El juicio contra Bermúdez,
Sampietro y Cazalla nos ha servido no sólo para conocer el
fallo favorable a ellos por falta de pruebas, sino que
además ha conseguido que veamos cómo no han abierto la boca
quienes pudieron disfrutar de cargos y prebendas, gracias en
gran medida a los que pasaron por el amargo trance de tener
que sentarse en el banquillo.
Ha habido comentarios para todos los gustos. Y, sobre todo,
uno ha girado alrededor de ese Fulano que desapareció de un
espejo público, durante unos días, con tal de no verse
obligado a informar sobre lo que iba ocurriendo en la Sala
VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta. Alguien que
accedió a un puesto destacado de la Administración Local,
para perseguir con saña a cuantos alzaron la voz en contra
del GIL; que fueron muy pocos, dicho sea de paso.
La memoria, cual si fuera un teleprinter, me pone por
delante el nombre de Manolo de la Rubia. Y no, precisamente,
para someterlo a ninguna critica por su pasado político como
gilista, sino para recordar que a él, como a Juan Vivas,
actualmente, un sujeto le sacaba brillo a sus cataplines, un
día sí y otro también, a fin de obtener favores, que
analizados no son moco de pavo.
Aunque conviene prescindir del nombre del sujeto para evitar
que nos tache de querer romper la convivencia en una ciudad
donde sólo unos pocos pueden jactarse de su amistad con
todos los alcaldes o presidentes. Siempre y cuando esa
relación les produzca beneficios considerables. Si bien
todos ellos, y en especial el que más se hace notar, están
apuntados en la alacena de la memoria. En consideración a la
destacada labor de betuneros de entrepierna, que suelen
realizar sin solución de continuidad.
Son los mismos que, en apenas unos días, comenzarán a poner
a Zapatero como chupa de dómine por no haber anunciado ya la
fecha definitiva de su prometido viaje a Ceuta y Melilla.
Así, estimada Antonia María Palomo, vete preparando para
recibir todo tipo de zurriagazos. Y hasta te adelanto que
serás flagelada, incluso, por látigo imbuido del más elevado
espíritu cristiano. Tal vez por ser tú, secretaria general
de los socialistas de Ceuta, mujer procedente de una gran
familia. Que de no ser así, no te rendiría las ganancias.
Pues menudos son quienes se tienen por cristianos viejos.
La verdad, Antonia María, es que te esperan momentos
difíciles. Porque además de lo ya reseñado, te diré algo que
me han contado y que procede, como se suele decir en estos
casos, de buena tinta. Toma nota: Basilio Fernández aspira a
ocupar tu puesto y hay detractores tuyos que han puesto los
ojos en él para darte puerta a la menor ocasión. Alegan la
experiencia política de Basilio y su buena facha para tratar
de competir con un Vivas que parece invencible en las urnas.
Y conociéndote, es decir, sabiendo que eres mujer que
responde a una vuelta de manivela, espero que la noticia no
te ponga de los nervios. Y, mucho menos, que te dé por
despreciar lo que te dice el mensajero ni las posibilidades
del hombre que está tratando de ocupar tu sitio.
Por lo demás, insistirte en que te vayas seleccionando las
respuestas para salir al paso de una más que posible
renuncia del presidente del Gobierno a visitar esta tierra.
Trance delicado si acaso se cumplen los malos augurios que
nos llegan. Ya que de darse esa situación, no me extrañaría
que tú, en un arranque de amor propio y de ira no domeñada,
dijera hasta aquí he llegado y me voy a mi casa. Y, claro, a
lo mejor por esa rendija se te cuela en tu despacho de la
calle Daoíz, un Basilio que está esperando darte matarile, a
la menor ocasión. Así, pues, procura dormir con los ojos
bien abiertos. Ea.
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