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OPINIÓN - SÁBADO 21 DE ENERO DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Absueltos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El tribunal popular absuelve a Bermúdez, Cazalla y Sampietro por falta de pruebas. Y lo argumenta diciendo que no hay motivos objetivos para condenarles, sino declaraciones “contradictorias” y en un “tono poco convincente”. Se acata pues la decisión del jurado popular y sanseacabó. Por más que muchos profesionales de la abogacía piensen que la llamada justicia popular seguramente no es popular y, en todo caso, no es justicia. Uno, la verdad sea dicha, y a pesar de los pesares, prefiere ser juzgado por jueces de verdad.

Pero si esa pregunta se le hace a quienes se sentaron en el banquillo para ser juzgados por un delito de cohecho que no se les ha podido demostrar, a buen seguro que dirán que no hay nada mejor que la justicia del pueblo. Y en el caso de Susana Bérmudez lo deja bien claro en sus declaraciones gozosas, después de oír el acuerdo a que llegaron las personas justas que le dieron tamaña alegría.

-Después de que un pueblo me aclamó y un pueblo me trató muy mal, ha sido el pueblo el que me ha absuelto.

Las declaraciones de Susana Bermúdez bien podrían servir para cerrar con broche de oro una novela venezolana o cualquier film coproducido por Italia-España-Argentina. Lo que hubiera dado Doroteo Martí o Guillermo Gutier Casaseca por hacerse con los servicios artísticos de esta mujer.

Una estupenda actriz, en quien Manolo Merlo depositó muchas esperanzas. Lastima que sus inquietudes políticas, las de Susana, nos hayan privado de verla consagrada como una diva de los escenarios. Aunque es bien cierto que el arte, en quien lo atesora, sale a relucir en momentos tan cruciales. Pues Susana, al estilo de Maureen O’Hara, en lo que El viento se llevó, remata sus palabras escénicas así:

-Lo sucedido me llena de orgullo y me hace creer de nuevo en las personas.

Nos alegramos, pues, de que Susana Bermúdez haya vuelto a confiar en las personas y, sobre todo, que haya recuperado ese tono de actriz que habrá hecho feliz a su querido maestro, el ya citado Merlo. Pero ha de tener muy presente que su creencia en las personas no debe sustentarse en que las que compusieron el tribunal popular hayan dictado sentencia favorable a ella, a Sampietro y a Cazalla, sino en su convencimiento de que el paso que dio fue para que Ceuta se beneficiara de las bondades de un partido como el GIL: dechado de perfección en todos los sentidos. Es decir, que arriesgó lo indecible por el bien de Ceuta. Porque de haber habido la menor prueba válida y comprometida de que sí fue sobornada, seguramente se habría pasado el resto de su vida odiando a un pueblo que le dio alas a su transfugismo porque quería ver a Jesús Fortes ajusticiado políticamente en la plaza mayor de la ciudad.

En relación con las declaraciones de Sampietro, el hombre reconoce que su vuelta a la política puede asustar a muchas personas. Menos mal que aclara, rápidamente, que los ciudadanos de Ceuta podemos estar tranquilos porque, tras reflexionar durante un tiempo, tratará nuevamente de ser alcalde de algún lugar que no sea esta ciudad. Y es que el Sampietro está loco por batir un récord: el de haber sido alcalde de tres sitios distintos. Una proeza sólo al alcance de alguien nacido en una Cataluña donde el más tonto hace relojes. Y sigue amenazando con denunciar a quienes sigan insistiendo que accedió a la presidencia por corrupción. Hace usted muy bien. Sobre todo, teniendo en cuenta que el GIL ha sido un partido que se ha distinguido siempre porque sus dirigentes han actuado con una limpieza rayana en lo inmaculado. Ah, eso sí, olvídese de Aida Piedra, coño, que no es bueno que una mujer le aturda la cabeza de esa manera. Cazalla no dijo ni pío. Y es merecedor de respeto.
 

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