Histórica y necesaria la visita
con la que Rodríguez Zapatero ha logrado esperanzar a un
pueblo que, efectivamente, estaba ávido de una llegada de
altísimo nivel como la que ha disfrutado la Ciudad con la
estancia del presidente del Gobierno de España.
Aún cuando, de manera tímida, -todo hay que decirlo-
Marruecos ha reaccionado por la presencia de Zapatero en
Ceuta y Melilla, no ha sido de la intensidad que
acostumbraba.
¿Qué ha pasado?. Algunos podrán apuntar a que hasta la
reacción del vecino país podía estar medida. Sin embargo,
sea como fuere, es todo un desafío, un acto valiente,
decidido y de una gran carga de simbolismo, el hecho de que
el presidente del Gobierno ejerciendo como tal haya pisado
tierra española en el norte de Africa.
Marruecos debe entender que, en primer lugar, esta zona
geográfica próxima a su territorio, no es de su país porque
nunca lo fue y, en segundo lugar, que cuanto menos debe
estar agradecido por lo que España representa en sus
intereses nacionales y lo que estas dos ciudades españoles
aportan a la economía de las regiones del norte del vecino
país.
Desde el punto de vista de la amistad, de la vecindad y de
los intereses comunes que necesariamente existen, Marruecos
debe procurar el buen entendimiento, la concordia y el
dinamismo entre los dos países evitando situaciones de
tensión -por medidas y mínimas que éstas hayan sido- porque
ni Ceuta ni Melilla tienen consideración de colonias (no lo
fueron nunca) y, por supuesto ni son “ciudades ocupadas”, ni
“presidios”. En Ceuta y en Melilla, como en el resto del
Estado español reina la libertad de pensamiento, de
expresión. Los ciudadanos son libres cuentan con derechos
que jamás han soñado -desgraciadamente- nuestros vecinos del
sur. Por todo ello, la visita institucional del presidente
de nuestro país, llena de orgullo y satisfacción a todos los
ceutíes sin excepción. Ya sólo nos falta el Jefe del Estado.
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