
Altadis. En una maniobra sin precedentes en España, la
compañía americana tomó recientemente la decisión de bajar
un 20 por ciento el precio de sus principales productos (Marlboro,
Chesterfield, L&M, Next...), en un intento por hacerse con
la cuota de mercado que su rival había ganado con la
reaparición del Ducados Rubio a un precio muy combativo. La
guerra estaba servida y las oscilaciones en los precios
acabaron por descolocar a un colectivo que se hallaba en el
medio sin ninguna capacidad de maniobra: los estanqueros.
Con las bajadas repentinas de precios, los estanqueros se
encuentran con determinado stock comprado a un precio
superior al que se ven obligados a vender, lo cual vulnera
la ley del comercio, que prohibe las ventas por debajo del
precio de coste, un fenómeno conocido como ‘dumping’. Por
otro lado, la retirada de estos productos iría en contra de
las leyes de competencia y libre mercado lo cual está
controlado por el Comisionado para el mercado de Tabacos. Se
estima que las bajadas de precios de Philip Morris podrían
ocasionar unas pérdidas a los estancos de 12 millones de
euros en existencias.
Ciudad Autónoma
Sin embargo, la medida no ha llegado a afectar a la Ciudad
Autónoma. El régimen especial con que cuenta Ceuta ha
permitido atenuar la bajada de precios gracias al margen que
la Ciudad maneja en materia fiscal. Si del precio de venta
del tabaco, un 70 por ciento corresponde a impuestos, la
Ciudad Autónoma tiene autonomía para jugar con un margen del
30 por ciento respecto a este 70. “Fue Juan Vivas como jefe
de Tributos quien bajó este impuesto, devolviendo incluso
los costes de más que los estancos tenían en stock, algo que
en Melilla, por ejemplo, no se consiguió”, recuerda Antonio
Carrillo.
Gracias al margen que la Ciudad controla en el gravamen
aplicado al tabaco, los estancos de Ceuta no han sentido la
bajada de precios en los productos de Philip Morris. La
consejera de Sanidad, Yolanda Bel, ha informado que, en
principio, la Ciudad no tiene pensado bajar los precios, por
lo que la situación de irregularidad que se produce en la
península no tendrá correspondencia en Ceuta.
Al colectivo de estanqueros tampoco le interesa una bajada,
principalmente por tres motivos: “Existe una razón de
coherencia. Si la política sanitaria es la de subir los
precios para evitar la difusión masiva del tabaco, no
tendría sentido una bajada. Por otro lado, la Ciudad debe
compensar la pérdida del 20 por ciento en su recaudación del
IPSI, por lo que nos parece bien que aumente su recaudación
y no tenga que aplicar siempre los mecanismos de corrección
para perder. Por último, está el interés propio. Es evidente
que cuando uno va a comisión, saca un mayor beneficio cuanto
más alta es la venta”, explica el presidente de la
asociación de estanqueros.
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