El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se
dio un baño de multitudes en Ceuta, donde fue recibido al
grito de ‘¡presidente, presidente!’ y acompañado por
centenares de personas durante un improvisdado paseo por el
Revellín. Durante este breve recorrido, Zapatero se dejó
tocar y fotografiar, se paró a charlar con cualquiera que lo
solicitase y demostró poseer un carisma insospechado ante
las masas a partir de un carácter sencillo y un trato
directo y cercano.
José Luis Rodríguez Zapatero llegó escrupulosamente puntual
al Palacio de la Asamblea. Eran las 9,30 horas cuando dejó
el hotel La Muralla y su lento paseo estuvo protegido por
varias decenas de guardaespaldas y reporteros gráficos. Tal
vez por la temprana hora, la reacción popular fue más bien
discreta. Ni gritos, ni hurras, ni piropos, unas pocas
decenas de personas observaban tímidamente, como si no
supiesen bien qué pasaba, mientras su presencia era
amortiguada por el trabajo apurado de los profesionales.
Frente a la Asamblea, en la plaza de África, colgaban dos
pancartas que rezaban estas consignas: ‘Para ser iguales:
Ceuta comunidad autónoma’, a cargo del PSPC y ‘PSOE cumple
tus promesas: plan de bonificación para todos’, de
Comisiones Obreras.
Consentidos por una rígida agenda , dos iniciativas partidas
de movimientos sociales tuvieron oportunidad de llegar a
Zapatero. En primer lugar, un discapacitado en silla de
ruedas le entregó una carta al presidente y a continuación,
el secretario de construcción de CC.OO. hizo lo propio para
reivindicar las carencias que en materia de vivienda soporta
la ciudad. En cuanto cruzó el umbral del palacio de la
Asamblea, la muchedumbre, que había tenido una reacción
tibia hasta ese momento, se dispersó rápidamente.
Una hora y media después, la presencia de un presidente del
gobierno comenzó a hacerse patente en Ceuta. La gente se
detenía a las puertas de la asamblea con curiosidad y había
quien albergaba la idea de poder transmitir sus quejas al
máximo responsable del Gobierno español. “Queremos pedirle
una vivienda digna porque vivimos toda la familia en una
barraca”, decían dos jóvenes. Un reportero del popular
programa ‘Caiga Quien Caiga’ ejercía el papel de animador y
la gente comenzaba a guardar su posición con interés.
“Estoy encantada, pero tenía que haber venido antes”, decía
una señora. “No tiene miedo y no ha venido a pedir votos,
está demostrando que se interesa por Ceuta”. La opinión
generalizada era de reconocimiento al gesto de visitar la
ciudad, aunque algunos admitiesen que la visita debería
haberse producido antes.Pasadas las 11 horas, José Luis
Rodríguez Zapatero dejó la asamblea con la intención de dar
un paseo hasta el final del Revellín y saludar a los
ceutíes. A partir de aquí la ciudad se volcó con su
presidente.
Zapatero populista
El verdadero impacto de la visita del presidente se midió a
partir de su salida del palacio de la asamblea. Si bien las
extremas medidas de seguridad y el hermetismo habían
caracterizado la llegada de Zapatero hasta entonces, su
paseo por el centro urbano se convirtió en un baño de
multitudes. ZP hizo gala de talante y emulando al mejor
Felipe González se dispersó entre la multitud saludando con
jovialidad y una simpatía que no era posible fingir.
Cercano al pueblo, se pudo ver a un Zapatero menudo,
ligeramente bronceado y muy sonriente. Su mano se ofrecía
sin peso entre afirmaciones de ¡Ceuta español!, respondidas
con un asentimiento o una mirada cómplice. “Ya era hora de
que viniese. La próxima con el Rey”, decían los ceutíes.
Fuentes cercanas al presidente destacaban el ímpetu de la
gente del sur, mientras los responsables de seguridad
trabajaban a destajo tratando de apartar a la muchedumbre de
un presidente que se gustaba entre su pueblo. Tuvo tiempo
para todos y se detuvo con paciencia ante gritos como “¡Qué
arte tienes, ZP!”.
Una vez llegó al cruce con la calle Padilla, el presidente
José Luis Rodríguez Zapatero subió a su coche oficial y se
marchó rumbo al hospital, siguiendo con su agenda. De vuelta
al centro, su salida del IES Luis de Camoens fue más de lo
mismo. Ceutíes volcados y un presidente satisfecho.
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