Llegó, vio y venció. Así se puede resumir el paso del
presidente del Gobierno central, José Luis Rodríguez
Zapatero, por Ceuta. Eran las nueve y media de la mañana
cuando, con puntualidad británica, el presidente salía del
Hotel Parador La Muralla en dirección al Palacio Autonómico.
Pocos eran los que a esa hora esperaban al presidente para
acompañarle durante su corto trayecto pero, aún así, la
presencia de medios y de algunas mujeres que querían
acercarse a “su presidente” hizo que el recorrido fuera más
ameno. Mujeres que se saltan el protocolo, guardaespaldas
que intentan mantener el control, fotógrafos y cámaras que
intentan tomar la mejor imagen, redactores que corren, los
simpáticos compañeros del ‘Caiga Quien Caiga’ que hacen de
las suyas... una curiosa estampa que convirtió a Ceuta en el
centro de la información nacional por un día. Antes de
saludar al presidente de la Ciudad, Juan Vivas, Rodríguez
Zapatero se vio obligado a saludar a un espontáneo que se
saltó el control de seguridad y logró interceptar el paso
del presidente nacional. Saludos, paseíllo por la alfombra
roja que cubría las escaleras de la antigua Asamblea y
reunión previa. Tres cuartos de hora después Vivas y
Rodríguez Zapatero hacían su entrada en el Salón del Trono
donde les esperaban los diputados y los medios de
comunicación. Antes del discurso institucional, el
presidente del Gobierno central saludó a todos los diputados
y frenó su ritmo al encontrarse con el del Partido
Democrático y Social de Ceuta, Mustafa Mizzian, que le
entregó un dossier de peticiones de carácter social para la
ciudad. El líder de la UDCE, Mohamed Alí, también compartió
palabras con Rodríguez Zapatero, al igual que lo hizo la
secretaria general del PSOE ceutí, María Antonia Palomo, con
quien bromeó el presidente.
“Para la ciudad de Ceuta, sus ciudadanos y sus culturas. Con
cariño y lealtad”. Con estas palabras dejaba Zapatero
constancia de su paso por Ceuta en una visita que Juan Vivas
calificó de “histórica y necesaria”. Una reproducción en
miniatura del Áleo, o Bastón de Mando, que portó el primer
presidente de la Ciudad, Pedro de Meneses, fue el regalo que
Ceuta le entregó al máximo representante español, “como
muestra de agradecimiento y en respuesta a esta visita”.
La salida del Ayuntamiento no fue tan multitudinaria como en
Melilla pero la comitiva supo ganarse al público conforme
fue avanzando por el paseo del Revellín. Los más de quince
agentes que rodeaban al presidente y al delegado del
Gobierno en Ceuta, Jerónimo Nieto, fueron incapaces de
contener el entusiasmo de los ceutíes que quisieron
acercarse a tocar al presidente. Besos, abrazos, empujones,
nervios, gente que salía de las tiendas, ventanas
abarrotadas, aplausos, vítores...
Una vez llegados al edificio de Telefónica el presidente
subió a su vehículo y los medios a los microbuses destinados
para dar un recorrido turístico y divertido hasta llegar a
las instalaciones del nuevo hospital. Bajar, ver y subir.
Apenas durante unos minutos pudimos disfrutar del interés
que el presidente mostró en las obras de construcción.
Conoció de primera mano el proyecto y los planos de la obra
y charló con los responsables de la misma en compañía del
ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, la
ministra de Sanidad, Elena Salgado y la secretaria de Estado
para políticas de Inmigración, Consuelo Rumí.
Tomamos nuevamente el microbús con destino al IES Luis de
Camoens, situado en la zona centro de la ciudad. Allí,
numeroso público esperaba ansioso la llegada de Zapatero que
se iba a reunir con los alumnos del centro. De aquí, más de
cien metros de recorrido a pie hasta llegar a la Delegación
del Gobierno donde lo esperaban los líderes de la cuatro
Confesiones existentes en Ceuta. Tras el breve encuentro,
nuevamente al microbús para visitar las instalaciones del
CETI. En esta ocasión, la llegada fue digna de Hollywood. Un
coche abriendo la marcha, el vehículo del presidente y tres
coches más detrás con todos los escoltas a bordo. Antes de
que Zapatero pusiera un pie fuera del coche, todos sus
acompañantes de seguridad ya se habían bajado para evitar lo
inevitable: que, al primer descuido, unos eufóricos
inmigrantes, trataran de acercarse a tocar al presidente al
que agradecieron la visita con gritos de: “presidente
bienvenido al CETI” o “queremos papeles para vivir
legalmente en España”. Sin duda, una emotiva recepción en
este centro que alberga a casi quinientos subsaharianos,
asiáticos y argelinos y que mostraron sin tapujos la alegría
fruto de tan distinguida visita.
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