El respeto, tal y como mandan los cánones pretéritos de
‘urbanidad’ -esa materia de comportamiento social que ya no
se lleva en los colegios- ha pasado de ser elemento común de
buenos modales en las relaciones personales, a ser un bien
escaso y muy preciado por los pocos quienes, en la
actualidad, utilizan este arte de las buenas maneras.
Me auto excluyo, no sin pesadumbre porque quizá hoy en día
no sólo no se lleva, sino que en una sociedad como la actual
y más en la Ceuta de nuestros días el sinvergonzonerío es de
tal calibre, los niveles de caraduras son tan elevados, la
falta de ética es tan considerable, la ausencia de moral es
tan evidente, que el respeto sólo se adopta -qué triste- en
función de la acepción presente en la RAE como “miedo o
prevención que se tiene a alguien o a algo”. Es una sociedad
de lobos en la que, o te adaptas o te pierdes. Hoy en día no
se lleva ser excesivamente educado, guardar las formas, no
pecar por exceso prefiriendo -al menos en lo que a mí
respecta- pecar por defecto.
En definitiva, nunca se me espere alabando más de la cuenta,
ni de palmero, ni de plañidero. Espéreseme comedido,
intentando actuar con justicia, molestar lo mínimo y que
casi ni se note que ando aún vivo. Que para experiencias, ya
las tengo reflejadas en papel y algún día verán la luz para
espanto de muchos y sorpresas de otros...
Y hete aquí que llegado este momento, en el que estamos, uno
aprecia en la sociedad en la que -pese a todo- le gusta
seguir estando porque se siente ceutí, que el respeto, ya
digo, sólo se atisba bajo la utilización de la acepción
explicada y que recoge a la perfección la Real Academia
Española de la Lengua.
Impera el respeto a... (miedo a...), se lleva dar respeto
(dar miedo), mola más eso sí, va a ser eso. El problema es
que pocos son los que se atreven a perder el respeto
utilizado bajo esa acepción del miedo a.
Todo es un gran universo de interconexiones en los que unos
se ‘respetan’ a otros. Se temen los unos a los otros
mientras la realidad que prevalece es una sociedad tensa en
la que se ‘marca’ constantemente al otro y el otro ‘marca’
al uno. Respeto. Mientras exista el respeto la deflagración
social se contiene, qué triste.
El respeto mal entendido, el respeto del miedo es una
auténtica mierda que humilla por barrios a quien no tiene
capacidad por sí mismo de causar ese respeto bien por falta
de medios económicos, bien por falta de preparación... una
sociedad, por tanto, que se basa fariseamente en el tanto
tienes, tanto eres y que se aleja a pasos agigantados de la
nobleza que le debería ser característica por el título real
en su día concedido.
En fin, de algún modo alguien con suficiente poder aquí
debería empezar por romper esta tendencia. Se necesitan
arrestos suficientes para lograrlo. En cualquier momento la
chispa puede provocar una detonación de incalculable alcance
si se pierde el respeto que causa ese miedo a las
consecuencias desconocidas. Quizá sólo sean sensaciones,
pero con el debido respeto a los que usan ese respeto como
sinónimo de miedo... Prrrrrrrrrrrrrrrrr, váyanse al carajo.
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