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OPINIÓN - MARTES 31 DE ENERO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

ZP llegará hecho una braga
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Una gastroenteritis vírica ha tenido al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, entre algodones, durante el fin de semana. Lo cual le obligó a suspender su viaje a tierras asturianas y leonesas, aunque parece ser que se ha restablecido a tiempo para visitar Melilla y Ceuta. Menos mal, pues de no haber sido así, ya habrían salido los malintencionados de guardia diciendo que todo era un montaje para posponer el viaje prometido, debido a que desde Rabat le habían amenazado con el castigo de un nuevo asalto a la valla fronteriza.

No me extraña que a ZP se le hayan inflamado las mucosas del estómago al alimón con las de los intestinos, por causa de un virus llamado Carod-Rovira. Que se ha revuelto en sus tripas nada más conocerse que iba a ser fulminado por Arturo Mas: un antibiótico potentísimo y al que recurre la clase media catalana y mucho más la burguesía, en cuanto se indigestan con platos nacionalistas no condimentados con algo que se llama seny. Que no es sino lo que los españoles no catalanes conocemos por sentido común.

Dado que uno ha pasado por indisposición tan lamentable, alguna que otra vez, aunque nunca producida por virus tan desagradable, entiende que el presidente del Gobierno llegue derrengado a su cita con Juan José Imbroda. Lo que unido a que éste lo está esperando para contarle su vida y la de Melilla, con la insistencia acostumbrada en él y le tiene preparada una lista de peticiones interminables, mucho me temo que ZP se presente en el hotel dispuesto a encamarse para reponerse de la paliza.

Algo que repercutirá en contra de la reunión que ha de mantener con Juan Vivas. Quien dialogará con un ZP hecho una braga. Verdadera mala suerte. Aunque la habilidad y el buen bajío del presidente ceutí, obrarán el milagro de sacarle a su visitante el sí para solucionar muchas de las necesidades que Ceuta tiene.

Yo había pensado en echar mano de ciertas influencias para mantener una conversación breve, pero intensa, con el presidente del Gobierno. Si bien he pensado que a éste no conviene desgastarlo más de lo que me supongo estará ya, debido a lo antedicho. Y, por lo tanto, a lo mejor decido procurarme una entrevista con el ministro Jesús Caldera. El cual viene formando parte del séquito que acompaña al presidente. Con el ministro de Trabajo me pondría a pegar la hebra sobre cosas de su pueblo: Béjar. Y seguro que nos pasaríamos un rato estupendo recordando las calles de su niñez y cómo era ese pueblo salmantino allá cuando estaba a punto de comenzar la década de los sesenta.

Era Béjar, entonces, un pueblo cuya economía se generaba en las fábricas de rayón: un tejido que trataba de competir, por sus precios más bajos, con la Cataluña textil. En él había una escuela de peritos industriales y sus alumnos alegraban la vida de una ciudad donde se jugaba al póquer en el Bar Central y se bailaba en el Hotel Colón. Los ricos del pueblo, es decir, los dueños de las fábricas de tejidos, tenían la costumbre de viajar a Madrid para gastarse el dinero en Pasapoga y regresaban disparando al aire con sus pistolas, para hacerse notar con sus coches americanos en la plaza principal. Las bodas se celebraban en los bares y el mejor entretenimiento era subir a Candelario, cruzando el castañar. Una caminata deliciosa por un paraje ideal. En fin, que podría seguir enumerando detalles del pueblo de Caldera. Y hasta podría sacar a relucir nombres que a él le sonarían bien. De todos modos, aquí queda la propuesta. Y seguro que Antonia María Palomo, tan atenta siempre a mis cosas, pone al bejarano en situación de mantener una charla relajada con quien esto escribe. O sea.
 

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