Como si de una película se tratase, las últimas palabras
dichas por Susana Bermúdez en su propia defensa, justo antes
de que el jurado popular se retirase a deliberar, han
surtido efecto y les han convencido de su inocencia. “Nada
me dieron, nada tengo y nada quiero. Soy inocente”, declaró.
Tal vez esta defensa haya sido determinante para inclinar la
balanza a su favor y ser declarada no culpable, o tal vez
con la falta de pruebas contundentes que demostraran la
existencia de un delito de cohecho en su decisión de apoyar
la moción de censura contra el presidente de Ceuta, Jesús
Fortes, en 1999, fuera suficiente, pero el hecho es que,
después de seis años el caso ‘Bermúdez’ tiene ya un
principio y un final en la historia de la política de Ceuta.
El veredicto del jurado causó reacciones distintas en los
tres acusados, un sobrio Antonio Sampietro aseguraba que
había ganado en “un asunto de honor” y que, tal vez,
volviera a participar en la política de forma activa; un
risueño Francisco Cazalla, hacía mutis por el foro y se iba,
feliz, sin hacer declaraciones y una emocionada Susana
Bermúdez dirigía apenas unas palabras a los medios presentes
en el juicio.
La tránsfuga socialista no tenía apenas palabras para
expresar la sensación que tenía en aquel momento, una vez
que todo había terminado.
“Supongo que me siento como se sentiría cualquiera cuando le
acusan de algo que no ha cometido excepto un acto político
que es totalmente legal”, dijo.
Entiende que se produzcan valoraciones de índole moral
acerca de su decisión de quitar su apoyo a un partido para
dárselo a otro pero considera que “lo de moral o inmoral no
debería juzgarlo nadie, puede considerarlo cada uno pero no
penalmente”.
Está cansada de un proceso que ha durado más de seis años,
un tiempo que, según explica, no le ha proporcionado más que
sufrimiento: “ya era hora de que se hiciese justicia porque
yo he pasado muchísimo y me he tenido que ir de la ciudad de
la que jamás había salido excepto para ir de vacaciones”.
Según Susana Bermúdez, la gente en Ceuta vive mucho la
política “por desgracia mucho más que en cualquier otro
sitio, ahora que vivo fuera me he dado cuenta”.
Aunque finalmente, la justicia le ha sido favorable no
olvida todo lo que ha pasado en estos años: “después de que
un pueblo me aclamó, y eso está en las hemerotecas, después
de que un pueblo me ha tratado muy mal, es mi pueblo el que
me ha absuelto y eso me llena de orgullo y me hace creer en
las personas otra vez”, dijo.
Antonio Sampietro, por su parte, se mostró más sobrio, menos
afectado y más hablador. Se refirió a su experiencia como
político en Ceuta e hizo, una vez más, especial hincapié en
el hecho de que todo este proceso responde a los deseos del
PP y el PSOE de evitar que “ningún otro partido gobierne en
España”.
En cuanto a los tránsfugas, de nuevo recordó el papel jugado
por Aida Piedra en la elección del posterior presidente de
Ceuta, Juan Vivas, que fue reelegido en las últimas
elecciones autonómicas celebradas e hizo un llamamiento a la
Justicia para que “se investiguen todos los casos de
transfuguismo que se produzcan en España”.
Se toma la absolución como una cuestión de honor en la que
ha resultado ganador y no descarta poder presentarse de
nuevo a unas elecciones, aquí o en otra localidad de la
Costa del Sol.
|